La Selección

La Selección estaba para golear y se le escapó en el último minuto

Ganaba 2-0 con comodidad y lujos, con tantos de Agüero y un inspirado Messi de penal. Pero erró muchos goles, se quedó sin piernas en el complemento y sufrió el empate sobre la hora de un argentino nacionalizado, Lucas Barrios.

Por Diego Borinsky ·

13 de junio de 2015
Imagen Messi esquiva a Silva y luego rematará cruzado y desviado.
Messi esquiva a Silva y luego rematará cruzado y desviado.
Un puñal helado. El zurdazo del argentino nacionalizado paraguayo Lucas Barrios que se clavó en el palo derecho del arco de Chiquito Romero en el minuto 89 le dio el empate a la Paraguay del DT argentino que no debe nacionalizarse para dirigirla. Podría decirse que Argentina le empató a Argentina, y estaría bien desde el hecho puntual y concreto del autor del empate y del conductor táctico, pero también desde el concepto, porque el equipo de Martino debió haber cerrado la noche con 4 o 5 goles de diferencia sobre su rival y no lo hizo por falencias propias al momento de definir, por un lado, y por no saber frenar el vértigo y manejar la pausa por el otro.

Hasta el minuto 15 del complemento, Paraguay había pateado una sola vez al arco y una docena de veces, al menos, a las piernas de los futbolistas argentinos. La brusquedad y mala intención con que salieron a raspar los soldados de la Albirroja resultó sorprendente. Pareció una línea bajada desde el comando técnico: no dejar respirar a los argentinos, irles fuerte abajo, hacerles sentir el rigor.

Pero a los 15 de la segunda etapa, justo un minuto después de que Haedo Valdez pateara por primera vez al arco y Chiquito Romero se luciera con una volada, como en el Mundial en las pocas ocasiones en que lo requerían, el mediocampo argentino perdió un balón en la salida y en un instante el mismo Haedo Valdez volvió a tener el arco de frente con la pelota cerca del área sin adversarios a la vista y la clavó cerca del ángulo. Chiquito estaba varios pasos adelantados, una posición lógica para un equipo que ataca con tanta gente y se descubre tanto atrás. Es la contracara del modelo. Martino, como Guardiola en el Barcelona, asume riesgos. Y en ese instante azaroso, comenzó a cambiar el partido.

Es cierto, después de ese descuento, Messi casi convierte un gol de esos antológicos a los que nos tiene acostumbrados tras arrancar desde el medio, tirar una pared con un rival, esquivar al arquero y definir cruzado sin precisión, con tres paraguayos tirándose al piso desesperados en el retroceso. Y luego de esa, el Flaco Pastore le quemó las manos al buen arquero Silva. Pero aún con esas a favor, Paraguay archivó su misión de TEG de “destruir al rival de la derecha” (de enfrente en este caso) y comenzó a jugar con sus armas futboleras.

Argentina se quedó sin marca en el medio y comenzó a llenarse de faltas cerca del área. Y aunque el fútbol no es básquet, estaba claro que por esa vía del centro, Paraguay podía complicar. Si no hay faltas, no hay centros. O al menos centros con pelota detenida y jugadas preparadas. Así llegó el 2-2 tras una infracción del recién ingresado y frío Biglia, que también perdió al delantero que se la bajó de cabeza a Barrios para sellar la igualdad.

Por supuesto que son mayoría las señales positivas de este empate amargo. Argentina salió a jugar el partido con una determinación y personalidad sorprendentes, como si el mandato de la presión alta, la recuperación rápida, el fútbol circular de pases a alta velocidad se hubiera hecho carne y bandera en el plantel. Mascherano jugó más de defensor que de volante, iniciando las acciones desde el fondo; Banega y Pastore intercambiaron posiciones y fueron socios de todos; el Kun estuvo picante para aprovechar cada pelota, incluida el pase atrás corto de un defensor paraguayo para eludir al arquero y convertir el 1-0; Di María fue un demonio hasta pasándose varias veces de revoluciones y Roncaglia y Rojo fueron dos wines que se mostraron como alternativa de pase en ataque a cada instante.

Messi, como siempre, merece un párrafo aparte. Tiró caños, tacos, gambetas, levantó el “ohhh” lleno de admiración del estadio, metió un penal y nos dejó con las ganas de gritar uno de esos golazos que se repetirán por siempre en TV. Metió uno más después del penal, pero no valió por una sencilla razón: entró él al arco y no la pelota.
Martino les dio minutos a Tevez, Higuain y Biglia, confirmando que sobran las variantes. Es una pena que una victoria cómoda haya mutado en empate inesperado, pero aún con detalles para corregir, la ambición y la convicción de la Selección indican que va por el buen camino.
 

LA SINSTESIS
ARGENTINA (2): Romero; Roncaglia, Garay, Otamendi, Rojo; Banega (80’ Biglia), Mascherano, Pastore (75’ Tevez); Messi, Agüero (75’ Higuaín), Di María. DT: Gerardo Martino.
PARAGUAY (2): Antony Silva; Marcos Cáceres, Paulo Da Silva, Pablo Aguilar, Samudio; Bobadilla (65’ Edgar Benítez), Víctor Cáceres, Ortigoza, Richard Ortiz (ST Derlis González), Haedo Valdez; Santa Cruz (78’ Barrios). DT: Ramón Díaz.
GOLES: 29' Agüero (A); 36' Messi (A), de penal; 60’ Haedo Valdez (P), 89’ Barrios (P).
ARBITRO: Wilmar Roldán (Colombia).
ESTADIO: La Portada (La Serena).
Grupo B, fecha 1. Jugado el 13 de junio.