TMA: Todo menos Argentina

El estilo de Chile: pelota al piso, transiciones cortas y ataque rápido, de afuera hacia adentro

Te contamos cómo juega el peligroso rival que la Selección enfrentará en la final de este sábado, a partir de las 17, en el Estadio Nacional. Repasamos, entonces, desde el sistema hasta las debilidades de la Roja.

Por Darío Gurevich ·

02 de julio de 2015
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SANTIAGO, Chile (Enviado especial).- Aquí y ahora, te presentamos tres ejes sobre cómo el equipo de Jorge Sampaoli se desenvolvió adentro de la cancha durante la Copa América.

EL SISTEMA
“El esquema es anecdótico, lo importante es la forma: ser protagonista, jugar la pelota por abajo, encontrar variantes ofensivas al atacar por las bandas y por el centro, evitar transiciones. Nosotros nos quedamos más con eso que con la distribución numérica en el campo de juego”. 

Sebastián Beccacece firma la declaración. Si bien el ayudante de campo y mano derecha de Jorge Sampaoli le resta importancia al dibujo táctico, a Chile le rindió tanto el 3-5-2 como el 4-3-3. Allí, la columna vertebral del equipo son Gary Medel en la zaga, Marcelo Díaz como cinco fierro -de contención-, Arturo Vidal como carrilero e interior, Jorge Valdivia como falso 9 y conector de líneas, Alexis Sánchez por las bandas, y Eduardo Vargas, el hombre gol en la era de Sampa, por afuera y por el centro del ataque. 

Pero Beccacece tiene razón, porque “lo importante es la forma”. Cuando la Roja avanza en la cancha, el dibujo cambia de modo sustancial. El equipo pasa a defender con tres: Medel y José Rojas, que reemplaza al suspendido Gonzalo Jara, se abren y quedan como stoppers, y Marcelo Díaz se mete entre ellos o queda unos metros por delante de ambos para ser la punta del triángulo. Los laterales trepan por los carriles, y Vidal y Charles Aránguiz se convierten en interiores, como si armaran un doble cinco que se desdobla fácil, porque los dos tocan rápido y buscan el espacio vacío. Valdivia, el cerebro, se mueve libre por el centro de tres cuartos de cancha en adelante. Puede pararse como falso 9, pero habitualmente se retrasa unos metros para manejar la pelota y asistir a sus compañeros, sobre todo a los que llegan por afuera. Los puntas, en tanto, rotan de manera constante, al margen de que Alexis siempre arranca desde un costado hacia adentro. 

LOS CIRCUITOS DE JUEGO
“Creemos que a través de la forma encontramos acercarnos cada vez más al objetivo”, argumenta Beccacece. Pero, ¿cuál esa manera? 

Por empezar, ninguno de los dos centrales rifa la pelota. Siempre se intenta salir por abajo. Las transiciones son efímeras. Chile ensancha la cancha tiempo completo y explota las bandas a morir. Hasta el accidente que sufrió con su Ferrari, Arturo Vidal era amo y señor. Mientras todos los chilenos disfrutaban de sus goles, el cuerpo técnico adoraba su versatilidad. El Rey está capacitado para realizar un amplio y bestial recorrido que puede ir de arco a arco, sea por el centro o por la banda. 

La Roja se caracteriza por su posesión y su paciencia al mover la pelota. Ahí la sociedad Vidal-Aránguiz-Valdivia es vital. Sus pinceladas engranan la maquinaria ofensiva. Incluso, si el equipo profundiza, mucho se lo debe a Valdivia. El volante, que defiende la pelota como pocos, es la usina permanente de fútbol, el destello de magia. El tipo conecta las líneas de maravilla y pone el pase milimétrico que nadie ve. 

Indescifrable, Alexis Sánchez explota su potencial por las bandas, en especial por derecha, para dañar al rival desde afuera hacia adentro. El 7 creció con el transcurso de los partidos, al igual que Vargas. Turboman empezó como suplente el torneo y se transformó en una pieza clave. El delantero demostró tener gol, y hasta se fabricó sus propias situaciones cuando al equipo le costaba elaborar juego.

LAS DEBILIDADES
“Somos la selección de menor altura del torneo”, admitió Sampaoli en el amanecer de la competencia. El entrenador estaba y está preocupado, porque a su equipo le cabecean fácil. 

Por otra parte, al jugar con las líneas adelantadas -habrá que ver si será tan así ante Argentina-, la pasa mal cuando es contragolpeado. La pelota al vacío, de frente a los centrales, es una daga.

Además, y si bien no tiene que ver con su aspecto defensivo, le cuesta convertir. Sin un goleador natural entre los titulares, necesita generar muchas situaciones para llegar al gol. “Eso no nos preocupa; nos quedamos con la búsqueda, con la insistencia”, concluye Beccacece.