TMA: Todo menos Argentina

No sólo hay fútbol en el Estadio Nacional

Debajo de una de las tribunas de la cancha más emblemática de Chile, en la que se jugará la final de la Copa América, encontramos el Taller de boxeo que está a cargo de Martín Vargas Fuentes. Radiografía de una actividad que busca rescatar a los chicos de los malos hábitos.

Por Darío Gurevich ·

28 de junio de 2015
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SANTIAGO, Chile (Enviado especial).- Debajo de las tribunas del Estadio Nacional, que cobijó y cobijará a Chile en todos sus partidos de la Copa América, que será el escenario de la final que se disputará el próximo domingo a partir de las 18, se tejen historias: lindas y feas. Pero historias al fin. 

Al caminar alrededor del estadio chileno más importante, se observa una puertita de uno por dos metros, y arriba de la misma se lee: “Taller de boxeo”. Tras pasar el acceso, se ven a 15 chicos entrenando bajo las órdenes de Martín Vargas Fuentes, que recibe a El Gráfico con la calidez que no tenía arriba del ring. Momento. ¿Quién es el señor que nombramos?

“Nací el 24 de enero 1955 en Osorno, Chile, y trabajo en Santiago. Fui campeón de mi país a los 16 años, competí en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, debuté el 25 de marzo de 1973 como profesional, me consagré campeón de Chile en 1974, al año siguiente fui campeón sudamericano, continental y latino; y peleé cuatro veces por el título del mundo en la categoría mosca: dos contra Miguel Canto, una ante Betulio González, y otra frente a Yoko Gushiken -adelanta Vargas Fuentes, que no ganó ningún combate de los mencionados-. Peleé 22 años entre amateur y profesional; dejé en 1987, volví en 1997 y me retiré a los 43 años, en 1998”. 
Imagen Vargas Fuentes, leyenda del boxeo chileno, posa en la puerta del Taller.
Vargas Fuentes, leyenda del boxeo chileno, posa en la puerta del Taller.
El gimnasio es sencillo. La puerta diminuta nos conduce hacia un espacio mediano, en el que se puede entrenar con comodidad. Rápido, de frente, se encuentran 17 bolsas distribuidas a lo ancho del lugar. A la derecha, se luce un mural dedicado a Muhammad Ali, y al fondo a la izquierda, está el ring, que es más amplio de lo que uno fantaseaba antes de entrar. “Somos tres profes, y fanáticos de Muhammad Ali, que es el único grande en el boxeo mundial. Nadie lo podrá imitar”, explica Vargas Fuentes. 

Sin embargo, aún persiste la duda. ¿Por qué hay un gimnasio debajo de una de las tribunas de la emblemática cancha? “Chile Deportes puso a mi cargo el Taller de boxeo, que es un gimnasio recreativo, para poder ayudar a chicos de bajos recursos. Si después llegan a un sitial grande en el boxeo amateur o profesional, mejor. Pero a mí no me pagan para que ellos peleen; ahora, si alguno quiere prepararse para pelear, es otra cosa”, admite Vargas Fuentes. 
-Qué gratificación, imagino. No sólo transmitís tus conocimientos, sino que también alejás a los chicos de los malos vicios…
-Sí, todos estamos pendientes de sacar a los pibes del alcohol, de las drogas, la mala junta, los pandilleros que aquí, en Chile, son peligrosos. El país es bueno, pero la raza de mierda que tenemos es mala. Ahí está el problema.
-¿En qué hacés hincapié en el trabajo con los chicos?
-Antes de empezar la clase, les explico lo malo y lo bueno que puede pasar en el boxeo nacional e internacional. Primero, la charla y luego el entrenamiento: gimnasia aérobica, ejercicios de fuerza y después bolsa y guanteo.
-¿Qué representa este Taller para vos?
-Es impresionante… Fui un privilegiado por haber salido de la muerte. Una vuelta estuve tres meses internado, pero no me quería morir. El de arriba me sacó porque quería que estuviera acá, en el Taller. Nunca pensé que el boxeo se me iba a acabar, y esto es una manera de continuar.