¡Habla memoria!

El PSV campeón de Europa

Diferente al estilo que caracterizó a Holanda, tuvo su año de gloria en el 88 de la mano de Hiddink. Curiosamente, en el año de la conquista no ganó ningún partido por la Copa.

Por Redacción EG ·

17 de octubre de 2014
Imagen LA FOTO DEL CAMPEÓN. Hiddink joven y con bigote no piensa en soltar la Copa. Esa fue la segunda y última conquista internacional del PSV.
LA FOTO DEL CAMPEÓN. Hiddink joven y con bigote no piensa en soltar la Copa. Esa fue la segunda y última conquista internacional del PSV.
Los años dorados del fútbol holandés se entienden a partir de la Naranja Mecánica. Pero el estilo delicado y el romanticismo de la idea sobrevivieron principalmente en el Ajax y el Feyenoord. El PSV, uno de los equipos más importantes, estuvo siete años sin ser campeón y vivió la década del 70’ hasta mediados de los 80’ en un segundo plano. Por ese entonces, el pensamiento inconsciente se preguntaba si la única manera de ganar era el fútbol total.

El maniqueísmo lo podría identificar como el equipo que se enfrentó al estilo de la Naranja Mecánica y recogió los frutos varios años después. Sin embargo, resulta simplista para un tetracampeón local que, además, levantó su única Copa de Europa durante aquellos años.

Ruud Gullit como refuerzo estelar proveniente del Feyenoord fue el símbolo de la obtención de la liga en 1987. Era la segunda consecutiva después de siete años sin conquistas, pero el PSV aún estaba en deuda en competencias internacionales. El momento de jolgorio se vio interrumpido por el propio delantero quien propició desafortunadas declaraciones contra el entrenador de turno, Hans Kraay. La dirigencia tomó cartas en el asunto y se sacó el problema de encima: Kraay volvió al Feyenoord mientras que Gullit se fue al Milan por un valor quince veces más caro del que había llegado. El único perjudicado, a priori, era el PSV, pero la historia pondría todo en su lugar.

El ayudante de campo se hizo cargo del puesto sin dueño. Se trataba de Guus Hiddink, quien tenía 41 años y apenas dos de experiencia como entrenador. No fue tanto su éxito en el modesto De Graafschap como las cualidades y la rigidez que demostró en sus cuatro temporadas como asistente de Kraay. El carácter fuerte y una idea pragmática del juego parecían adecuarse a un equipo que debía conservar la corona sin su mejor jugador y con una interna abierta.

Pero todo cambió con la llegada del nuevo director técnico. La implementación del 4-4-2 como una regla sine qua non fue una de las primeras muestras, que luego lo acompañarían durante toda su trayectoria en el banco de suplentes. Los resultados no tardaron en aparecer y la senda del éxito continuó hacia fin de año. Además del certamen local, el PSV disputó la Copa de Europa en la que superó las primeras dos fases cómodamente. El global 3-2 con el Galatasaray y el posterior 4-1 frente al Rapid Viena permitieron la clasificación a los cuartos. El sistema sin grupos y con cinco rondas mano a mano facilitaba cruces de rivales importantes. En los dieciseisavos, por ejemplo, el candidato máximo, el Real Madrid de la Quinta del Buitre, eliminó al Napoli de Maradona.

Wim Kieft y Hans Gillhaus conformaban la delantera de un PSV que hacía lo posible para olvidar a Gullit. No tuvieron brillantes trayectorias, aunque en ese torneo se destacaron. Gillhaus con tres goles fue el máximo anotador de su equipo. Por la liga lideraba a un ritmo avasallante que ni el Ajax podía alcanzar: ganó 27 de 34, sólo perdió dos con un promedio de 3,4 goles por partido. De todas maneras, la prensa deportiva de la época se sacaba el sombrero principalmente ante los defensores: Eric Gerets y Ronald Koeman. El belga era el capitán mientras que el holandés jugaba con maestría en la última línea y mediante su buena pegada despertaba los elogios de toda Europa. Años más tarde, iría al Barcelona. Otro tándem destacado era el de los volantes daneses Soren Lerby y Frank Arnesen, ambos con pasado en el Ajax.

El inicio del 88’ no significó una baja de nivel y el PSV pudo conquistar su tercera liga consecutiva. Por la Copa de Europa, no ganó ningún partido más. Luego de cierta fortuna en la llave enfrentó al Bordeaux en los cuartos de final. En la ida empató uno a uno y en el desquite disputado en Eindhoven no hubo goles. Gracias al gol de visitante y un planteo mezquino en su propia cancha, el equipo de Hiddink se metió entre los mejores cuatro de Europa.

En la otra llave, el Real Madrid eliminó al Bayern Munich de Matthaus y se relamía con un nuevo título para la famosa Quinta del Buitre. Pero el conjunto holandés no pensaba achicarse. La ida en el Santiago Bernabéu sorprendió a más de uno porque el fútbol vistoso chocó contra un planteo inteligente abocado a no dejar jugar al rival. El plan pareció fracasar porque a los 4’, Hugo Sánchez anotó de penal. El empate llegó a los 20’ cuando el volante Edward Linskens entró al área y definió de zurda con complicidad de Paco Buyo. A partir de ahí fue un intento merengue atrás de otro chocando contra la defensa o el arquero van Breukelen, quien comenzaba a vestirse de héroe.

El partido de vuelta fue el 20 de abril y aún muchos no entienden qué pasó. Nuevamente el PSV se defendió como pudo y los reiterados intentos del visitante chocaron con el brillante van Breukelen. Así fue que el resultado se estacionó en el 0-0 para alegría de Hiddink y su catenaccio. El arquero fue llevado en andas alrededor de toda la cancha, mientras que los españoles le pusieron nombre a uno de los hitos negativos más recordados de su historia: “La noche negra de Eindhoven”. Para Butragueño-Sanchís-Míchel-Vázquez-Pardez fue el anuncio de que su época de gloria estaba caducando. El verdugo alimentó un eterno debate futbolístico y escribió sus años de victoria en aquel partido trascendental.

La noche negra de Eindhoven fue una catástrofe para el Real y el acceso a la final para el PSV.
Los cuatro empates consecutivos por cuartos y semifinales llevaron al equipo neerlandés a la final. Paradójicamente, en el año en el que fue campeón de Europa no ganó ningún partido por ese torneo. Fiel a su costumbre, la final contra Benfica volvió a ser un empate. Desde los puntos de penal y con la maldición de Bella Guttman sobrevolando las expectativas lusas, hubo efectividad del 100% en los primeros diez penales.

Anton Janssen había ingresado en el tiempo suplementario y tampoco falló. Remató de zurda a la derecha del arquero y obligó a Antonio Veloso del Benfica a convertir su penal. El lateral derecho pateó al mismo lugar que Janssen, pero van Breukelen le atajó el penal para colgarse la medalla de ídolo definitivamente.
Sin ganar en los últimos cinco partidos, el PSV conquistó Europa de otro modo. Como si hiciera falta demostrar la valencia del estilo, en la Holanda campeona de la Eurocopa 88’, Wim Kieft volvió a brillar. En total, obtuvo cuatro ligas consecutivamente (86’-89’), aunque nunca más volvió a pisar fuerte en Europa del mismo modo. Veinte años después, un libro del club volvió a valorar aquella época. El título no podía ser mejor ni más preciso: “Reconstrucción de un año dorado.”

Formación del PSV vs. Benfica (25/05/1988): 1- van Breukelen; 2- Gerets, 3- Nielsen, 4- Koeman; 8- Vanenburg, 6- van Aerle, 10- Lerby, 7- Linskens; 9- Kieft y 11- Gillhaus. DT: Hiddink.

 
Por Pedro Molina