(sin categoría)

El sueño copero sigue creciendo: River, finalista de la Libertadores

Empató 1-1 en Paraguay contra Guaraní, que se puso en ventaja en el segundo tiempo a través de Fernando Fernández. Igualó Alario con un golazo, tras una asistencia exquisita de otro refuerzo, Tabaré Viudez. River accede a una final de Libertadores después de 19 años.

Por Redacción EG ·

21 de julio de 2015
Imagen

Algo especial tiene este River de Gallardo. Puede estar jugando mal, puede sentirse en problemas, pero siempre, de un modo u otro, termina construyendo una épica que lo lleva al triunfo. Tiene fútbol, pero también tiene ese componente de los grandes campeones del boxeo: es muy difícil de noquear. La demostración de esta noche en Paraguay, en el díficil estadio de Guaraní (aunque esta vez, con un apoyo que casi le transfirió la localía), no es más que otra muestra de esa característica que ya está grabada en este equipo. Pueden cambiar los nombres, cambiar los esquemas, pero el River de Gallardo hace tiempo que sacó chapa de equipo copero. 

Comparado con el sufrimiento de la zona de grupos, la semifinal fue un paseo. El 2-0 de la ida ciertamente ayudó a llegar a Paraguay con tranquilidad, pero el partido igualmente tuvo sus momentos de quiebre, las situaciones donde un equipo tiene que mostrar por la fuerza de qué madera está hecho. El momento crítico de River fue después del gol de Fernando Fernández, que ponía a Guaraní 1-0, a un gol de llegar a los penales. El primer tiempo había sido relativamente tranquilo, con un River que había tenido las situaciones más claras, aunque había demostrado cierta debilidad en el medio.

El segundo tiempo fue otra historia. Y con el gol de Fernández, que capturó un rebote después del cabezazo que había dado en el palo de Barovero, el panorama de tormenta se incrementó. Gallardo, clave en el primer partido para hacer el cambio justo (Pity Martínez por Lucho González), nuevamente volvió a dar en la tecla: hizo ingresar a Tabaré Viudez, quien debutó esta noche, y el uruguayo se despachó con tres asistencias exquisitas. Las primeras dos crearon peligro, pero la tercera fue la vencida: pase extraordinario de cachetada, casi con desprecio, a un Alario que ya había partido en velocidad esperando la pelota justa. El refuerzo llegó antes que el arquero y se la alcanzó a tocar por arriba. Golazo y clasificación sellada, para desatar los festejos: 19 años después, River vuelve a ser finalista de la Libertadores. Espera a Inter de Porto Alegre o a Tigres de Monterrey, con confianza y con buenas sensaciones: la chapa de copero ya la tiene. Ahora sólo le falta otra Copa.