La Selección

Los desafíos de la Selección en el primer test relevante del ciclo Martino

El cambio de módulo y de filosofía. La inserción paulatina de la nueva generación de jugadores. El voto de confianza para Carlitos Tevez.

Por Elías Perugino ·

12 de junio de 2015
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LA SERENA, Chile (Enviado especial).- Mañana, cuando debute oficialmente en una competencia bajo la dirección técnica de Gerardo Martino, la Selección comenzará a transitar un camino de doble mano. Por un lado, la cristalización de un objetivo a corto plazo: levantar la Copa y cortar una sequía de 22 años sin títulos en mayores. Por el otro, la consolidación de una paulatina mutación en el juego y en los ejecutores de ese libreto, con la finalidad de afirmar una identidad futbolera que desemboque en el Mundial 2018.

La Copa América será el primer test relevante del ciclo Martino. Al técnico rosarino debe elogiársele la prudencia con que surfeó el año inicial de trabajo. Aunque su ideario futbolero es ostensiblemente más audaz que el profesado por su antecesor  Alejandro Sabella, y pese a que no todos los integrantes del plantel satisfacen a pleno su exigente paladar, se propuso generar una transición lenta, prolija y elegante. Y lo ha conseguido en base al sentido común. Lejos estuvo Martino del borrón y cuenta nueva. Por el contrario, ha sabido impregnar parte de su filosofía sin dinamitar aspectos colectivos del ciclo anterior, convencido de que enriquecer valía más que suplantar. Y ha dejado trabajar al tiempo para que decante naturalmente otras cuestiones, como la inserción del módulo táctico que más lo seduce (el innegociable 4-3-3) y la incorporación de aquellos jugadores que le inspiran mayor confianza para plasmar el proyecto.

En relación con la que alcanzó la final de Brasil 2014, la Selección de 2015 maneja la presión alta. Progresa con más insistencia por las bandas. Enriqueció su juego interior. Aumentó los niveles de posesión de pelota. Y todo eso fue conseguido sin demasiadas variaciones de intérpretes, al menos en el once titular. Por ahora, el recambio se ha manifestado más en  aquellos que completan la nómina del plantel que en las formaciones iniciales. Acaso porque el verdadero golpe de timón en cuanto a los nombres se inicie con más virulencia luego de esta Copa. Si las circunstancias no obligan a otra cosa, y si ellos responden a la altura de lo que Martino pretende, este torneo podría afirmar apenas a dos nuevos entre los once de base: Nicolás Otamendi y Javier Pastore. El tiempo de los Lamela o de los Guzmán llegará tras la experiencia trasandina.

Como siempre, Tevez representa una situación especial. No es un chico que empieza, aunque haya llegado a Chile con ese ímpetu. Pero estos 25 días serán cruciales para Carlitos. Por lo que produzca dentro de la cancha y por los indicativos que proporcione fuera de ella. Martino quiere medirlo futbolísticamente, pero también mensurarle sus reacciones humanas. Saber si se bancaría ser uno más en el rebaño, pese a su innegable estatura de estrella. A diferencia de Sabella, que sacó sus propias conclusiones sin probar la convivencia de Tevez con sus compañeros estelares, Martino le otorgó el beneficio de la duda y lo observará con doble lupa. De Tevez, entonces, dependerá que esta convocatoria sea la punta del iceberg o una experiencia liviana y pasajera.

Se acerca la hora señalada. Mañana se inicia oficialmente la Era Martino. Un proceso que promete cambios audaces y sustanciales, pero atados a la prudencia y al sentido común. De eso se trata: aprovechar los anteriores cimientos y construir más gloria.