Las Crónicas de El Gráfico

Más que mil palabras [sobre el aislamiento de la selección]: el muro

Argentina volvió a confiar en un régimen de aislamiento, lejos de su gente y de la realidad.

Por Martín Mazur ·

09 de septiembre de 2014
 Nota publicada en la edición de Agosto de 2014 de El Gráfico

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TERMINO EL Mundial y la Selección Argentina encarará un proceso natural de preguntas, replanteos y debates. Nos preguntaremos sobre el futuro del entrenador y si deben volver algunos jugadores; debatiremos sobre la táctica y la estrategia, si formar un equipo para Messi o integrar a Messi como parte de un equipo. Dependiendo de la visión de cada uno, se resaltará o se le restará importancia a lo que se ha construido en Brasil. De lo que nunca hablaremos, porque de eso no se habla, es del perfil de jugador de Selección.

Que la foto elegida sea la de un equipo abrazado, pero de espaldas, es el mejor resumen de lo que fue la estadía argentina en Brasil.

La Selección (dirigentes, cuerpo técnico y jugadores) volvió a equivocar su manual de estilo. Se aisló en Cidade do Galo y sólo salió del predio del Atlético de Mineiro para ir al aeropuerto, al único entrenamiento abierto o a jugar los partidos.
Convencidos de que la concentración implica aislamiento, el equipo de Sabella eligió vivir despegado de la realidad. Y esta premisa no declarada se vio, de manera manifiesta, desde el primer día hasta el último.

Cuando el plantel argentino llegó a Belo Horizonte, lo esperaba una multitud. Muchos de ellos eran brasileños. Habían estado en la puerta de Cidade do Galo desde hacía 5 horas. No recibieron ni siquiera un saludo.

El día antes de la final, 6 partidos y muchísimas emociones después, la escena se repitió en Barra de Tijuca. Otra multitud, ahora con neta mayoría argentina. El micro debió girar para ingresar al hotel y los jugadores tuvieron doble oportunidad para saludar y sonreír a su gente. No lo hicieron. Detrás de una valla (siempre hay vallas), los hinchas hacían fuerza para quedar en pole position y ver a sus ídolos. Pero el descenso se organizó casi a modo de manga aeronáutica. Nadie pudo ver a los jugadores argentinos. Una mujer lloraba de la emoción. Emoción por imaginarse a un Messi saludando, a un Rojo sonriendo o a un Masche haciéndole una reverencia al público. Las lágrimas eran de imaginación.




EN TWITTER se vive otra realidad. La foto bien podría permitir pensar que los jugadores están abrazados, de espaldas y mirando a sus teléfonos celulares. En twitter los jugadores saludan, agradecen y son muy simpáticos. Hacen todo lo que no se permiten hacer en el mundo real. O sea que se trata de un caso evidente de doble personalidad o de un buen community manager.

Quizás sea eso lo que le falta a la Selección, con el cuerpo técnico y dirigencial que sea: un community manager. Pero no para las redes sociales, sino para no quedarse sin red a la hora de socializar. La profesionalización del área de prensa y comunicación de la Selección es una necesidad imperiosa pero silenciosa. Sin contar el pospartido, la Selección hizo una sola zona mixta en los últimos dos Mundiales. Y fue una medida de urgencia para tapar un problema mediático que había surgido en el plantel de Maradona. Acostumbró a los hinchas a las vallas y a los periodistas al corralito.

Mientras algún jugador de la Selección acepte dar una nota exclusiva cada tanto, mejor no agitar las aguas, no vaya a ser que se pierda ese ínfima porción de exclusividad. Así, desde la AFA nunca sentirán la necesidad real de encarar un cambio y de propiciar una apertura real. La Selección puede ser de la gente, pero a pocos le interesan que lo sea.




EL JUGADOR es el primero que debe darse cuenta de que salir a una cancha con 10 mil personas, un día de entrenamiento abierto al público (el único durante todo el Mundial), puede requerir un saludo respetuoso. De rigor o para la foto, como quieran llamarlo. Pero un saludo. Algo que deje en claro el agradecimiento. Están aquí por nosotros, nos apoyan, los queremos. Nada más. Ni nada menos. No hubo tal saludo en Belo Horizonte. No hubo un community manager que se los hiciera notar, tampoco.

Cuando aterrizaron en Brasil, los jugadores de Uruguay tuvieron un contacto con la prensa, que es lo mismo que tener un contacto con la gente. También saludaron. Y fueron amables. Los holandeses pasaron por la playa y Robben hasta jugó a la paleta. Los ingleses fueron a visitar una favela y un jugador juvenil, como Lallana, declaró que esa pudo ser una experiencia que significara un antes y un después para esa gente. Los cameruneses regalaron camisetas a los hinchas. Lo mismo hizo Benzema, de Francia. Y los brasileños se sacaron selfies con los hinchas, que les pasaban sus celulares para poder lograr el autorretrato. Entre otras muchas actividades, los alemanes salieron a pasear en velero. Schweinsteiger y Neuer aprendieron a bailar samba en la playa. En ningún caso se relacionará este tipo de actividades con el resultado deportivo. Sencillamente porque pertenecen a dos ámbitos totalmente distintos. Lo que pasa en el campo y lo que pasa fuera de él. Hace falta alguien que lo explique dentro de la Selección, donde coexisten sin inconvenientes los rigores científicos, las cámaras hiperbáricas, las creencias religiosas y las cábalas. Sonreír no está prohibido. Nadie va a acusar a un jugador por haberse acercado a una valla y saludar a la gente, darle un beso a algún chiquito o sacarse una foto con el público. ¿O sí?

En el campo, Argentina llegó a una final después de 24 años. Fuera del campo, volvió a quedar eliminada en primera ronda.

No es casualidad que la receta aplicada sea la misma que falla en la organización de los campeonatos argentinos: ¿hay problemas? Entonces hacen falta vallas. ¿Siguen los problemas? Entonces armemos pulmones en tribunas, megaoperativos de seguridad, restricciones a los hinchas visitantes. Aislamiento. Con la Selección no es tan distinto. La estrategia es similar a la que armó Estados Unidos en Irak: crear una green zone, una zona verde lejana a todo lo que puede estar del otro lado. Y que nadie se atreva a ingresar. La prensa y los hinchas, lejos, por favor. En twitter les agradeceremos de todo corazón.




 
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Por Martín Mazur 

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