Análisis

El River de Gallardo, ante una oportunidad inmejorable

Después del 2-0 en la ida, deberá definir la serie vs. Guaraní en Paraguay. Un equipo moldeado por su entrenador, que no le teme a las decisiones drásticas y generalmente acierta. Está a tres partidos del objetivo final.

Por Redacción EG ·

21 de julio de 2015
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-¿Te metió presión Cavenaghi con los cuatro goles?-, le preguntaron a Gallardo apenas terminó el partido contra Atlético Rafaela.        
-No, a mí no me mete presión nadie-, respondió con una sonrisa esquiva.

La hoja de ruta del Muñeco parece estar tan clara que nada ni nadie es capaz de modificarla. Ni la tarde goleadora de uno, ni el regreso de los ídolos, ni el culto a un jugador fetiche. Si tuviera que presentarse en un spot como los candidatos políticos, podría decir que su único compromiso es ganar la Libertadores.

Después de la Copa América, Teófilo Gutiérrez se declaró en estado de rebeldía. Tanto el presidente como el entrenador le cerraron las puertas del club y lo invitaron a entrenarse con la Reserva. El mayor desafío de River del siglo XXI no admite compromisos a medias, argumentaron. Cuando asumió Gallardo, Teo también había coqueteado con la posibilidad de irse, pero el nuevo entrenador le hizo cambiar de parecer. Tuvo sus frutos: campeón de la Sudamericana, quince goles del colombiano por torneo local, tres importantísimos en la actual Copa y delantero de área del equipo que salía de memoria. Así y todo, en Nuñez no se inmolaron ante su venta.  

El reemplazante natural era Fernando Cavenaghi. Pese a que no tiene el picante y la movilidad que alguna vez lo caracterizó, se las sigue rebuscando para hacer goles. Tiene una muy buena relación con el entrenador, pero tampoco fue suficiente para sumar las millas necesarias como reemplazante de Teo.

Imagen Alario, la última apuesta de Gallardo, felicita a Mora, autor del segundo gol en el partido de ida.
Alario, la última apuesta de Gallardo, felicita a Mora, autor del segundo gol en el partido de ida.
Lo mismo ocurrió con Saviola. Al igual que Tevez, los dos ídolos de retorno jugarán solamente el torneo local, con la diferencia de que el Conejo lo hará rodeado de juveniles, debutantes y suplentes en lo que es el objetivo B del semestre. Finalmente, el hombre en quien confió Gallardo para ser el 9 de la Copa Libertadores en el tramo final, es Lucas Alario.

Proveniente de Colón, apostó fuerte por el delantero de 22 años. Tiene menos gol que Teo, menos recorrido que Saviola y menos experiencia que Cavenaghi. Los volantazos del entrenador suelen sorprender al principio y dar resultados a la larga. En la ida vs. Guaraní, en lo que fue su debut, el santafesino asistió con genialidad a Rodrigo Mora para el segundo gol.  

El uruguayo es otro de los que tiene el sello de calidad. Volvió de un préstamo tras la salida de Ramón Díaz y se transformó en ídolo paralelamente a su compatriota Carlos Sánchez. Como un asesor de imagen, el Muñeco, aplacó los silbidos de Ponzio y lo transformó en un león reconciliado con el público. Todo eso sin dejar de potenciar a Kranevitter, su volante central desde la hora cero.

El River actual es una obra puramente moldeada por su actual entrenador. La mirada retrospectiva no hace más que enaltecer su figura y aumentar la credibilidad en las decisiones fundamentales. Alguna vez fue por Mora, hoy es Alario. En el medio se retiró Aimar, Cavenaghi sigue siendo suplente y metiendo goles. Todos los actos sentimentales quedaron al margen y la hoja de ruta solo tiene el objetivo final que es la Copa Libertadores.

“Yo me dejo llevar mucho por la intuición y por la percepción- dijo en el 100x100 de El Gráfico antes de asumir en Nuñez, y completó- Hay que tener ética, dar el ejemplo y saber convencer a tus jugadores con el mensaje”. Además del éxito con sus dirigidos, también lo logró con el mundo River, que lleva 19 años sin jugar una final de Copa Libertadores, la máxima espera desde que se disputa el certamen. Antes, deberá ponerle un moño a la serie que abrió contra Guaraní, en una instancia que no le resulta favorable: desde 1990 en adelante, perdió 6 de las 7 semifinales a las que llegó. En el 96, cuando venció a U de Chile, luego le ganó a América de Cali y fue campeón. Aquella vez, como en esta, también estaba Gallardo.