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Matías Rossi, doble objetivo

El Misil, como se lo conoce al piloto de Del Viso, conquistó a los 30 años los títulos de Turismo Carretera y Turismo Nacional. Superprofesional, con mentalidad ganadora y frontal al hablar, siempre va por más.

Por Redacción EG ·

05 de febrero de 2015

Imagen DOS TITULOS en una semana no es común, pero Rossi lo hizo: campeón de TN en Olavarría y de TC en el Gálvez.
DOS TITULOS en una semana no es común, pero Rossi lo hizo: campeón de TN en Olavarría y de TC en el Gálvez.
Apenas asomó su talento en el firmamento automovilístico argentino, el ojo clínico de un experto como Juan María Traverso lo adoptó como uno de sus predilectos. Y ante cada uno de sus logros, Matías Rossi sabe recibir el mensaje “Bien, pendejo”, que no cabe duda de que le pertenece al múltiple campeón. “Siempre tuve una muy buena onda con el Flaco y cada tanto disfruto de tomar un cafecito con él”, reconoció con cierto orgullo el flamante campeón de TC, cuyo debut en esa categoría, el 11 de mayo de 2003 en Buenos Aires, se produjo precisamente al comando de una Chevy que había sido del Flaco.

Pero entre los consagrados, no solo Traverso hizo un guiño de satisfacción por el éxito de Rossi. Por ejemplo, Norberto Fontana expresó que con este título se recibió de piloto; el Pato Juan Manuel Silva consideró que fue tan justo como merecido, y Guillermo Ortelli enfatizó que fue imbatible gran parte del año y ante cualquier rival.

Es cierto que flotaba en el ambiente esta incógnita: ¿Y si no lo gana? En las últimas cinco de las siete temporadas se había perfilado como candidato al título, pero, por distintos motivos, la alegría en el desenlace le resultaba siempre esquiva. A Rossi parecía no afectarle esa presión de acariciar los títulos y después quedarse con las manos vacías, pero, indudablemente, la procesión iba por dentro, porque en su caso ya no alcanzaba con hacer todo bien, era indispensable algo más, como sucedió en el 2014, que al ser tan contundente su ventaja para la última carrera del año, dejó poco margen para la sorpresa.
Y así sucedió... Finalmente, venció por 279 puntos de diferencia con respecto al único rival que llegó con posibilidades de hacerle sombra en Buenos Aires. Rossi sumó 835 puntos, y Ledesma, su inmediato escolta, 556, lo que marcó, en definitiva, que la discusión por el título se dirimiese entre dos Chevrolet.
Rossi había estado muy cerca del título en cinco oportunidades: en 2007 cuando quedó como subcampeón, justamente detrás de Ledesma, mientras que en 2010 ganó tres carreras y cuando se encaminaba al título, decayó sobre el final y finalizó tercero en la Copa de Oro. En 2011 terminó a apenas 0,25 puntos del campeón Ortelli, y la estadística indica que fue segundo en la Copa de Oro y tercero en la clasificación general. En el 2012, todo era a pedir de Matías, porque se impuso en la etapa regular y cuando el título ya se veía en el horizonte, la ACTC modificó el reglamento y se consagró el Ford de Mauro Giallombardo. Rossi quedó otra vez subcampeón y con el sabor amargo de sentirse traicionado al cambiarse las reglas en pleno campeonato.

Y el capítulo de 2013 acentuó aún más el peregrinaje de Rossi en busca de la esquiva consagración, porque costó que cicatrizara ese toque desequilibrante de Ortelli en San Luis cuando Matías ganaba y se abrazaba al título. Con aquella increíble embestida, la victoria le quedó servida en bandeja a Diego Aventin, y la historia tuvo nuevamente un final con bronca para el de Del Viso. “Ese toque de Ortelli me perjudicó mucho en el campeonato y aquellos puntos perdidos fueron muy difíciles de recuperar. Por mi forma de ser, acostumbrado a no guardarme nada, al opinar sobre un referente como Ortelli se armó un gran revuelo. Pero no pasó nada raro, simplemente opiné y se instaló en los medios porque se trató de dos pilotos conocidos”, sentenció Rossi.

Y sí, en más de una oportunidad, la sinceridad lo puso en el centro de la escena, porque muchas veces las opiniones diferentes son interpretadas como ataques, más allá de analizarse si sus fundamentos son razonables o no. Frente a tantas temporadas con desenlaces negativos por situaciones impulsadas por otros, Rossi expresó sus quejas, intentó hacerse oír, pero nunca bajo los brazos, siguió, aunque enojado, con la mente puesta en el objetivo, que no era otro que consagrarse campeón.

Rossi siempre asumió su condición de piloto profesional, y jamás se apartó de esa línea. Por eso, su agenda, temporada tras temporada, se observó completa, con la participación en tres categorías, que lo obligó a mantener una disciplina y una concentración para estar preparado ante cada cambio de chip y hacer rendir al máximo a los distintos autos que le tocaba conducir. El TC, TC2000 y luego el Súper TC2000 y Turismo Nacional fueron testigos de ese elogiado profesionalismo.

“En este deporte se hace muy difícil ser consistente frente a las exigencias, porque muchas veces no se tiene la posibilidad de manejar autos de punta y en el automovilismo no es sólo el piloto, es un conjunto de cosas. Y para destacarte necesitas sí o sí tener autos de excelente nivel. Hay pilotos muy buenos que a veces no están sentados en los autos que se merecerían. Y en otras, puede depender mucho de uno mismo, de no tener la consistencia que se necesita para afrontar determinado desafío”, supo describir Matías.

Imagen SU CHEVROLET pasando frente a los entusiastas hinchas de "La 15".
SU CHEVROLET pasando frente a los entusiastas hinchas de "La 15".
¿Cómo nacieron sus apodos? “El de Misil, en realidad, lo empezamos a decir en rueda de amigos, me gustó y lo adopté. Así que puedo decir que Misil fue como si me hubiese autobautizado. Y al poco tiempo, la gente comenzó a saludarme como Misil y enseguida quedó instalado. En cambio, el de Granadero surgió de una conversación entre Marcelo Mercado, relator de TC2000, e Ingaramo, que en ese momento era el jefe de prensa de Chevrolet. Nunca me quedó bien en claro cómo me relacionaron con un Granadero, pero tal vez surgió porque me vieron flaco y alto, no lo sé... Lo que sí, en toda la época del karting siempre había sido Mati y ahora en los fines de semana de carrera me suelen decir más Misil o Granadero que Matías”.

Si bien de chico creyó que iba a ser futbolista, cuando empezó a correr en karting a los 11 años, no pensó en otra cosa más que en estar arriba de un kart en pista y salir a competir. Fueron días difíciles porque le tenía que ganar la pulseada a su mamá, que no quería saber nada con verlo correr por lo riesgoso de este deporte. Pero, bueno, al tener el ok de su papá, Norberto, lo pudo seguir haciendo.
Antes de subirse al karting, probó suerte en la inferiores de River y quedó preseleccionado para seguir yendo, pero no volvió. “No sé cómo habría sido como futbolista, de chico andaba bastante bien, pero también influía que jugaba todo el día”, reconoció, aunque de haberse tratado la prueba en Independiente, el club de sus amores, tal vez la historia se hubiera escrito de manera diferente.

Matías siempre fue defensor de quemar todas las etapas que sean necesarias. Por eso, en cinco años de competencia en el karting, compitió en dos mundiales, un Panamericano y fue cuádruple campeón argentino. En aquellos tiempos de chiquilín, en los que había que pulir tanto talento en pista, en el Mundial de Bélgica que se disputó en 1999 se midió con rivales como Fernando Alonso, Kimi Raikkonen y Pechito López. “De todos ellos se hablaba mucho y bien, porque se considera que el que anda bien en karting es potencialmente buen piloto”, agregó.

Imagen UNO: con su contundente consagración, Rossi se convirtió en el campeón número 37 en los 77 años de historia del TC.
UNO: con su contundente consagración, Rossi se convirtió en el campeón número 37 en los 77 años de historia del TC.
La consagración en el Juan y Oscar Gálvez porteño significó el título Nº 18 para Chevrolet. Rossi le agradeció a Ledesma el gesto que tuvo de frenar a saludarlo en la vuelta de honor frente a la clásica tribuna de “La 15”, donde se ubican los hinchas de la marca del moño. Más allá del éxito, la Chevy Nº 5 de Matías había rendido en forma superlativa, puesto que no se paró en ninguna de las 16 carreras del año, sumó puntos en todas las citas y se trepó al podio en las cinco pruebas que integraron la Copa del Oro. Además, aprovechó los bonus que estaban en juego, debido a que sumó 32 unidades por las cuatro victorias más 15 por adjudicarse la etapa regular, lo que le significó arrancar el decisivo playoffs con 47 puntos en el bolsillo.

“Lo que cuesta vale, se hizo esperar, pero llegó. Me fui tantas veces triste del autódromo y hoy me voy campeón. Disfruté la carrera con mucha intensidad. Arriba del auto siempre trato de ser una computadora, frío, y no iba a festejar por un problema mecánico de un rival. (Ledesma debió abandonar porque se le rompió el motor apenas iniciada la serie). Hicimos las cosas en promedio muy bien y yo creo que lo importante es tener siempre un rendimiento bueno, ya que en algún momento la tenía que embocar. Para el futuro, hay que seguir trabajando para estar siempre en la pelea”.

Y con respecto al tema de las marcas, algo tan folclórico dentro del TC, Rossi no tiene inconvenientes en decir: “Este es un campeonato más, soy corredor de autos y para mí, todos los campeonatos son importantes, aunque reconozco que un título de TC tiene más repercusión. No me gusta desvalorizar nada y todos los campeonatos son dificiles. Llegó, costó muchísimo y revalidarlo será dificil. Estoy en la mitad de mi carrera deportiva y tengo mucho por delante. El equipo significa todo, Mariana (por Vassalli) consiguió su primer campeonato y su respaldo es fundamental, ya que su abuelo es reconocido como el sponsor con más historia dentro del TC, debido a que su familia acompaña a la categoría desde la década del 50; de Jonnhy Laboritto, a las claras, están sus pergaminos (ganó como motorista 8 de las últimas 12 temporadas); el preparador Alcides Piatti superó las expectativas en el chasis, porque era su primer año y conseguimos treparnos a la cima, y el Laucha Laureano Campanera y su familia me abrieron las puertas de la estructura Donto Racing. Las últimas tres temporadas hemos sido el mejor Chevrolet, así que se nos tenía que dar”.

Sin considerarse ídolo de Chevrolet –ni tampoco se lo ve interesado en serlo–, Rossi siempre dijo que es corredor de autos y que si bien conduce desde sus comienzos un Chevrolet, eso no quiere decir que en el futuro tenga vedado el saltar a un Ford. En Súper TC2000 lo hace arriba de un Toyota del equipo oficial TTA y en la Clase 3 del Turismo Nacional, al comando de un Citroën del Boero Carrera Pro, así que es entendible su razonamiento, aunque claro que con el folclore que gira entorno al TC y la marcada rivalidad Ford-Chevrolet, no parece una declaración simpática. Pero él es así, franco y directo.
El doble objetivo concretado en un mismo año sólo tenía el antecedente de 8 pilotos consagrados, como Oscar Gálvez, Rubén Luis Di Palma, Miguel Angel Guerra, Juan María Traverso, Guillermo Ortelli, Agustín Canapino, José María López y en 2003 en TC y TN –al igual que Matías– lo logró el aún vigente Ernesto Bessone, que, a los 56 años, continúa acelerando en la Clase 3 del Turismo Nacional.

El 2015 se presenta como un año muy particular, porque el TC, por ejemplo, afrontará su mayor cambio técnico en los últimos 40 años. Tendrá un reglamento abierto para acompañar las transformaciones, sobre todo de motorización con 450 CV de fuerza y la participación especial en el proyecto del “Mago de Alta Gracia”, el reconocido Oreste Berta. La ACTC proveerá los impulsores en pos de una igualdad de condiciones para todos, más allá de las estructuras y presupuestos. “Será un año de transición y habrá que ir analizando el desarrollo de la temporada muy atentamente”, reflexionó el actual campeón, quien, con anticipación, definió su agenda para este año, ya que permanecerá en ambas estructuras en las que se consagró y en Súper TC2000 extendió su vínculo con el equipo oficial Toyota hasta fines de 2016. Y conociendo su sed de triunfos, el Misil, seguramente, se planteará el ambicioso triple objetivo de ser protagonista en las tres.

Por Walter Napoli  

Nota publicada en la edición de enero de 2015 de El Gráfico