¡Habla memoria!

La Détente del ping-pong

En abril de 1971 una delegación de bandera estadounidense visitó por primera vez la China comunista. La excusa fue jugar al ping-pong, pero detrás de ello se escondió una movida diplomática que aflojó la desgastada disputa sino-americana.

Por Redacción EG ·

30 de marzo de 2015
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“Pensé que volvería a Vietnam, pero decidieron que la mejor manera de que yo luchara contra los comunistas era jugando al ping-pong. Un tiempo después, fuimos los primeros americanos que visitaron China en un millón de años”. El mítico personaje de Forrest Gump, interpretado por Tom Hanks en la película homónima, cuenta brevemente –y a su manera- su participación en lo que se llamó La diplomacia del ping-pong, una serie de partidos de tenis de mesa que sirvieron de excusa para que una delegación de bandera estadounidense visitara China por primera vez desde la Revolución maoísta.

El marco temporal es imprescindible para entender la importancia del acercamiento. En ese amanecer de la década del setenta la humanidad estaba cansada de las alertas nucleares. La destrucción mutua asegurada había evitado que la Guerra Fría se calentase, pero las tensiones entre Estados Unidos y los países del bloque oriental no daban tregua. Sumado a eso, los Occidentales, envueltos en crisis internas, no podían ceder terreno, y la probada inviabilidad del socialismo no menguaba, aún, la ceguera de la Unión Soviética y sus radares. Y allí, en un limbo peligroso despojado de aliados, estaba la China de un Mao Zedong viejo y enfermo, legataria irredenta de la doctrina marxista-leninista. En ese polvorín cualquier retroceso significaba un renunciamiento y los grandes cambios dependían de los pequeños detalles. Algo tan irrisorio como un partido de ping-ping tenía el poder de cambiar el mundo. Y Glenn Cowan y Zhuang Zedong decidieron tomar la paleta por el mango.

La historia oficial sostiene que Cowan y Zedong se conocieron de casualidad cuando el primero, representante estadounidense, abordó accidentalmente el colectivo de la delegación china, liderada por el segundo, en el Mundial de ping-ping de Nagoya el 4 de abril de 1971. Allí, al parecer, ambos competidores se hicieron buenos conocidos y Zedong invitó a Cowan a visitar China, un convite que se concretaría tan sólo seis días después. Para el historiador del deporte Tim Boggan, en cambio, la movida estuvo lejos de ser azarosa y llevó meses de preparación. Según él, los asesores de Mao le habían recomendado al líder una muestra de apertura para reflotar el Gran Salto Adelante, un paquete de medidas reformistas que había fracasado estrepitosamente causando pobreza y hambruna. Independientemente de eso, cualquiera haya sido el modus operandi, la visita de la delegación estadounidense marcó un quiebre en el tablero de la Guerra Fría. El acercamiento entre China y el bloque occidental puso en jaque el poderío de la Unión Soviética en la región y la obligó a replegarse.

“Nos dijeron que la paz mundial estaba en nuestras manos y cuando regresé a Estados Unidos era más famoso que Pinocho”, cuenta Forrest Gump, en una escena de la película que lo sienta junto a John Lennon en los estudios del entrevistador Dick Cavett. En esa secuencia, el personaje ficticio encarna a la perfección al Glenn Cowan posterior a La diplomacia del ping-pong.

Aquella delegación, compuesta por nueve jugadores estadounidenses, cuatro funcionarios y las esposas de dos de ellos, que pisó el suelo de Pekín para jugar varios partidos de exhibición entre el 11 y el 17 de abril de 1971, fue una efectiva embajadora del deshielo. Además, a través de la creación del Comité Nacional sobre Relaciones EEUU-China (una especie de teléfono rojo sino-americano), posibilitó que en febrero de 1972 Richard Nixon, presidente estadounidense republicano y anticomunista, realizara una histórica visita oficial al palacio Zhongnanhai para reunirse con Mao.

Es difícil determinar cuántos partidos se jugaron y cuáles fueron los resultados. Esa indefinición acerca de los juegos en sí demuestra que la verdadera razón de Estado se escondía detrás del deporte. Esa apertura del gobierno de Pekín y esa predisposición de Nixon para el acercamiento constituyeron factores decisivos para la transformación china, que tras la muerte de Mao en 1976 se abrió a una economía mixta que convirtió al país más poblado del planeta en una potencia mundial. También fue la puerta de la Détente entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En abril de 1971, con cada golpe, aquellos jugadores de ping-pong empezaron a derruir los cimientos de la Cortina de Hierro.

Por Matías Rodríguez