Primera División

De Ramiro al 5-0, un año Súper

En los últimos 365 días, Boca y River volvieron a protagonizar partidos a la altura de su historia. Los buenos presentes y la competitividad futbolística se trasladan a las chicanas.

Por Redacción EG ·

30 de marzo de 2015
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Desde el 30 de marzo de 2014, los partidos entre Boca y River recuperaron la trascendencia que siempre los caracterizó. Una relevancia que había quedado aplacada en los últimos años por malas campañas y flojos partidos.

En el segundo semestre de 2013, Gigliotti anotó el gol del triunfo en el Monumental. Boca aguantó como pudo y los tres puntos le dieron aire al entrenador de aquel entonces, Carlos Bianchi. Para desgracia del Puma, no fue una tarde inolvidable y encima aquel equipo terminó séptimo en las posiciones finales. Seis meses antes, habían empatado 1-1 en La Bombonera, y en el Torneo Inicial 2012, el primero tras el regreso de River a Primera, fue 2-2 en Nuñez.

La historia cambió en 2014. En el primer cruce, los dos merodeaban la punta aunque les faltaba un plus para ser candidatos. Ramón Díaz había estado en la cuerda floja fechas atrás y Carlos Bianchi no terminaba de imponer su aura ganadora. Por la fecha 10, protagonizaron un partidazo.

El equipo Millonario ganó en territorio adversario después de 10 años. Y no fue de cualquier manera: el segundo gol lo anotó Ramiro Funes Mori, tras un anticipo a Orión en un córner a los 41 del segundo tiempo. Terminó 2-1. Antes, Lanzini y Riquelme, con un excelso tiro libre, habían anotado un gol por lado.

En la fecha siguiente, Ramiro fue ovacionado en el Monumental mientras hacía la entrada en calor. Un poco fetichista y un poco en serio, pidieron por él para la Selección. Todavía era suplente e intentaba desligarse del prejuicio que se había ganado por ser el mellizo del errático Rogelio. Un año después, ya no es un cántico, sino una realidad: lo convocó Martino.

Para River fue el partido bisagra en la lucha por el campeonato que nueve fechas después, terminaría ganando. Los hinchas lo llamaron el “Ramirazo” y patentaron el “No Fue Corner”, un reclamo de Bianchi cruelmente ridiculizado. Porque tenía razón: el tiro de esquina en la jugada del gol, había sido saque de arco. El Virrey lo apodó el “Pitanazo”.  

En el Torneo Transición 2014, los dos cambiaron de entrenador. Para esa altura, River era la máquina de Gallardo y Arruabarrena recién tomaba las riendas en Boca. El Xeneize iba de punto y encima como visitante. Muchos adelantaban una goleada histórica, que lejos estuvo de suceder.

La lluvia inundó la cancha e insólitamente el partido se siguió jugando con algunos ribetes de waterpolo. Por abajo no se podía. Boca se adelantó mediante la pelota parada y River empató faltando 13 minutos con el ingreso de un marcador central para jugar de nueve. En La Bombonera, Funes Mori; en el Monumental, Pezzella. En La Bombonera, Pitana; en el Monumental, Vigliano. Los salvadores de River fueron defensores suplentes y los victimarios de Boca, dos árbitros. En el caso de Vigliano, alucinó una mano de Gago adentro del área y sancionó penal y roja cuando iban 40’ del primer tiempo. Luego, aguantó como pudo.

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Hubo tablas, pero habría un nuevo cruce en el mismo semestre. Cuando River se enteró que jugaría con Boca por las semifinales de la Copa Sudamericana entró en pánico escénico. Por el torneo local empató dos, perdió la misma cantidad y resignó la punta jugando con suplentes vs. Racing, el inmediato perseguidor.

La ida fue cero a cero en un partido violento que incluyó la lesión del Burrito Martínez por una patada de Vangioni. En la vuelta, Gigliotti erró un penal al minuto de juego y la cancha anímica se inclinó para el otro lado. A los 16’, Pisculichi metió el gol del triunfo y Boca nunca se repuso.

Fue el momento culmine del año súper. River festejó el 2014 invicto ante su eterno rival (incluyendo partidos de verano) y levantó dos títulos. La efervescencia del duelo volvió a su mayor nivel. Unos inflaron el pecho por los últimos resultados y quienes habían perdido, recordaban el historial, el descenso y otros triunfos más antiguos por copas internacionales.

Pero como toda rivalidad dialéctica necesita del engreimiento de las dos partes, el destino tenía una mini-vendetta guardada para Boca. El verano 2015 le sonrió por partida doble. En Mar del Plata fue un ajustado triunfo por la mínima  y en Mendoza, le propinó un histórico cinco a cero. Fue un baile adentro y afuera de la cancha. Arruabarrena dijo que hubiera preferido ganar en la Sudamericana, pero Gallardo sintió el impacto. En el vestuario, Mercado y Teófilo Gutiérrez discutieron en duros términos. Lectura entrelíneas: todas las derrotas en los superclásicos duelen.

Boca y River recuperaron el protagonismo que siempre los caracterizó. En 365 días entregaron jornadas a la altura del peso específico del duelo más importante del fútbol argentino. Ahora sí y con todas las letras, es el superclásico. 

Imagen En la ida por la Copa Sudamericana se sacaron chispas.
En la ida por la Copa Sudamericana se sacaron chispas.


Por Pedro Molina