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Fin de la Era Sabella: La base lista para el sucesor

Duró tres años, pero fue intensa y casi termina con un título Mundial. Armó de cero, encontró el equipo, hizo crecer a Messi y aportó calma en su rol. El saldo y el futuro, positivos.

Por Redacción EG ·

29 de julio de 2014
Imagen TODO OK. Como entrenador sumó 26 triunfos, 10 empates y 5 derrotas. En el Mundial no perdió en los noventa minutos.
TODO OK. Como entrenador sumó 26 triunfos, 10 empates y 5 derrotas. En el Mundial no perdió en los noventa minutos.

Tres años y 41 partidos duró Alejandro Sabella en el banco de suplentes de la Selección Argentina. Su renuncia, al mejor estilo Bielsa, responde a una decisión personal ligada al desgaste y no es una consecuencia de los resultados. El ex entrenador de Estudiantes arribó con un corto –pero positivo- currículum como entrenador principal y se va habiendo dejado atrás un período de crisis.

Se hizo cargo de una selección deslucida post Copa América bajo el mando de Sergio Batista. Durante la nueva gestión, Messi pasó de villano a héroe y se hizo cargo de una investidura que ya no podrá perder. Además, fue el máximo anotador de la era Sabella con 25 tantos sobre un total de 76. El equipo comenzó a circular alrededor del 10 y de aquella manera, llegó a la final del Mundial, como Argentina pudo lograr apenas cuatro veces en más de ochenta años.

No hubo idea de plan integral ni se habló de un proyecto marcado por Sabella. Los resultados debían aparecer por default, y a prueba-error fueron surgiendo. Las Eliminatorias sin Brasil eran el escenario ideal para lucirse. Sin embargo, al cabo de la tercera fecha Argentina tenía cuatro puntos. Una derrota en Venezuela con un esquema ultradefensivo –y encima con errores frecuentes en la última línea- y un empate de local vs. Bolivia, fueron luces de alerta.

Como se volvió vox pópuli y hasta lo reconocen los propios jugadores, la Selección de Sabella se armó en la cuarta fecha contra Colombia en Barranquilla. El mal comienzo del partido se revirtió con el ingreso de Agüero. En el complemento con el Kun sumado a Higuaín y a Messi en el tridente ofensivo, el equipo dio una verdadera muestra de carácter. Terminó dos a uno y quedaron sentadas las bases. Aún no se había sumado el cuarto eslabón ofensivo: Ángel di María.

Dejando a un lado la selección local, Argentina no volvió a perder hasta la última fecha de las Eliminatorias, cuando ya había clasificado en la primera posición. El triunfo 4-3 contra Brasil en Estados Unidos por un amistoso, la goleada tres a cero vs. Uruguay en el Monumental y el día de la clasificación con un 5-2 a Paraguay fueron algunos de los partidos más destacados.
El equipo salía de memoria y se ubicaba en una segunda línea de candidatos a quedarse con el Mundial. Sabella tenía el apoyo generalizado en la previa, aunque aún quedaban muchos cabos por atar. El equipo descompensado y el “capricho” en ciertos jugadores eran los aspectos más criticados. A la hora de la verdad, muchos de ellos dejaron en claro que no eran simples obsesiones del entrenador y retribuyeron la confianza con excelentes rendimientos.

Messi, quien en la Selección tuvo un pronunciado crecimiento desde la llegada de Sabella hasta los Cuartos de Final del Mundial, dejó en el tintero su mejor función. Entre lesiones y desacoples defensivos, el capitán comenzó a quedar sólo y aislado en posición de ataque. Los Cuatro Fantásticos fueron sacrificados en búsqueda de mayor solidez.

El representante de Sabella en la previa de la final abrió la olla sobre su renuncia. No era momento para pensar en el futuro, pero la bomba ya había sido lanzada. Perder con Alemania estuvo lejos de opacar un camino largo y fructífero, que tuvo un pequeño traspié al fondo del camino. Por “cruzar el Rubicón” después de 24 años, como el propio DT patentó, su paso no será fácil de olvidar.
Luego de varios finales revoltosos, Sabella logró bajar el perfil de un cargo sobre el que muchos argentinos opinan. Hermético, trabajador y obsesivo, se mantuvo lejos de las polémicas y supo guiar a un plantel de figuras. Contuvo a Messi, le dio los gustos y le preparó el terreno para que el crack rosarino pudiera explotar. Por primera vez en muchos años, quien sea el sucesor del cargo, no deberá reiniciar de nuevo. La era Sabella termina bien y con los cimientos colocados. Martino, Pekerman o quien la AFA designe, deberán construir desde ahí.


Pedro Molina