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El fútbol al servicio de la política

Los casi cinco millones de votos que cosechó Romario para ingresar al Senado de Brasil sirven de excusa para repasar otros casos de ex futbolistas que incursionaron (o al menos intentaron incursionar) como funcionaros públicos.

Por Redacción EG ·

10 de octubre de 2014

Imagen OTRO PERFIL. Romario, en un programa político de Brasil, alejado de las canchas y de los pantalones cortos; trajeado para la ocasión, expone algunas de sus ideas como parlamentario.
OTRO PERFIL. Romario, en un programa político de Brasil, alejado de las canchas y de los pantalones cortos; trajeado para la ocasión, expone algunas de sus ideas como parlamentario.
La mayor sorpresa de las elecciones de Brasil del último fin de semana no fue el segundo puesto obtenido por Aécio Neves entre los candidatos presidenciales, sino los 4.682.924 votos que cosechó Romario en su carrera por un lugar en el Senado de Brasil. El amplio triunfo del ex goleador, que le aseguró un escaño en el Congreso por los próximos ocho años, no fue el único de un ex futbolista, ya que también Bebeto logró un lugar en la Cámara de Diputados.
 

El amplio consenso que obtuvo Romario es el mismo que, en anteriores oportunidades, también intentaron alcanzar otros ex jugadores. Algunos, los menos, lograron su objetivo; mientras que muchos se quedaron en el camino y en la mayoría de los casos, no volvieron a presentarse.
 

Uno de los ejemplos paradigmáticos es el del húngaro Joszef Boszik, volante de la selección magiar y antiguo compañero de Ferenc Puskas, que fue miembro del parlamento de su país durante gran parte de la década del sesenta. Cierto es que su caso no es específicamente el de un convencido político, ya que, si bien no se descartan sus pertenencias al Partido Comunista de Hungría, en aquellos tiempos, y en los países que se regían por el yugo soviético, era común que se ocultara el profesionalismo, que estaba prohibido, detrás de cargos públicos. Ese parece haber sido el caso de Boszik, una de las figuras del gran combinado de Europa del Este.
 

Los antecedentes exitosos que le siguieron son varios. Gianni Rivera, el Bambino de Oro, ex jugador del Milan durante los sesenta, fue diputado de Italia y miembro del Parlamento europeo. Yordan Letchov, figura de la selección de Bulgaria en el Mundial de Estados Unidos 1994, alcanzó la alcaldía de Sliven, su ciudad natal. En Ucrania, Oleg Blokhin también fue parlamentario entre 1998 y 2002, y Mark Wilmots, el revolucionario entrenador de Bélgica en la Copa del Mundo de 2014, fue senador tras su retiro hasta 2005, cuando renunció para regresar al mundo del fútbol como director técnico.  Incluso el mítico Pelé incursionó en la política entre 1994 y 1998 cuando fue Ministro de Deportes durante la presidencia de Fernando Henrique Cardoso.
 

Por otro lado, el continente africano también tiene su lugar asegurado en este particular repaso. Es que el liberiano George Weah, ex goleador del Milan y Balón de Oro en 1995, fue candidato a presidente en 2005, sin embargo perdió y no pudo acceder al cargo. No obstante, lejos de desalentarse y luego de varios intentos frustrados, en 2011 finalmente obtuvo su espacio: no alcanzó el puesto mayor, pero fue escogido vicepresidente en la candidatura de Winston Tubman.
 

Un caso especial, y a la vez similar al de Weah, es el del georgiano Kakhaber Kaladze. Ex defensor del Milan, el Genoa y el Dinamo de Kiev, el 7 de octubre de 2012 fue electo viceprimer ministro de Georgia, liderando la lista de la Coalición Sueño Georgiano y ganando mayoritariamente en Samtredia. Además, es ministro de Desarrollo Regional y de Infraestructuras.
 

En la misma zona pero con distinta suerte hizo su recorrido el ucraniano Andriy Shevchenko, que se retiró en 2012, luego de la Eurocopa organizada por su país, para dedicarse, según sus propias palabras, a la política. No obstante, la voluntad popular quiso otra cosa y no logró conseguir un escaño en el Parlamento ucranio.
 

Para el final queda el caso más paradigmático por ser, el hombre señalado, un personaje en toda la extensión de la palabra. Eric Cantona, el francés que hizo escuela en el Manchester United en los noventa y que dejó su sello de cuello levantado y fríos festejos de gol, barajó la posibilidad de postularse como primer ministro de su país en 2012. Sin embargo, al ver que las encuestas no lo acompañaban, el ex delantero desistió de la posibilidad y prefirió seguir por el camino que conoce. ¿El del fútbol? No, el de la actuación: en 2015 se estrenará la tercera película que cuenta con su participación, sin contar el puñado de documentales por los que paseó su figura.
 

En síntesis, fútbol y política conviven y se retroalimentan más de lo que se piensa. A menudo parece ser que el mundo de la cosa pública se sirve del deporte rey, sin embargo algunos casos, como los precedentes, marcan la excepción.  

 
Por Matías Rodríguez