Primera División

Vadalá y Salinas, los jugadores-mercancía

Para la actual llegada de Tevez y la de Maradona en 1980, Boca tuvo que disponer de algunos de sus futbolistas como forma de pago. La historia del "nuevo Messi" y del Loco, los hombres de la letra chica del contrato.

Por Redacción EG ·

17 de julio de 2015
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“Boca no pone un peso”, es un de las frases de cabecera de los actuales dirigentes para justificar la incorporación millonaria de Tevez. Detrás de la conferencia de prensa, el estadio colmado, la alegría del público y el regreso del ídolo, Guido Vadalá se fue en silencio.

El juvenil de 18 años estará a préstamo en la Juventus hasta el 30 de junio de 2017 y “ahorrará” 3,5 millones de euros de la transacción Tevez. La Vecchia Signora tendrá prioridad en la opción de compra por 9,4 millones de euros, una cifra para nada despreciable. Sin embargo, la búsqueda imperiosa de repatriar al ídolo provocó que una de las joyas modelo 1997 termine sus últimos años de formación lejos de Casa Amarilla.

Su futuro es cosa seria. En Séptima hizo 32 goles en 29 partidos y fue elegido por la AFA como el mejor jugador amateur del 2013. El año pasado, en Sexta, fue noticia por los siete goles a Argentinos Juniors en un mismo partido. Como si no quedara claro, el fuerte es su definición. Es chiquito, escurridizo y a la hora de enfrentar al arquero resuelve con la frialdad de un experimentado.

En la búsqueda apresurada de rótulos, muchos lo llaman “el nuevo Messi”. “No se puede hacer una comparación entre alguien como yo, que recién empieza y alguien como él, que es el mejor del mundo”, respondió Vadalá en una entrevista a Canchallena. Los paralelismos coinciden. En 2009, el Barcelona quiso comprarle el pase, pero el rosarino (sí, rosarino) optó por permanecer en Argentina. Esta vez, quedarse no fue una opción.

La historia se repite como en 1980. Aquella vez, la dirigencia Xeneize estaba desvelada por un joven que jugaba en Argentinos Juniors. Al igual que con Tevez, la obsesión por contratar al jugador facilitó la negociación para el equipo vendedor y en esa oportunidad, además de los 2,5 millones de dólares, entregó el pase completo de cuatro jugadores. El refuerzo estrella era Diego Armando Maradona y los que actuaron como moneda de cambio, Carlos Salinas, Carlos Randazzo, Osvaldo Santos y Eduardo Rotondi.

Imagen Vadalá entró en dos partidos por Copa Libertadores y en el verano vs. River.
Vadalá entró en dos partidos por Copa Libertadores y en el verano vs. River.
Salinas no necesitó mucho tiempo para convertirse en ídolo de Boca. Estuvo apenas dos años, ganó la Copa Libertadores y la histórica Intercontinental contra el Borussia Monchengladbach. En el partido de vuelta, donde hubo triunfo argentino por 3-0, anotó el último gol. Sin embargo, los dotes naturales se vieron opacados por los reiterados actos de indisciplina que le valieron el apodo de “Loco”. En 1978, pocos meses después de su llegada a Boca, tomó del cuello al árbitro Abel Gnecco y fue suspendido por 25 partidos.

Volvió a las canchas en un amistoso, y nuevamente vio la roja. El cartón lleno lo completó con la primera fecha del torneo Metropolitano, donde también fue expulsado. En 1980 contra Peñarol, arrojó su botín a la tribuna y desató un escándalo que terminó con los once jugadores sancionados. Demasiado para un habilidoso ofensivo. Su figura se fue erosionando y le hicieron un contrato por partido. Cuando vieron la ocasión de utilizarlo como medio de pago, simularon una salida decorosa.

El Loco recibió un buen dinero por la transacción y vivió su época de gloria en la noche porteña. Plata, autos y departamentos comenzaron a crearle una especie de burbuja donde quedaba poco espacio para el fútbol. En Argentinos peleaba el descenso y su nivel mermaba. A partir de ahí comenzó la declive. El Bicho lo entregó a Independiente, el Rojo a su homónimo de Medellín y estuvo algunos años en el fútbol colombiano.

Ya retirado, en 1987 pasó cuatro meses en la cárcel de Villa Devoto por narcotráfico. Hoy, vive en un humilde barrio de Tucumán gracias a una pensión que Boca, el mismo club que lo involucró en la negociación por Maradona, le paga. El dinero y las propiedades se esfumaron de la vida del Loco Salinas.

Carlos Randazzo también abandonó el club en conflicto. Los dirigentes lo tasaron en un bajo precio, él ofreció comprarse a sí mismo y finalmente ingresó en el traspaso por Maradona. Tuvo su reencuentro con la camiseta azul y amarilla en 1983. Al igual que Salinas, pasó por la cárcel por tenencia de drogas.

Mientras Maradona siguió con su exitosa trayectoria en Boca y los diferentes clubes del continente europeo, hubo cuatro jugadores, patrimonio del club, que destrabaron su llegada. La historia se repite con Tevez y Vadalá, la promesa de 18 años que va a la Juventus y deberá sortear el infortunio de convertirse en un jugador-mercancía. 

Por Pedro Molina.