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El Tigre en su laberinto

A Gareca lo querían todos en Argentina, pero se fue a Brasil. Ícono del "proyecto a largo plazo", a los nueve partidos ya presentó su renuncia.

Por Redacción EG ·

20 de agosto de 2014
Imagen SONRISA y Palmeiras, una combinación que sólo duró el día de la presentación. El experimentado Lucio y el delantero Henrique lo recibieron como principales figuras.
SONRISA y Palmeiras, una combinación que sólo duró el día de la presentación. El experimentado Lucio y el delantero Henrique lo recibieron como principales figuras.
Gareca dejó Vélez después de cuatro exitosos años. Ganó los Clausura 2009 y 2011 y el Inicial 2012. Llegó a las semifinales de la Libertadores 2011 y fue el entrenador que mejor representó la modalidad que el fútbol argentino necesitaba: el proyecto a largo plazo. El término, ya vago por la eufemística que le dieron los diferentes presidentes de los clubes, creció fuerte en los últimos años.
En mayo, el cierre del Torneo Final sacó a Gareca del ostracismo y lo puso en el centro del mercado de pases. Había sonado para Boca, pero Bianchi no pensaba dar un paso al costado. En River, muchos aseguraban que era el elegido por el presidente D´Onofrio, sin embargo, Ramón Díaz renunció después de que el Tigre arreglara con el Palmeiras.

Racing despidió a su eterno amante, Mostaza Merlo, y también coqueteó con Gareca. Según los dirigentes de la Academia, nunca llegaron a recibir la respuesta negativa cuando se encontraron con que el DT estaba en Brasil para sellar su vínculo. Si el despegue de Argentina fue controversial, el aterrizaje en el país vecino lo tuvo en la misma sintonía.

Palmeiras jugó en la Serie B durante 2013 luego de vivir el segundo descenso de su historia. Intentó regresar a las fuentes pero en la primera competencia oficial de este año, perdió en las semifinales del Torneo Paulista contra el débil Ituano de la Serie D. Pocos días después, el arduo calendario lo obligó a pensar en el Brasileirao. En la primera fecha, Alan Kardec anotó el gol del triunfo sobre la hora. El delantero había sido el goleador del ascenso, del Torneo Paulista y es uno de los grandes proyectos del país. Pero su calidad de ídolo Verdao se borró rápido cuando a la semana de aquel gol, firmó contrato con el Sao Paulo. El Benfica, dueño del pase, cobró 4,5 millones de dólares y lo vendió al equipo rival. El presidente Paulo Nobre acusó la “extrema falta de ética”, pero no pudo hacer mucho más.

Luego, en diez días, perdió tres partidos consecutivos y como por inercia, también a su entrenador, Gilson Kleina. Los verdugos fueron Fluminense y Flamengo por el Brasileirao, pero la estocada final la dio el ignoto Sampaio Correa en la Copa de Brasil. En el año del centenario, la ilusión del retorno triunfal a nivel nacional se desinfló poderosamente a causa de la salida de dos hombres importantes en su vida futbolística.

Hubo que rearmar las piezas nuevamente y la dirigencia buscó el golpe de efecto. Descartado Marcelo Bielsa por sus requisitos, surgió el Tigre Gareca como plan B. En el medio, Alberto Valentim sumó más derrotas que triunfos como entrenador interino.

El debut del argentino fue con derrota 2-0 ante el Chapecoense a pocos días de asumir. El mismo resultado ante Botafogo y un magro empate sin goles contra el Gremio cerraron la primera etapa del Brasileirao. Gareca recién estaba llegando y de hecho no oficiaba directamente como entrenador. El parate durante el Mundial, incluyó pretemporada, amistosos y un trabajo intensivo para imponer el estilo y dejar atrás la malaria.

Fiel a la línea de cuatro y juego directo, se movió en el mercado de pases con la premisa de buscar jugadores que pudieran adaptarse fácilmente a su estilo. Concretó al defensor Fernando Tobio, a Agustín Allione y a Jonathan Cristaldo, caras conocidas de su paso por Vélez. Maxi Moralez quedó descartado porque Valdivia decidió seguir y Lucas Pratto debido a su alta cotización. También incorporó a Pablo Mouche, el ex Boca y jugador del Kayserispor, para reforzar la delantera.

De todos modos, las caras nuevas no variaron la ecuación. Santos, Cruzeiro y Corinthians fueron verdugos en los primeros partidos con Gareca como entrenador en plenas facultades. La clasificación ante el Avaí por la Copa le dio cierto aire, aunque la buena racha no continuó en el Brasileirao: empató ante Bahía y perdió contra Atlético Mineiro y Sao Paulo. El gol de la derrota en el clásico paulista fue anotado en el último minuto increíblemente por un tal Alan Kardec.

Sumados diez encuentros sin ganar por el torneo local, el Palmeiras ya igualó su peor racha negativa y está en zona de descenso directo. Gareca presentó la renuncia después del clásico, pero desde la dirigencia la negaron. Los hinchas también dieron su visto bueno por la continuidad con un comunicado: “los problemas internos que atraviesa el club no tienen nada que ver con el trabajo que viene realizando la Comisión Técnica y el grupo de jugadores”.

El andar errante de la institución en los últimos años y la mala fortuna digna de una prolongada pesadilla, atravesaron los pergaminos de Gareca y lo pusieron en la cuerda floja. Curiosamente, el hombre que representó los modelos de largo plazo en Argentina, a los nueve partidos de haber comenzado su nueva experiencia, ya abrió el paraguas: “Cada día tengo menos crédito”.


Por Pedro Molina