(sin categoría)

Vigliano y el problema de los árbitros

River-Boca debió suspenderse por la cancha inundada, pero el responsable de que se jugara terminó siendo la primera víctima ante el nivel chato. Los malos arbitrajes ya son un problema repetido en el fútbol argentino.

Por Redacción EG ·

06 de octubre de 2014
Imagen "Sancioné lo que vi, si hubo un error lo asumiré", dijo Mauro Vigliano al terminar el partido (Archivo El Gráfico)
"Sancioné lo que vi, si hubo un error lo asumiré", dijo Mauro Vigliano al terminar el partido (Archivo El Gráfico)
Aquello de que los partidos se empiezan a ganar en el escritorio durante la semana habrá que archivarlo como excusa durante varios años. Los intangibles apelativos del peso en la AFA, las reuniones del Comité Ejecutivo y las preferencias por un árbitro, chocan ininteligiblemente ante cualquier argumento de conspiración. Porque más allá de los goles y un Superclásico que prometía fútbol de alto vuelo, el análisis de los factores más importantes (la lluvia y la expulsión) se pueden centrar en el árbitro, quien había sido aprobado por las dos partes.

Como si fuera un comodín, cada club pudo tachar a uno de los posibles. Boca descartó a Pitana, de último paso mundialista, pero de floja actuación en el último Superclásico que venciera River (allí se patentó el #NoFueCorner). El conjunto de Nuñez hizo lo propio con Germán Delfino, referí de la última derrota ante su eterno adversario en el Monumental.

Cumplidos los caprichos, el sorteo del árbitro se convirtió en un acto protocolar. Por calificaciones anteriores, entraron al bolillero solamente Diego Abal y Mauro Vigliano. Fue éste último quien terminó imponiéndose gracias al azar, aunque no pudo cerrar la polémica: “No dirige en Primera División desde la sexta fecha. Darle esta responsabilidad no es bueno, va a ir con inseguridad", dijo Héctor Baldassi de manera profética.

Las declaraciones eran fundamentadas: después de River-Tigre, Vigliano dirigió tres partidos de la segunda categoría, con el agregado de que el último fue cuatro días antes del Superclásico. All Boys le ganó 1-0 a Sarmiento, pero el entrenador del conjunto derrotado sangró por la herida con el referí que le expulsó erróneamente dos jugadores y convalidó un gol en offside. “No lo pueden poner a dirigir a cuatro días del partido de su vida”, dijo después de la derrota.

Para cerrar el combo de antecedentes, Fernando Rapallini estuvo parado una semana después de dirigir el clásico de Avellaneda, otro de los partidos más importantes de la Argentina. Luego, terminó de pagar la multa durante las fechas siguientes en la segunda categoría.

Si Vigliano estuvo en el ojo de la tormenta durante la previa, su actuación justificó tanto palabrerío. La incesante lluvia que comenzó a la noche del sábado y se prolongó durante el domingo, lo puso en un primer desafío. Reconoció el campo de juego varias veces antes de comenzar y dio la respuesta afirmativa para que el partido se jugara. “La pelota no rodaba al ras del piso, no se podía jugar en esa cancha”, pronunció esta mañana Miguel Scime, Director de Arbitraje de AFA.

El partido totalmente desnaturalizado tuvo otro punto de inflexión a los 40’ del primer tiempo cuando Ariel Rojas capturó un rebote afuera del área y Vigliano vio lo que no sucedió: mano de Gago. Para colmo, expulsó al 5 de Boca por una interpretación particular de impedir una oportunidad manifiesta de gol. Detrás de él, Orión podía retener la pelota sin complicaciones aparentes.

El gol mal anulado a Teófilo Gutiérrez, el planchazo de Mercado y otras acciones puntuales condecoraron una tarde que el mundo fútbol no olvidará rápido. La bronca llegó hasta el Twitter de un político, que enfurecido apuntó contra toda la terna arbitral: “Fueron una vergüenza”.

Además del raid mediático de Miguel Scime, el día después dejó varios interrogantes que lejos de solucionar los problemas, aumentaron la polémica. En primer lugar, la inclusión de la tecnología, que el propio Director de Árbitros valoró positivamente, y en segundo, la medida de la AFA con la sanción de Gago, quien no podrá estar en la próxima fecha por la convocatoria a la Selección, pero en otro caso, implicaría la actuación de oficio.

“No volverá a dirigir un Boca-River de manera inmediata”, expresó Scime y dejó entrever que el partido le quedó grande. Por el momento, las soluciones son a posteriori y tanto los resultados como el espectáculo, quedaron manchados. Lejos de lograr despegarse, el dedo acusador de Miguel Scime ante cada pésima actuación de un juez no hace más que actuar como efecto espejo y quedar apuntando hacia sí mismo, responsable de las designaciones.

Héctor Baldassi, voz autorizada por sus 18 Superclásicos, apuntó contra el Colegio de Árbitros: "No hay una ayuda formal. No hablan con los árbitros. A Rapallini lo mandaron crudo a Independiente-Racing".

Vigliano, expuesto y bajo la lupa, pagó caro los errores, aunque la mirada a largo plazo y la tendencia repetida habla de un mal mayor: el Superclásico no hizo más que reflejar aquello.


Por Pedro Molina