Análisis

El día después de Ginóbili

Manu anunció lo que todos temían que dijera. Las chances de volver a la Selección son mínimas y su retiro está cerca. Una figura difícil de suplantar con una historia irrepetible.

Por Redacción EG ·

09 de abril de 2015
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Desde los primeros Juegos Olímpicos hasta el 2000, la selección argentina de básquet sólo participó en tres ocasiones: 1948, 52 y 96. El cambio de década modificó la suerte y Argentina estuvo en las primeras tres Olimpíadas. No sólo eso: ganó la medalla de oro en Atenas, de bronce en Beijing y fue cuarto en Londres.

Nunca está de más contextualizar al deporte de los aros para entender la magnitud de la Generación Dorada. Y dentro de ese equipo, Manu Ginóbili fue el más relevante. Por rendimiento con la albiceleste, actitud, anillos de NBA y hasta opiniones de sus propios compañeros, la afirmación es indiscutible. A los 37 años, el fin de ciclo es inminente. Públicamente ya descartó el preolímpico de Monterrey que se jugará este año y calificó de “ínfimas” las chances de estar en Río 2016.

Imagen En Beijing 2008 fue abanderado de la delegación argentina en la ceremonia de inauguración.
En Beijing 2008 fue abanderado de la delegación argentina en la ceremonia de inauguración.
Mucho se había especulado con este momento. Se hablaba del día después, pero el reloj biológico–y el consecuente deterioro físico- no se puede parar. Osvaldo Orcasitas, con su optimismo característico, decía en 2008: “"Hay vida después de la generación dorada, siempre hubo. Pero eso sí, no hay que aventurar demasiado, no hay que anticiparse a lo que va a pasar".

El hockey femenino despidió a su Maradona, Luciana Aymar, y el tenis masculino hizo lo propio con la legión que protagonizó un Roland Garros 2004 memorable. Aún está fresco el recuerdo de un excelso polideportivo que coincidió en tiempo y espacio. Sin embargo la chicharra del final le llega a todos. Todo indica que la temporada 2015 en los Spurs, será la última de Ginóbili como profesional.

Imagen El oro en Atenas 2004 sacó la espina de Indianápolis 2002.
El oro en Atenas 2004 sacó la espina de Indianápolis 2002.
Si bien los problemas físicos le quitan minutos de juego, el retiro no llegará por decantación, sino como una decisión para despedirse en buena  forma. “Trato de apegarme cada vez más a esa filosofía nueva que tengo, que es tratar de disfrutar más el día a día y no dominarme por el resultado”, dijo en una entrevista a La Nación.

Razonamiento lógico: si Manu está bien físicamente, juega en buen nivel y si juega en buen nivel, disfruta. En 2014 conquistó su cuarto anillo. En la serie decisiva, San Antonio le ganó a Miami Heat, contrariamente a como había terminado un año antes. En aquella final de 2013 el bahiense no había tenido una buena actuación y muchos se apresuraron a hablar del retiro. Un año después cambió incertidumbre por laureles.

Imagen Pase de faja en enero de 2015. La magia perdura.
Pase de faja en enero de 2015. La magia perdura.
Lejos de colgarse en el cuadrito de ídolo, adelantó la meta unos metros más. Algo de eso también sabe Tim Duncan, su fiel compañero que ya tiene 38 años y pelea abajo del aro como si tuviera 25. Junto a él y a Tony Parker, conforma desde 2002 (año de su llegada y la del base francés) el “Big Three”, una relación de mutualismo basquetbolístico. Para Gregg Popovich siguen vigentes y acude a ellos en instancias decisivas. Los tres en cancha le dieron resultado: ganó más de 500 partidos como sólo Larry Bird, McHale y Parish (540), el fabuloso trío de los Boston Celtics, superó.

Ginóbili llegó a la NBA mediante el draft en 2002 después de ser subcampeón en el Mundial de Indianápolis y ganarle al Dream Team en su propia tierra. A nivel clubes, ya se había destacado con 4 títulos en el Kinder Bolonia italiano. De todas maneras, muchos imaginaban que jugar en la liga más importante del mundo su techo profesional. No era poca cosa: en casi 50 años, desde estos pagos sólo lo habían conseguido Pepe Sánchez y el Colorado Wolkowyski.   

Pero atravesó el techo. Fue el primer argentino en obtener un anillo de NBA y luego ganó tres más. Es ídolo y referente en San Antonio, superó los 800 partidos en temporada regular, jugó dos All-Star Game, fue elegido entre los mejores 100 de la historia de la NBA y les abrió la puerta de la gran liga a varios compatriotas. Una máquina que además supo transmitir valores y un liderazgo difícil de poner en palabras. Le queda poco adentro de la cancha y probablemente bastante alrededor de la bola naranja.

El día después de Ginóbili se aproxima irreversiblemente. Como mínimo, quedan dos cosas: la temporada 2015 y la sensación de que más no se le puede pedir a uno de los deportistas argentinos más trascendentales de la historia.  

Imagen El "Big Three" compartió cancha durante más de 12 años. Son ídolos.
El "Big Three" compartió cancha durante más de 12 años. Son ídolos.


Por Pedro Molina