Gritos lejanos

En la Argentina vivimos al ritmo de un videoclip fantasmagórico. El zapping de la realidad cotidiana nos salpica con secuencias tan alocadas que parecen inverosímiles. Pasan tantas cosas al unísono que ni los avezados videographistas de Crónica TV dan abasto para confeccionar las placas rojas. No hay respiro ni chaleco protector para tanta metralla de temas…

No es exageración, ¿eh? Repasemos los títulos de los diarios… Una boa perdida en Banfield. Dos fiscales en pugna tras la muerte enigmática de Nisman. Nisman y sus amigas de la noche vip. La boa recuperada. Nazarena Vélez de duelo. Nazarena Vélez en topless por el Caribe. Aníbal Fernández tirando la primera piedra sobre cualquier tema. Más crímenes narco en Rosario. Inundaciones feroces en el centro del país. Incendios forestales en el sur. Dos helicópteros que caen en La Rioja repletos de franceses que jugaban al reality-show. Vicky Xipolitakis desnuda por las calles Miami, autoproclamándose conejita de Playboy. Radicales tocando el bombo en Gualeguaychú. Vicky Xipolitakis “detenida” en Miami. Lázaro Báez esquivando acusaciones con más cintura que Rojitas. Rafa Di Zeo y Mauro Martín durmiendo como angelitos [1] en un avión. Cristóbal López sumando la enésima compañía a su polirrubro. Una abuela de 91 años que peregrina de Tucumán hasta la Basílica de Luján. Apenas 31 candidatos para Jefe de Gobierno porteño en las próximas PASO. La detención de un “cocinero narco” en Olivos enfundado en una remera de Breaking Bad. Cincuenta balazos en el frente de la casa de Carlitos Nair. Un emirato que declara persona no grata a una ex mujer de Maradona. La difusión pública del service del brazo ortopédico del gobernador Scioli en Francia. El embarazo de la hija de la Presidente. Más adolescentes asesinadas. La lista de “agentes secretos” divulgada como si fuera la del Tata Martino para la Copa América. Un diputado a punto de asumir que intenta facilitar el ingreso al país de un cantante colombiano con 30.000 euros falsos…

Entonces uno, sentado frente a la compu, con la tipografía puesta en cuerpo 28 para atenuar los efectos de la miopía galopante, tratando de abstraerse de toda esa marejada como si en realidad viviera en un cantón suizo, [2] se dispone a apretar la primera tecla para escribir este Disparador y se le congelan las falanges. Lógico. El fútbol es tan poca cosa en comparación con esa “actualidad candente”, como decía Horacio Galloso [3] en Noticiero 13… Pero temas, sobran, brotan por decenas. ¿O no? El aroma a desquicio que ya destila el torneo de 30 equipos. El engorde crónico de la chequera del Fútbol Para Todos. La ¿sorprendente? reunión entre Marcelo Tinelli y Máximo Kirchner y sus probables implicancias en el futuro del fútbol local. La importancia del ingeniero agrónomo del Monumental en el aterrizaje forzoso del River de Gallardo. La reconciliación entre los bellos durmientes de La Doce. La abrupta marcha atrás de la seguridad bonaerense en su idea de restituir el fútbol con hinchas visitantes durante 2015. La plausible iniciativa de la AFA al repartir desfibriladores entre todos los clubes del ascenso. Los debates subterráneos en busca de conquistar el sillón máximo de la calle Viamonte...

Son temas puntuales, están ahí, al alcance del teclado. Todos sirven, es cuestión de sopesarlos y optar. Y mientras la decisión se decanta, el televisor reproduce en mute las imágenes de Rafaela-Central, el cruce entre el último y el primero del campeonato. Hay silencio en el ambiente. El silencio denso de esas tardes de domingo que encima son un engranaje más de un feriado largo. Y entonces se escucha el alarido. El rugido feroz de dos vecinitos de entre 9 y 11 años gritando un gol como enajenados. En Rafaela-Central no ha pasado nada. Tampoco en Defensa-Racing. Menos en Estudiantes-Banfield, todos partidos en disputa, disponibles en el cable. Donde sí pasó algo es en el Camp Nou. Allá, en Barcelona-Real Madrid, Messi lanzó un centro aterciopelado y el francés Mathieu [4] la clavó furiosamente de cabeza. Los chicos gritaban eso: el gol de un francés, a 11.000 kilómetros de Monte Grande, en un partido enorme pero de un torneo ajeno. Un gol que ni siquiera había metido Leo...

Cuando éramos chicos quienes hoy somos grandes, eso era impensado, la globalidad futbolera era tela para los textos de Ray Bradbury. [5] No había internet, ni videojuegos sustentados en el fútbol, ni televisión por cable que nos acercaran imágenes e información, y nos indujeran a simpatizar con equipos de afuera. Y los futbolistas argentinos en el exterior se contaban con los dedos de una mano. Para tener una camiseta de un equipo extranjero había que viajar –acto para nada usual en los años setenta– o tener familiares afuera. Como mi hermano y yo, que cada tanto lucíamos las azules de Cruzeiro que nos mandaban nuestros tíos desde Belo Horizonte. Pero era un orgullo pequeño e inválido, porque los demás pibes que jugaban con nosotros en el campito de la vuelta no sabían que Cruzeiro era un equipo. Pensaban que las remeras eran la propaganda de la aerolínea que veían aterrizar cada día en Ezeiza, en cuya cola azul brillaba la Cruz del Sur, [6] la misma constelación del escudo de Cruzeiro, bordada a la altura del corazón en las camisetas. Hoy vas a una casa de deportes y te llevás la original del Barça, la alternativa del Manchester City o la última de la selección rusa. Prendés la tele y podés ver en directo partidos de ocho ligas extranjeras y todas las copas. Das con el link correcto y te llega en vivo Sri Lanka 0 - Bután 1. [7]

Mientras lo de afuera luce tan prolijo y seductor, en la Argentina no solucionamos la barbarie de los barras, alejamos a las familias de los estadios, gastamos más horas de tele en las polémicas de conventillo que en difundir el juego y las historias de vida de sus protagonistas, regamos la plantita de las chicanas y el ventajeo, no mejoramos la infraestructura de los estadios, descuidamos las inferiores, le damos manija al ganar como sea…

Si hay un rasgo inalterable entre aquella infancia y esta adultez, ese rasgo es la pasión futbolera, indestructible a pesar de los pesares. Los chicos de hoy respiran fútbol como los pibes de ayer. Pero para canalizar esa pasión cuentan con el frondoso menú que les proponen el bombardeo multimedia y las coqueterías del merchandising. A veces da la sensación de que el fútbol argentino no se anotició de la mutación. No despierta de su pesadilla narcótica. Permanece enredado en sus malicias crónicas.

Que sepa el fútbol argentino que a las nuevas generaciones no las van a tentar con espejitos de colores. Si no hay sustancia adentro, la buscarán afuera. Si los chicos ya están gritando goles de Mathieu a 11.000 kilómetros de distancia… 

Por Elías Perugino

Textos al pie

1- Reconciliados tras años de pelea, Mauro Martín y Rafa Di Zeo reaparecieron como capos conjutos de la barra de Boca. En el viaje a Venezuela fueron retratados por un fotógrafo de Olé mientras dormían plácidamente.

2- Suiza está integrada por 26 cantones o estados. Tiene cuatro idiomas oficiales: alemán (lo habla el 63% de su población), francés, italiano y romanche.

3- Locutor y periodista, fue la cara de las noticias de Canal 13 durante 25 años. Su verdadero nombre era Benigno Simón Galloso. Murió en 2012, a los 79 años.

4- Jérémy Mathieu tiene 31 años. Nació en Luxeuil-les-Bains. Llegó a Barcelona en 2014, tras jugar en Sochaux, Toulouse y Valencia.

5- Escritor estadounidense, maestro de la ciencia ficción. Entre sus obras más destacadas figuran Crónicas marcianas, El hombre ilustrado y Fahrenheit 451.

6- El verdadero nombre de la compañía era Serviços Aéreos Cruzeiro do Sul. Funcionó como aerolínea independiente entre 1927 y 1993.

7- Con esa victoria, válida por las Eliminatorias para Rusia 2018, Bután salió del último puesto del ranking FIFA. Luego venció 2-1 como local y pasó de fase en la zona asiática.

 

Nota publicada en la edición de abril de 2015 de El Gráfico