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Temperley, 27 años después

El Gasolero volvió a Primera aunque no es nuevo en la categoría. La última vez que estuvo descendió tras una remontada épica de Platense en cancha de River. El recuerdo de alto voltaje futbolístico no tiene desperdicio.

Por Redacción EG ·

01 de diciembre de 2014
 
Imagen VS. PLATENSE 1987. Parados: Pavón, Puentedura, Marioni, Tanucci, Dalla Libera y Ruiz. Agachados: Barrella, Matuszyczk, Cabrera, Dabrowski y Aguilar.
VS. PLATENSE 1987. Parados: Pavón, Puentedura, Marioni, Tanucci, Dalla Libera y Ruiz. Agachados: Barrella, Matuszyczk, Cabrera, Dabrowski y Aguilar.
Tarde de radio al oído y expectativa incandescente a los resultados ajenos. Así fue la jornada del domingo 2 de mayo de 1987. La última fecha del torneo debía definir al campeón, a los descendidos y a los clasificados a la liguilla. Todos jugaron a la misma hora como solía ocurrir antes de que el boom televisivo se expandiera.

Rosario Central expuso su liderazgo en cancha de Temperley aunque fue tan local como en el Gigante de Arroyito ya que 10 mil rosarinos estuvieron en el Sur. Un empate le alcanzaba para conservar la distancia de sus dos escoltas agazapados: Independiente y Newell´s. Pero el Gasolero quería vender cara su derrota: un triunfo lo salvaba del descenso. El empate obligaba a que Platense, con un punto menos, venciera a River en su cancha.

El Sur y el Monumental fueron los escenarios de un día importante para el conjunto Celeste. El gol de Juan Ignacio Dinenno y el retorno a Primera 27 años después son la excusa ideal para revivir aquella última fecha. La cronología minuto a minuto de El Gráfico de aquella ocasión no admite errores. A las 16:14, Temperley se puso en ventaja con gol de Ricardo Dabrowski. La Lepra y el Rey de Copas festejaron en sus respectivas canchas con la vela ardiente. El anteúltimo equipo de las posiciones le quitaba el sueño al puntero.

Pero todo cambiaría con el correr de los minutos. El local se quedó con un hombre menos y los de Angel Tulio Zof tuvieron ocasiones claras. El complemento fue un monólogo de un equipo abocado al ataque con tres delanteros y dos volantes ofensivos, entre ellos Omar Palma. Precisamente, fue él quien desde los doce pasos puso el uno a uno tras una polémica mano de Orlando Ruiz. Zof cerró filas y sacó a un delantero para el ingreso de un defensor (Toscanelli por Escudero) y aguardar el final con las espaldas protegidas en una cancha poceada y de pequeñas dimensiones.

El pánico no cundía para el local porque River en su cancha le ganaba 2-0 a Platense a falta de treinta minutos. Rodolfo Motta, entrenador de Temperley, era el único que sufría en aquel entonces. Tuvo mareos, vómitos y se retiró de la cancha en camilla. Su malestar fue profético.

Perdido por perdido, el Chamaco Rodríguez mandó a la cancha a Miguel Angel Gambier. El delantero de Platense había sido titular todo el torneo hasta la última fecha, cuando fue marginado del equipo. El jueves anterior había amagado con retirarse de la concentración, pero lo convencieron sus propios compañeros. “Cuando entré, creí que estábamos liquidados”, confesó después. En la primera pelota conectó un centro de Alfaro Moreno y descontó de cabeza. El Calamar aún estaba a dos goles. A los 38, el Tolo Gallego se anticipó a todos en un córner y despejó la pelota con un movimiento de brazos inentendible y digno del vóley. Penal para los de Vicente López y la chance del empate parcial. Gambier estaba dulce y se hizo cargo. Puso el dos a dos, pero no era suficiente. Faltando un minuto para el tiempo reglamentario, Gambier se anotó el último requisito para convertirse en héroe y de derecha completó su hat-trick.

Desde el campo de juego, los jugadores no sabían que sucedía en Temperley. Al escuchar el pitazo final de Abel Gnecco –luego de la expulsión de Gallego-, recibieron la invasión al campo de juego de sus propios compañeros, que desde el banco de suplentes estaban al tanto del otro partido. Las suspicacias sobre esa remontada histórica nunca se cerraron. La parsimonia del final en River llevó a que el segundo descenso se definiera mediante un desempate.

“Fueron ocho veces antes. Platense. Ocho veces. A ver… Por penales, en cuadrangulares, en definiciones mano a mano, en tiempo extra, por un punto, por un gol… ¿De cuántas formas, Platense, esquivaste ya ese descenso que te persigue? De todas. O casi todas. Faltaba ésta, tachada inconfundible de hazañas por más que River Plate haya jugado sin varios titulares. Hazaña. Hazaña total.”

Aquella edición de El Gráfico fue elocuente con el episodio. Pese a no conseguir un mal resultado –empate ante el campeón-, Temperley vio cómo el rival le dio la vuelta olímpica en su cara y cómo su inmediato perseguidor lo alcanzaba en las posiciones y no le permitía concretar la permanencia.

Lo que se inició como una tarde épica concluyó negativa e inesperadamente. Para colmo, cuatro días después, en el desempate en cancha de Huracán, Platense aprovechó el envión anímico y le ganó 2-0 luego de que el Gasolero sufriera la expulsión de Cabrera al minuto de juego.

Ya en 2014 Temperley le ganó por penales a Platense y subió a la B Nacional. Algo de la vieja herida cerró en la fría noche de junio. Seis meses más tarde, un nuevo ascenso le permitirá jugar contra Rosario Central y River, partícipes necesarios de aquella tarde de 1987.

Por Pedro Molina