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El Muro de la Selección

Se viene construyendo desde hace años y cada vez quedan menos resquicios de contacto con la prensa, los hinchas y la realidad. Bienvenidos a una cobertura digna de corresponsales de guerra.

Por Martín Mazur ·

10 de junio de 2014
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¡Vamos Argentina!, no es sólo un grito clásico de aliento o el nombre elegido para este blog. ¡Vamos Argentina! también podría ser un grito de exaltación para mejorar.

Porque mientras nuestro fútbol genera más cracks de los que pueden formar parte de un plantel, en ciertos ámbitos, la sequía de ideas y de talentos es tan evidente que invita a hacer un replanteo que la AFA (audaz para modificar un torneo hasta transformarlo en un trazado de montaña rusa), se resiste a abordar.

Mientras los hinchas (argentinos y brasileños que simpatizan por la Selección) esperaban cinco horas frente a la puerta del complejo Cidade do Galo, aguardando por el momento en que llegara el micro, la buena energía que se gestaba en dicha espera, indefectiblemente fue a parar al desagüe que desagota a metros del portón del ingreso. Después de que dos camiones militares descargaran dos grupos de soldados preparados para la guerra, con unos 15 patrulleros y otras tantas motos, finalmente apareció el micro de la Selección. Pasó acelerando, con algunos jugadores que atinaron a hacer una mueca de sonrisa, como si llegaran muertos desde un vuelo de Osaka con escala en Ottawa. ¿Tanto costaba tener un poco de originalidad? ¿Hacer bajar a Andújar, Rojo y Lavezzi, que saludaran al público y siguieran? 

Cuando aterrizaron, los jugadores de Uruguay tuvieron un contacto con la prensa, que es lo mismo que tener un contacto con la gente. También saludaron. Y fueron amables. Los holandeses pasaron por la playa y Robben hasta jugó a la paleta. Los ingleses van a visitar una favela y un jugador juvenil, como Lallana, dice que entiende que esa puede ser una experiencia "que signifique un antes y un después" para esa gente. Los cameruneses regalaron camisetas a los hinchas. Lo mismo hizo Benzema, de Francia. Y los brasileños se sacaron selfies con los hinchas, que les pasaban sus celulares para poder lograr el autorretrato. Los alemanes salieron a pasear en velero.  

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¿Y la prensa? En Alemania, la federación hizo instalar antenas 3G porque no estaba conforme con el nivel de velocidad para acceso a internet que le estaba ofreciendo a sus periodistas. La Argentina ni siquiera contempló que haya wifi en los últimos dos amistosos antes de partir. La carpa de los alemanes es un auténtico media center en miniatura: no se trata de que haya brownies (los hay) o cerveza gratis (la hay, con y sin alcohol), sino de tener un cronograma de trabajo y un respeto.

Como siempre, los periodistas argentinos que se mezclan con el público, no tienen otra opción que permanecer allí, y si no son tímidos, quizás se animen a pedirle a algún integrante de la seguridad que les permita acceder a un baño químico. Los adoradores del parkour tienen futuro como cronistas de Selección Argentina: para llegar a ver algo de lo que pasa en los entrenamientos, hay que saber escalar. Una colina, como era en L'Etrat 1998, o un morro, como es en Pampulha en el 2014.  

Preservar la intimidad es una frase que, mal entendida, podría ser vista como un incentivo a la mala educación y al destrato. Tanta simpatía que se ve en las cuentas de los jugadores en twitter, en el momento de contacto con la realidad, se desvanece.  

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A nosotros ya ni nos sorprende (tan acostumbrados estamos), pero a los cronistas extranjeros, no deja de llamarles la atención. Piden libritos oficiales, cronogramas de trabajo, información, entrevistas, previsibilidad. No obtienen nada, ni siquiera un interlocutor válido.  

Con tantos patrocinadores oficiales que tiene la Selección, marcas que auspician desde la hidratación hasta el buen aliento, ¿a ningún encargado de marketing se le ocurrió que propiciar un buen ambiente de trabajo y convivencia puede traer mejores resultados, en términos de difusión y penetración de mercado, que algunas publicidades berretas que exalten el espíritu nacional?

No es casualidad que la receta aplicada sea la misma que falla en la organización de los campeonatos argentinos: ¿hay problemas? Entonces hacen falta vallas. ¿Siguen los problemas? Entonces armemos pulmones en tribunas, megaoperativos de seguridad, restricciones a los hinchas visitantes. Aislamiento. Con la Selección no es tan distinto. La estrategia es similar a la que armó Estados Unidos en Irak: crear una green zone, una zona verde lejana a todo lo que puede estar del otro lado. Y que nadie se atreva a ingresar cruzar.

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No basta con que cada tanto aparezca un jugador del pueblo, que sonría o esté en contacto con el público, ni con carteles que, como los que están en Cidade do Galo, apelen a "hacerlo por la gente". Después de décadas de apelar a la misma receta -y perder, invariablemente-, sería bueno entender que hace falta un equipo del pueblo. Mañana es el primer entrenamiento abierto al público. Se entregaron 10 mil entradas gratuitas a gente que hizo cola toda la noche. Mañana puede ser un gran día, si hay intenciones de empezar a generar una auténtica comunión. 

¡Vamos, Argentina! ¿Qué esperás?

@martinmazur
Fotos: Alejandro Del Bosco