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Merlos, los 30 equipos y los barrabravas

Días complicados para el fútbol argentino. El escándalo arbitral, los intereses cruzados de los clubes y la violencia no le dan paz al presidente de la AFA, Luis Segura.

Por Redacción EG ·

11 de noviembre de 2014
Imagen EL 23 DE OCTUBRE fue ratificado Luis Segura. Solucionado el problema de la sucesión, se abrieron nuevos frentes y en menos de 20 días el nuevo pope acusó recibo.
EL 23 DE OCTUBRE fue ratificado Luis Segura. Solucionado el problema de la sucesión, se abrieron nuevos frentes y en menos de 20 días el nuevo pope acusó recibo.
La sucesión de Julio Grondona en la AFA fue menos problemática de lo esperado. Cuando se especulaba con una lucha feroz de políticos, grondonistas, opositores y empresarios, Luis Segura tomó la batuta. Asumió de modo interino por su cargo de de vicepresidente y jamás soltó el poder. En asamblea fue ratificado hasta octubre de 2015 y la tregua entre los clubes parecía dilatarse un año más.

La calma se interrumpió y voló a pedazos en poco tiempo. Todavía dentro de su primer mes como presidente, Segura ya tuvo su semana trágica: polémica por el arbitraje de Merlos, planteos inesperados de los clubes grandes y -lo más grave-, dos muertos por enfrentamiento de barrabravas.

Andrés Merlos fue el protagonista de un escándalo como no se veía desde hace tiempo en el fútbol argentino. Más allá de si la primera adición de cinco minutos fue exagerada o no, el gol del empate de Lanús fue pasando los 50. Para peor, después de la queja de Palermo como preámbulo, agregó otro minuto. ¿Más? Llegó el tercer gol de Lanús con una mano intencional antes de la definición.

La primera olla, destapada. Julio Grondona (h), presidente de Arsenal, pidió que se anule el gol y que se postergue la siguiente fecha. Guillermo Marconi, titular del sindicato de árbitros de Merlos, criticó fuertemente el episodio: “no podemos permitir que nos desprestigie de esta manera”. Referís actuales o retirados, presidentes de los clubes y jugadores fueron durísimos en sus declaraciones. La AFA tomó medidas: mediante su página oficial y el Twitter, anunció una suspensión por tiempo indeterminado para el juez.

Si el poder de Luis Segura quedó con defensas bajas por el enfrentamiento de los Grondona, Alejandro Marón, presidente de Lanús y uno de sus aliados, también pasó un disgusto. En el medio de la reacción de jugadores y cuerpo técnico del Arse, un empleado de seguridad del club local fue fotografiado con un arma. Al día siguiente el pope granate dio una conferencia de prensa y se justificó con que el arma estaba descargada.

La segunda olla se destapó por la interrupción de la tregua que iniciaron los presidentes de los clubes grandes. No hizo falta llegar a octubre de 2015 para que se vuelva a hablar de “puja de poder”. Esta vez el tema en cuestión fue el torneo de los 30 equipos, impulsado por Grondona con el aval de los diferentes clubes a principio de año. Sin embargo, meses después, hubo cambio de opinión. D´Onofrio dijo que estaba arrepentido y Angelici apuntó a que ese torneo sólo lo podía conducir Don Julio. Marcelo Tinelli, hombre fuerte de San Lorenzo y de la AFA en la era post-Grondona, también mostró su descontento. Independiente y Vélez se sumaron a la queja y hasta Racing, comprometido en el promedio en el caso de que se suspendiera el nueva sistema, también adhirió. Pero peor que la caída de cualquier club, fue la frustración del prode bancado, proyecto que iba a tener como cabeza principal del negocio a Cristóbal López y a las loterías de las provincias.

Sin quórum en Primera, Segura debería dar explicaciones de la no-implementación del nuevo sistema a los clubes de la B Nacional, envalentonados con los diez ascensos. Luis Fernando Segura, hijo del presidente de la AFA y vocal de Argentinos, ya le marcó el terreno a su padre: “si avanzan con esta medida, los clubes pararían”.

El torneo de los treinta equipos es el legado explícito de los 35 años de Grondona, pero la violencia y los barrabravas, probablemente sería el legado implícito. Durante su largo gobierno fueron muchas las veces que lo mencionó como su partido más importante. Al mismo tiempo que los dirigentes de los clubes grandes se juntaban en la casa de Marcelo Tinelli, barrabravas de Dock Sud emboscaron a hinchas de San Telmo que veían el partido de su equipo en un club barrial de Avellaneda. Hubo 2 muertos. Los vecinos disputaban el ascenso a la B Metropolitana, que quedó postergado en ambos casos. Nuevamente quedó clara la connivencia de los barras: vínculos con dirigentes, Hinchadas Unidas Argentinas, cargos municipales y pintadas políticas son algunos de los bastiones, según informó el periodista especializado, Gustavo Grabia.

No fueron días de paz para la calle Viamonte. A la espera de definiciones y en medio de disputas por intereses personales, Luis Segura intenta hacer pie.


Por Pedro Molina