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Teófilo: el nombre propio del gol

Cambió su parecer, contradijo sus antecedentes y se quedó en River. La rompió en los primeros partidos y es el símbolo de esta versión premium del campeón.

Por Redacción EG ·

28 de agosto de 2014
Imagen GOL DE TEO. Anotó 6 en el equipo campeón cuando hacía dupla con Cavenaghi. En el Torneo Transición, hizo 5 en los primeros 4 partidos.
GOL DE TEO. Anotó 6 en el equipo campeón cuando hacía dupla con Cavenaghi. En el Torneo Transición, hizo 5 en los primeros 4 partidos.

Román y pocos más en el fútbol argentino pueden jactarse de ser conocidos solamente con su nombre de pila. En los últimos años, por su calidad, sus goles y sus conflictos, Teófilo tampoco necesita apellido.

Dejó el Trabzonspor para ir a Racing. No le importó la plata que había invertido el club turco dos años antes y jamás volvió a la pretemporada. En la Academia fue tantas veces héroe como villano. Protagonizó múltiples episodios, pero su última imagen fue yéndose en un taxi después de perder con Independiente. Antes, en el vestuario le había apuntado con un arma de juguete al capitán Saja. Junior, club que lo vio nacer, lo repatrió por seis meses, pero Teo recibió una oferta para jugar en Lanús por la Libertadores y regresó a la Argentina. Jugó dos partidos en el Granate, quedó eliminado y le rescindieron el contrato luego de irse a Colombia por una supuesta convocatoria de la Selección, en la cual no había sido incluido. En la escala siguiente, Cruz Azul, anotó 9 goles en 28 partidos. Pero un día decidió que quería ir al club del que siempre había sido hincha y desde México lo acusaron de incumplimiento.

“Cuando Teófilo se quiere ir, no hay manera de evitarlo”, fue la frase que muchos repitieron antes del inicio del Torneo Transición 2014, avalados por los antecedentes. Después de salir campeón con River y disputar el Mundial, las pretensiones de Gutiérrez –sí, tiene apellido- eran mucho más altas que continuar en un equipo aparentemente en vías de extinción.

Desde Colombia avisó que no tenía pensado volver y la dirigencia encendió las alarmas. Todo indicaba que Lucas Pratto pasaría a ser el número 9 de River, pero a causa de las cifras millonarias no hubo final feliz para quien continúa siendo jugador de Vélez. Sin embargo, como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga.

En la primera fecha de este torneo, River tuvo en su dupla ofensiva a dos jóvenes de 18 años, que juntos no llegaban a los diez partidos en Primera ni tenían goles en la máxima división. El uno a uno lo anotó Teófilo de cabeza con sabor a despedida. Las ofertas de Europa no se concretaron y a la semana tuvo que volver a jugar. Fue titular contra Rosario Central, anotó otro gol y el equipo brilló como hacía tiempo no lo hacía. En la carrera de Teo, fue un punto de inflexión.

Si bien el mercado de pases europeo permite incorporaciones hasta el 31 de agosto, el convencimiento de que su permanencia en la Banda podría significar mayor gloria futbolística varió la ecuación. “Jehová es mi pastor”, tuiteó post-triunfo. En el fin de semana siguiente, la versión del equipo fue aún mejor y él anotó dos de los cuatro goles en la paliza a Godoy Cruz. Tres días después, embocó a Defensa y Justicia y recibió una ovación implacable del Monumental. Si algún hincha millonario guardaba reminiscencias por el affaire con Europa, aquella noche quedaron sepultados.

El sello Gallardo apareció. La ausencia de Balanta se suplió con el solvente Ramiro Funes Mori, el regreso de Sánchez hizo olvidar a Carbonero, Kranevitter juega como si tuviera la experiencia de Ledesma y Pisculichi aporta cosas diferentes a Lanzini. Las aspiraciones vuelven a ser reales y sincronización de los movimientos permiten la ilusión. En ese contexto, Teófilo, quien en numerosas ocasiones mostró su ambición de grandeza, encontró su lugar. Y para colmo es la figura, el factor diferencial y parcialmente el goleador del torneo. En este River (sin Cavenaghi) es más dueño del área y el jugador a abastecer. Las trepadas de Mercado y Vangioni por las bandas suelen terminar en él.

Los 6 millones de euros que habría ofrecido el Valencia en los últimos días del mercado de pases europeo, esta vez no hicieron tambalear el club. Teófilo no expresó deseo de irse y el presidente D´Onofrio confirmó su continuidad. Gallardo, desde el banco de suplentes, pudo sonreír. Su salida significaría para el Muñeco rearmar el equipo nuevamente.

Teófilo rompió la regla a sus anteriores episodios y el buen presente del equipo lo motivó a seguir. Aquello de que “siempre abandona los clubes en conflicto” y que “deja el barco a la primera de cambio”, esta vez se posterga. Precisamente, adentro del campo de juego encontró los motivos para quedarse; y por el momento, lo está haciendo con creces como solo un jugador que no necesita apellido puede hacer.


Por Pedro Molina