Análisis

Sanciones y resultados: ¿Cómo se mide el éxito del Sub-20?

La Conmebol sancionó de oficio a Lucio Compagnucci por meterle el dedo en el ojo a un jugador de Colombia. Entre el exitismo y la formación, basarse en la era Pekerman puede ser un buen termómetro.

Por Redacción EG ·

02 de febrero de 2015
Imagen CARA. Compagnucci festeja su gol sobre el final para que Argentina consiga un valioso punto vs. Colombia.
CARA. Compagnucci festeja su gol sobre el final para que Argentina consiga un valioso punto vs. Colombia.
Al menos hasta que los tiempos mejoren, la referencia para hablar del Sub-20 sigue siendo la era José Pekerman. Lideró la época más exitosa en la historia juvenil del fútbol argentino. Tres títulos Mundiales y las conquistas en 2005 y 2007 con otros nombres en el banco de suplentes (Ferraro primero, Tocalli después) aunque continuando la idea madre.

No sólo por los títulos se habla del éxito Pekerman. También hay que sumar la aparición de numerosos jugadores quienes crecieron bajo su ala. Sorin, Riquelme, Aimar, Saviola, D´Alessandro, Messi y Agüero son algunos ejemplos. La aparición de tales exponentes en diferentes años impide que algún distraído le quite mérito fundamentando que aleatoriamente tuvo buenas camadas durante un período determinado. Como tercera pata para hablar de éxito, Argentina levantó el premio Fair Play en 1997 y 2001, un dato no menor teniendo en cuenta que se trata de categorías en las que se intenta pulir la formación de los jugadores.

El objetivo prioritario de las categorías Sub-17 y Sub-20 permite diferentes lecturas. ¿Ganar los certámenes o completar una formación basada en un estilo particular y proyectando a futuro? En general, la primera opción es consecuencia de la correcta ejecución de la segunda. La sanción a Lucio Compagnucci invita a pensar justamente en eso. En abril de 2013 había sido protagonista de un bochornoso final contra la Sub-17 de Uruguay. En la segunda fecha del corriente Sudamericano Sub-20 le propinó un codazo a un jugador paraguayo y pese a que el árbitro no lo vio, el entrenador Humberto Grondona lo sacó de la cancha en forma de reto. Ya en el hexagonal final, le metió el dedo en el ojo a un jugador colombiano y le dañó la córnea. Teniendo en cuenta los antecedentes y la proximidad temporal de los últimos dos, la Conmebol decidió sancionarlo de oficio hasta que termine el torneo, tal como en el Mundial había sucedido con Luis Suárez.

El código disciplinario FIFA no permite segundas lecturas en el artículo 77: “sancionar infracciones graves que hayan escapado de la atención de los árbitro, y de rectificar errores obvios en las decisiones arbitrales sobre disciplina”. Grondona se quejó de la medida, aunque una vez concluido el frente externo por la irrevocabilidad de la suspensión, el frente interno con Compagnucci debería ser igualmente de riguroso.

Que las autoridades pasen por alto el hecho sería más grave que el error del juvenil de Vélez. Tratándose de un chico de 18 años y sin la formación concluida es un llamado de atención. ¿Se está trabajando bien en las categorías menores? ¿Cuál es el mensaje que llega? Más allá de los resultados futbolísticos del equipo de Grondona, los interrogantes quedan en el aire supeditados a los hechos. El psicólogo deportivo, Marcelo Roffé, trabajó junto a los diferentes planteles juveniles de José Pekerman. En una entrevista en 2008 con El Gráfico, dijo: “Con juveniles es diferente, esas cabecitas están aún abiertas, más vírgenes para trabajar (…) Son más agradecidos y más receptivos, y las herramientas psicológicas que adquieran, les servirán hasta que se retiren”.

Imagen CECA. El momento de la agresión. Las cámaras lo delataron y la Federación Colombiana hizo el reclamo.
CECA. El momento de la agresión. Las cámaras lo delataron y la Federación Colombiana hizo el reclamo.
Plantear la dicotomía docencia-resultados como dos variables incombinables es un grave error. El mismo Roffé reconoce que la presión existe y que el fútbol es el “deporte cultural de los argentinos que nos enseñó la ilusión de que pertenecemos al primer mundo en algo”. El Sudamericano otorga plazas para el Mundial y los Juegos Olímpicos, aunque quedarse sólo con eso llevaría a pasar por alto episodios como los de Compagnucci. Eduardo Uratasún continúa siendo la mano derecha de Pekerman en Colombia, y por aquellos años reconocía las virtudes de su labor con jóvenes: “Nosotros trabajamos por el bien común del pibe, más allá del desarrollo futbolístico. Queremos darle nuestro apoyo y procurar que crezcan como personas.”  

Simeone mete goles, Correa desparrama rivales y sus compañeros ganan minutos y confianza. Después de un arranque defectuoso en lo futbolístico, Argentina logró posicionarse en el Hexagonal final. En la otra tabla, la que también ayuda a medir el éxito de las categorías juveniles, deberá hacer lo mismo.