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Bauza: "Nos recibimos de equipo copero"

El técnico fue un engranaje fundamental. Con sabiduría y experiencia calmó la ansiedad volcánica de un club que ya no aguantaba ni un segundo más sin ganar la Libertadores. Tan bien fue interpretado su mensaje que hoy se siente orgulloso de lo que fueron capaces de construir sus jugadores.

Por Redacción EG ·

18 de septiembre de 2014
    Nota publicada en la edición de septiembre de 2014 de El Gráfico

Imagen "LO QUE me faltaba era salir campeón en la Argentina", confesó el Patón.
"LO QUE me faltaba era salir campeón en la Argentina", confesó el Patón.
El tipo llega al salón de la producción fotográfica y enseguida contagia buena onda. Parece un hombre rudo por los rasgos enérgicos de su rostro, pero detrás de esa fachada pétrea, incluso intimidante, hay un técnico que aún conserva el espíritu compinche de sus tiempos de jugador. Que, como gran conductor de grupo que es, sabe tamizar los tiempos, discernir cuándo es el momento de trabajar con responsabilidad y cuándo hay plafón para la broma, para ese chicaneo que el jugador disfruta, comparte y agradece. “Todo esto es culpa de ustedes, viejo. Si no hubieran ganado la Copa, no habría notas, producciones, ni nada, así que ahora bánquensenla”, les dice el Patón Bauza a Pichi Mercier y a Ortigoza, mientras manotea una factura de dulce de leche y le da un mordiscón de cocodrilo.

Todos los engranajes de San Lorenzo coinciden: más allá de su sabiduría futbolera, de haber irradiado su experiencia copera, el gran mérito de Bauza en la campaña fue transmitir serenidad en medio de la ansiedad volcánica de un club que ya no soportaba existir ni un segundo más sin ganar la Copa Libertadores. El Patón admite como una posibilidad que sus palabras y sus actitudes hayan actuado como un bálsamo, pero considera que su principal aporte fue otro: “Entender lo que era este grupo de jugadores, entrar rápidamente en confianza con ellos para decirles mi diagnóstico del equipo, y generar la creencia inmediata de parte de ellos para empezar a trabajar. Esos fueron los pilares fundamentales, mi mejor granito de arena en este asunto”.

Al hombre que transmitía serenidad, que parecía tener el mapa copero en un puño, también lo invadieron las turbulencias. Quizás no lo notaron, tal vez fue lo suficientemente hermético como para disimularlas hacia el afuera, pero en los dos meses que pasaron entre el cruce de cuartos con Cruzeiro y la semifinal con Bolívar al Patón lo acosaron los aguijones de esa transición. Mientras el planeta latía al ritmo magnético del Mundial de Brasil, en el laboratorio del Ciclón hubo demasiadas piezas por ajustar. “Primero –dice el hombre nacido hace 56 años en Granadero Baigorria–, debíamos reafirmar todo lo que veníamos trabajando, pero después teníamos que suplir a Correa y a Nacho (Piatti), que estaba más pensando en Canadá que en otra cosa. Otro punto fue la adaptación de algunos jugadores que llegaron. Hubo que manejar eso y, también, prepararlos físicamente para que llegaran bien a los cuatro partidos. Para nosotros era fundamental estar impecables en lo físico. Por eso pudimos jugar con la intensidad con que lo hicimos. Más allá de si jugamos mejor o peor, el equipo fue a La Paz y se la aguantó, fue a Asunción y corrió tanto o más que Nacional… Preparamos al equipo para eso”.

-¿Cuál fue la decisión más difícil que te tocó tomar?
-No fueron difíciles, pero cada vez que tenía que armar el equipo para la Copa, se quedaban afuera jugadores que habían sido importantísimos en el logro. A ver si me explico: dejar a Kannemann afuera me causó mucha pena. Pero son decisiones futbolísticas que uno debe tomar. Lo mismo con Enzo Kalinski. Dos jugadores importantísimos, vitales para este equipo, que circunstancialmente les tocó quedar afuera.

-Hubo un momento donde oltateaste y dijiste “estamos para ganar la Copa”.
-Cuando eliminamos a Cruzeiro en Belo Horizonte. Ahí me dije “este equipo está para campeón”. Ese día me deslumbró la personalidad del equipo. Jugábamos contra el puntero del Brasileirao, el principal candidato para ganar la Copa, y San Lorenzo se la bancó en una cancha dificilísima, jugó con una personalidad tremenda y me demostró que estaba para campeón.

-Sos de los pocos entrenadores que se dieron el gusto de ganar la Copa más de una vez y con equipos diferentes. ¿Podés decir un par de tips claves para levantarla?
-La única condición es tener un buen equipo. En esto no hay secretos, es así. Necesitás un buen equipo, nada más, pero también nada menos. Y después, saber jugar partidos de 180 minutos. Cuando vos tenés un buen equipo que, además, sabe leer, interpretar y manejar partidos de 180 minutos con todos los condimentos que pueden intervenir –altura, estadios complicados, presión de hinchas rivales–, tenés la primera batalla ganada.

-¿Cómo le ponés al jugador esa ficha de los partidos de 180 minutos?
-En el discurso diario. En ser claro con los planteos que tenés que hacer de local y de visitante. En profundizar los cuidados personales. En achicar los errores. En mentalizar a todos de que un mínimo error te puede dejar afuera, y que el modo de neutralizar eso es una gran concentración durante el juego. En ser conscientes de que los goles de visitante pesan doble y son determinantes para definir una llave… Fijate que a San Lorenzo no le hicieron ni un solo gol en su cancha desde octavos hasta la final. Eso el equipo lo aprendió rápido, por eso digo que lo principal es contar con un buen equipo. Y la realidad es que San Lorenzo tiene un equipo copero. Nos recibimos de equipo copero, ja.
En el horizonte se recorta el Mundial de Clubes. Será entre el 10 y el 20 de diciembre, en Marruecos, pero la ansiedad invita a jugarlo ya. El Patón experimentó ese trayecto interminable de cuatro meses. En 2008 lo vivió con Liga de Quito. Otro equipo, otro fútbol, pero la misma ilusión. “El diagnóstico”, como le gusta decir a Bauza, lo tiene claro. “Son cuatro meses complicados. Primero y principal, por los jugadores que se fueron. Pero trabajar desde ahora ese torneo, o hablar de un hipotético partido contra el Real Madrid, es perder tiempo. Ahora tenemos que meternos de lleno en la competencia local. No pensar en nada más. Y cuando falten 20 días para viajar, veremos el plantel que tenemos y arrancaremos con la preparación del Mundial de Clubes. Antes no tiene sentido, resta en vez de sumar”, dice el Patón, que ya le bajó un mensaje al plantel para que la mente viaje sin complejos hasta el día de debutar en suelo marroquí: “Vivir el día a día y jugar a muerte cada partido del campeonato local”.

-Más allá de que vos tenías un reconocimiento del ambiente futbolístico, ¿íntimamente necesitabas dar un gran golpe con un equipo argentino?
-Lo que me faltaba era salir campeón en la Argentina. Era una deuda pendiente, pero mía, exclusivamente mía. Si miro hacia atrás, no me siento en deuda con ninguno, porque dejé todo en cada lugar que trabajé. Como a todos, me fue mejor en algunos sitios que en otros, pero así es esto. Con Central había quedado en la puerta, llegamos a semifinales y se nos cortó cerquita. La final de la Conmebol 98 la perdimos contra el Santos. En el 99 salimos segundos con 43 puntos, una cifra con la que hoy sos campeón por varios cuerpos en el torneo local… Entonces, salir campeón con un equipo argentino era una deuda mía, de todo nuestro grupo de trabajo. Y el haberlo logrado no solamente me llena de orgullo, sino que es un objetivo cumplido.

Por Elías Perugino. Fotos: Emiliano Lasalvia