(sin categoría)
Osorio contra los molinos de viento: la historia del arquitecto de Atlético Nacional
Finalista de la Copa Sudamericana, tardó en ser reconocido en su propio país. Ahora, muchos consideran que está armando una revolución en Colombia.
EN SUS MARCAS, LISTOS, YA. Una de sus posiciones habituales para ver los partidos. En 2013, su equipo rompió el récord al anotar 125 goles a favor.
El fútbol colombiano rió de la gracia y se sintió aliviado ante la partida del entrenador a los Estados Unidos. Una frase de Cortázar se podría aplicar al caso: “Lo verdaderamente nuevo da miedo o maravilla”. La llegada de Osorio a Millonarios había causado revuelo con una propuesta diferente y un estilo particular que no tardó en encontrar tantos adeptos como críticos. Dentro de sus innovaciones, Gerardo Bedoya se destacó de volante central.
CON PEP estuvo reunido en un bar y las imágenes comenzaron a circular en las redes sociales.
Luego de un breve paso por la MLS en Chicago Fire y New York Red Bull, regresó en 2010 para dirigir al Once Caldas. Nuevamente se agitaron las aguas, pero Osorio comenzó a cargar crédito ante la opinión pública. Ganó la Liga y eliminó de la Copa Libertadores 2011 a Cruzeiro en el Mineirao. Al año siguiente estuvo a pocos minutos de ser bicampeón, pero perdió por penales vs. Junior de Barranquilla. El compromiso con el equipo de Manizales era tal que rechazó una oferta concreta de la Federación hondureña para dirigir a la selección de su país. Finalizada la temporada, probó suerte en el fútbol mexicano.
La experiencia en Puebla fue fugaz y 2011 fue el año del tercer regreso al país cafetero. Atlético Nacional hizo la apuesta aunque nuevamente tuvo que aplacar las críticas con títulos. Hasta Faustino Asprilla, uno de los máximos ídolos del equipo, criticó que no tuviera “equipo base”. Pero el reclamo del Tino no tenía sustento: la primera hoja del imaginario “Manual de Osorio” habla de la importancia de la rotación entre los jugadores. No hay equipo de memoria, sino decisiones partido a partido basadas en el rival, el trabajo en la semana o la simple convicción de darle espacio a todos. En la temporada pasada, apuntaron directamente por los tres delanteros, a lo que respondió sin tapujos: “Yo en mi equipo le doy juego a todos los jugadores. Así lo entendieron y les parece bien. Y les cuento que Juan Pablo Ángel, Jefferson Duque y Fernando Uribe, que compiten por el mismo puesto, tienen una gran relación”. No más palabras.
Con Atlético Nacional, en apenas tres años se convirtió en el entrenador más ganador de la historia. Fueron seis títulos: una Superliga de Colombia (2012), dos Apertura (2013-2014), dos Copa Colombia (2012-2013) y un Torneo Finalización (2013). Le queda una espina clavada y prometió no irse del conjunto verde hasta que no lo consiga: un título internacional, que además celebrará haciéndose un tatuaje del escudo. Recién a partir de ahí, en un largo plazo, se anima a soñar con dirigir a su selección.
INDICACIÓN a un jugador a quien le dio un papel en pleno partido. "Parate en 5:52", código inentendible.
Mucho de eso tuvo su equipo cuando eliminó por penales al San Pablo para llegar a la final de la Sudamericana 2014. Un año antes, en los Cuartos de Final por la misma competencia, el resultado final había sido el contrario.
Detrás de todo gran equipo, hay grandes entrenamientos. El trabajo, la intensidad y la efectividad en la tenencia no se mejoran por ósmosis. Osorio divide la cancha en doce cuadrantes y él mismo se encarga de colocar los conos, cintas o material necesario. Luego, todo es con pelota. “Tenemos un entrenamiento funcional, que trata de combinar las necesidades físicas con trabajo táctico y fútbol. La semana la parto en dos y la planeo de adelante hacia atrás”, explicó en otro reportaje. Muchas veces varía según el rival de turno al que analiza minuciosamente con un grupo especial en el uso de la tecnología.
BIROME ROJA para una anotación en medio del partido.
Para muchos, los resultados son resultados del trabajo, por más tautológico que suene. Para otros, los resultados son lo único que justifican los argumentos de un idealista. A ellos, Osorio no los escucha. A su manera y abocado a los pormenores, actúa. Y si así lo hace, por algo debe ser.
Por Pedro Molina