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CUBA: entre los títulos y el debate pendiente del rugby

Mucho tiempo tuvo que esperar Club Universitario para un nuevo título. De postura conservadora, el éxito lo llevó a replantearse diferentes aspectos sobre el profesionalismo.

Por Redacción EG ·

08 de mayo de 2014
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 Grandes, chicos, familia y jugadores se unieron en un inmenso abrazo imaginario para festejar el título de CUBA. El 26 de octubre de 2013, cortaron el maleficio de 43 años sin triunfar en la URBA y el viento de cola llegó hasta mayo: obtuvieron por primera vez el Nacional de Clubes, en otra infartante final, esta vez ante Duendes de Rosario.

La previa del partido encerró una disputa interna, paradigmática en la lucha del rugby por mantener el espíritu amateur o profesionalizarse. CUBA, uno de los principales opositores a la reforma, ni siquiera admite publicidad en su cancha. Sin embargo, al tratarse del Nacional de Clubes y debido a que la UAR ya había comercializado los espacios, no tuvo demasiadas opciones. O rompía la tradición de jugar sin publicidad o jugaría en otra cancha. Triunfó la primera opción, principalmente por la influencia de los socios, quienes no concebían la idea de ser locales en otro lado. Así fue como por primera vez en la historia, hubo publicidad en Villa de Mayo.

Si bien no se lo puede considerar como un paso al profesionalismo, la situación refleja la constante evolución mediante pequeños pasos en los que el amateurismo va cediendo. Más complicada aún es lo que sucede con la Unión Argentina de Rugby, que promueve las becas económicas. Con este aporte económico otorga la posibilidad a algunos jugadores de participar en Los Pumas o en equipos del exterior como los Pampas XV. Teóricamente, el “profesionalismo” significa un premio hacia quienes se destacan y una mejora en el nivel que repercutiría en el rendimiento de las selecciones. Sin embargo, la URBA, por el espíritu amateur mencionado, no admite jugadores que cobren por jugar, es decir, la opción por uno, exige renunciar a la otra. De este modo, se genera una disputa inmanente entre las dos organizaciones.

El caso de Matías Moroni, figura del CUBA campeón, refleja el panorama complejo. Becado por la UAR, en abril fue uno de los 5 jugadores que renunció a tal condición para continuar jugando en su club de origen. Durante ese tiempo, la UAR no tenía partidos en agenda. La medida fue aceptada por quienes lo habían convocado, aunque la idea original de comenzar a armar un equipo nacional en vistas al futuro, redujo su número de 18 a 11. Cuando Moroni, quien tiene un futuro promisorio en Los Pumas, retorne a su condición de becado por la UAR, ya no habrá vuelta atrás en su club.

Al menos, desde hace poco tiempo, en CUBA se permite el regreso de quienes hayan tenido un pasado profesional. En su momento, el mismísimo Ignacio Corleto sufrió la prohibición tras largos años jugando en Europa. Ya retirado, fue uno de los principales impulsores en modificar esa regla interna del club. En Newman, por ejemplo, todavía disfrutan de la vigencia de Felipe Contepomi, quien tuvo las puertas abiertas al regresar.

La destacada generación de Los Pumas, que brilló en el Mundial 2007, representa genéricamente a la opinión de las nuevas camadas. Un amateurismo aggiornado¸ sin tantas prohibiciones y con mayores comodidades para los jugadores. La consigna implícita dentro del torneo de la URBA es “competencia, pero no a cualquier precio”. En la edición impresa de El Gráfico de marzo, Nani Corleto fue claro: “Yo no quiero que el club de rugby de URBA sea profesional, porque me parece que en este país el club tiene que ser formador. Tenemos que lograr que sean clubes de rugby sociales, un lugar de pertenencia, formadores de chicos”. En la misma línea, aunque más ácido, Pichot prendió los reflectores sobre el problema: “cuando hay más plata, lamentablemente hay gente que quiere más poder y hay más intereses”.

Como si fuera un período de transición, el rugby define su futuro. La publicidad, las renuncias y los jugadores becados ponen blanco sobre negro en relación a las tradiciones y las posturas políticas. El tire y afloje entre lo plenamente amateur y el profesionalismo puro parece estar encontrando la tregua. Mientras, en el medio, permanece latente aquello que no entra en debate: el abrazo de grandes, chicos, familia y jugadores festejando el presente de CUBA.

Pedro Molina