TMA: Todo menos Argentina
El estadio del horror
Detrás de uno de los arcos donde jugarán hoy la final Chile y Argentina existe un museo que recoge imágenes y testimonios de los tiempos en que el estadio Nacional fue un gigante campo de concentración con 20 mil detenidos.
Los que pasamos los 40 hemos escuchado la historia más de una vez. Y a quienes nos ha interesado particularmente el tema, le hemos entrado con atención leyendo libros y viendo documentales. Aun así, una cosa es haberse informado y sumergido en la historia y otra es entrar en el túnel lúgubre del escenario real. Sentir los latidos de quienes caminaron por allí.
Un sector del museo que se ubica debajo de una de las cabeceras.
El portón de la Escotilla 8 está levemente abierto, no hay gente, sí una cinta que dice “prohibido pasar” pero está cortada en algún punto impreciso. Predomina una sensación de abandono a 3 días de la fiesta inaugural en este mismo sitio, pero como al fin de cuenta somos argentinos, nos asomamos al interior para descubrir de qué se trata todo esto que anuncia la bandera. Salvo algún que otro trabajador que cruza el reciento esporádicamente para terminar de arreglar algo, no se ve a nadie. Frente a ese marco solitario, rodeado de polvillo y con tablas desordenadas y manteles de plástico en el piso como si estuvieran por pintar y arreglar contrarreloj, observar las fotos y leer los letreros que las acompañan, produce escalofrío.
El ingreso al museo, escotilla 8, en el perímetro externo del estadio.
Fotos de los prisioneros en las tribunas.
“Prisioneros y prisioneras de guerra del estadio Nacional”, se lee en uno de los carteles. Y sigue: “En los primeros días del Golpe Militar de 1973, miles de personas fueron trasladadas en calidad de prisioneros al improvisado centro de detención del Estadio Nacional. Sus rejas fueron punto fijo para los familiares que buscaban a sus seres queridos. Aferrados a las rejas creían poder lograr un intercambio visual y con suerte verbal con los hacinados en las escotillas cercanas”. Y enseguida, una descripción brutal: “La arquitectura sui generis del Estadio Nacional hace de él una edificación ideal para la represión: los pasillos que llevan a los camarines se encuentran bajo las graderías, totalmente ocultos de la vista exterior del complejo, los 28 camarines que tiene el Coliseo fueron utilizados como celdas, en cada camarín hacinaban a más de 100 ciudadanos. Los hombres y mujeres se encontraban en completo aislamiento del mundo exterior”.
Momento: no sólo se utilizó el estadio en sí mismo. “La piscina olímpica –explica el texto que acompaña las imágenes- fue el lugar de confinamiento de las mujeres que ingresaron al Estadio Nacional. Su muralla frontal también se utilizó como paredón de fusilamiento. En el camarín Norte estaban prisioneras las mujeres chilenas y en el camarín Sur tenían prisioneras a las extranjeras. Según testimonios de las propias prisioneras, la piscina alcanzó a albergar a mil mujeres”. Cuesta imaginarlo.
El ex presidente Salvador Allende en La Moneda. Antes y después de las bombas.
Recuerdo. El testimonio de un sobreviviente.