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Corleto: “El rugby está muy futbolizado”

Uno de los mejores backs argentinos de la historia opina sobre todo: los primeros pasos de Los Pumas en el Rugby Championship, Loffreda, Gonzalo Quesada, el profesionalismo, la capitanía de Contepomi, la elección de Hourcade como entrenador, el título de CUBA y los sacrificios de irse a jugar al exterior.

Por Redacción EG ·

03 de abril de 2014
Nota publicada en la edición de marzo de 2014 de El Gráfico

Imagen CORLETO apoya la elección de Daniel Hourcade como DT: "tiene trayectoria", asegura.
CORLETO apoya la elección de Daniel Hourcade como DT: "tiene trayectoria", asegura.
Dice que no es fanático del rugby, pero tiene el N° 15 inscripto en la moto negra con la que se arrimó al encuentro, en el Club House del barrio privado donde vive, ubicado en Pacheco. “Disculpá la demora. Mi mujer no está y se me complica un poco con los chicos”, se excusa Ignacio Nani Corleto, de 35 años. Su mujer es la modelo Jazmín Alcorta; sus hijos, Filipa, de 2 años, y Tobías, de 4, que llegó vestido de Messi.

Hay un compacto que se puede ver en YouTube en el que Corleto clava un drop impensado desde mitad de cancha ante Irlanda en 2003. O uno corriendo como un rayo hacia el ingoal, en los tries que les metió a Les Bleus en ¡dos partidos! del Mundial de Francia 2007. En el inaugural, jugado en el Stade de France; y por el tercer puesto, en el Parque de los Príncipes, donde el seleccionado argentino obtuvo la medalla de bronce. Corleto jugaba al rugby en Francia desde que tenía 20 años, primero en Narbonne y luego en Stade Français (ganó 3 títulos). Luego de la Copa del Mundo se quedó ocho meses más, hasta que se lesionó en una semifinal ante Toulouse, el 22 de junio de 2008. Fue su despedida del rugby, aunque el anuncio oficial llegaría dos años después.

-Incluso con toda tu historia decís que no sos fanático del rugby…
-Nunca fui un gran fanático, ni alguien que se pusiera a ver rugby. Es más, desde que dejé, veo más rugby de lo que veía antes, pero cuando jugaba no me importaba tanto. Después de jugar un sábado no podía ponerme a ver cinco horas de rugby.

-A pesar de todo, fuiste uno de los mejores backs del país.
-Cada uno tiene su enfermedad cuando hace las cosas. Yo era un enfermo en la exigencia que me ponía y creo que nunca en un partido me fui diciendo “qué buen partido hice”, porque siempre tenía algo para mejorar.

-El tercer puesto en 2007 posibilitó el ingreso al Rugby Championship. ¿Te hubiera gustado jugar el torneo?
-Fui uno de los que hizo que Los Pumas llegaran a donde están, como miles de jugadores. Todo el rugby argentino empujó para eso. Cuando me retiré no estaba en los planes jugarlo, todavía era un sueño y una posibilidad. Ahora lo disfruto desde afuera y me parece espectacular que Los Pumas puedan estar en esta competencia, que es durísima; a veces no nos damos cuenta de eso. Por ahí, las giras de noviembre que jugamos contra Gales, Escocia e Inglaterra, hacen volver un poco a lo que se jugaba antes, contra rivales duros con los que Los Pumas siempre estuvieron acostumbrados a jugar.

-En 2012 empataron con Sudáfrica, pero en 2013 perdieron los seis partidos...
-En el 2012 me preguntaban y les decía que al año siguiente iba estar más duro todavía. No es fácil por tantos jugadores que se fueron, porque hay una camada nueva, con muchos jóvenes. También hay que tener en cuenta que los otros equipos ya saben lo que es pisar suelo argentino y jugar acá, por eso llegan más preparados. Estamos hablando de los tres mejores equipos del mundo, pero la gente que no está en el rugby a veces no entiende, no conoce la historia de este deporte y piensa que Los Pumas son como el fútbol. Pero la realidad es que no es eso. Argentina siempre trató de ganar los partidos luchándola, con huevo, garra y corazón. Es un camino, una proyección, con gente seria que está detrás y un montón de cosas que se tienen que dar para que, si Dios quiere, en unos cuantos años estemos al nivel del rival.

-¿Por qué las potencias le llevan tanta ventaja a Los Pumas?
-En Nueva Zelanda son poco más de cuatro millones de habitantes y la mayoría juega al rugby, es su deporte oficial, son maoríes, lo que los hace físicamente distintos a nosotros. En Australia, todo deporte que juegan lo hacen con una pelota ovalada, y son súper atletas porque en los colegios practican todos los deportes. Y en Sudáfrica son unos monstruos físicamente. Lleva tiempo estar cada vez más cerca de ellos.

-¿Hubieran sido mejores los resultados si Marcelo Loffreda se quedaba?
-Al Tano, más que respetarlo muchísimo, lo considero un amigo. Pero el Tano no estuvo y sí estuvo Tati (Phelan), que tuvo su oportunidad agarrando un equipo difícil, después de un 2007 con muchas bajas de jugadores. Hizo lo que pudo. Lo peor fue cómo se fue, creo que ni él ni nadie merece un alejamiento así.

-¿Por qué se desgastó la relación jugadores-entrenadores?
-Es algo que ellos mismos tienen que contestar. Está claro que se desgastó y hubo falta de códigos. Es como que te digan que en un equipo de rugby todos se llevan bien o todos son amigos. No pasa ahora ni pasó en mi época de jugador. Lo que sí deberían mejorar los jugadores es tratar de, rápidamente, olvidarse y pasar a otro plano. Históricamente siempre hubo problemas en el rugby entre dirigencia y jugadores. Eso es un poco del porqué te digo que el rugby está muy futbolizado, hay que cambiar algunas cosas. Hay gente que está trabajando, pero no cobra porque es un trabajo que está medio en el aire. En el rugby argentino todos deberían apuntar para el mismo lado. Arreglar las diferencias y apuntar al Mundial 2015, que es un lindo objetivo, y encima llegar con tres años de experiencia en el Rugby Championship.

-¿Te pareció correcto que le hayan dado la cinta a Felipe Contepomi desepués de que Fernández Lobbe se lesionó, cuando Pato Albacete era el subcapitán?
-Felipe siempre fue un poco líder, aunque no tuviera la cinta de capitán. Pero me parece que hubo cosas raras o que por lo menos me sorprendieron. En el momento en que Corcho Fernández Lobbe estaba lesionado, no me pareció bien que le dieran la cinta a Felipe cuando Pato Albacete, por todo lo que venía haciendo, estaba siendo el subcapitán. Me parece que ahí hubo un cortocircuito.

-¿Estuvo bien elegir a Daniel Hourcade tras la ida de Phelan en lugar de a un entrenador extranjero?
-Sí, es un tipo que desde 2001 viene laburando, estuvo en Pumitas, estuvo en M-21, en Portugal, en el Seven, en los Jaguars, sacó campeones a los Pampas… Tiene su trayectoria y me parece que eso es lo que hay que generar, algo más nacional. A mí me gusta ver entrenadores argentinos entrenando a la Argentina.

-Si tuvieras que elegir, ¿a quién hubieras puesto en lugar de a él?
-No había otro argentino con tanta experiencia, pero uno que podría haber sido es Gonza Quesada, que hace tiempo está entrenando y ayudando a la selección de Francia, y trabajando con clubes de afuera. Si no, otro podría ser el Tano Loffreda.

Actualmente, Corleto trabaja en la fundación Botines Solidarios, que creó junto a dos de sus hermanos. Tras su paso por Francia, quiso retirarse en CUBA, el club de toda su vida, pero la vuelta se complicó por una cuestión política de la institución. Sin embargo, el 26 de octubre de 2013, meses antes de ser declarado personalidad destacada por la Legislatura porteña, se dio el gusto de ver la consagración de su querido Universitario ante Hindú, tras 43 años de sequía.

-¿Te sentiste parte de la hazaña?
-No, nooo... Lo viví siempre como hincha, aunque a partir de la semifinal, los entrenadores me pidieron que estuviera más cerca de los jugadores. Me encantó la idea, aunque me daba un poco de miedo: a ver si nos iba mal y la yeta era yo. Pero al final estuvo muy lindo. Ellos fueron siempre fieles a su sistema de juego y a sus declaraciones. Arrancaron el año diciendo “apuntamos a salir campeones”, y aunque es un poco lo antideportivo en el rugby, porque pocos equipos lo dicen, se la jugaron. Fueron creando ese ambiente y fue la única manera de creérselo y la única manera de hacerle creer a la gente que era el camino a seguir.

-¿Era el mismo camino en el que andaba Universitario en 1999 y 2000, cuando llegaron a la semi y vos eras una pieza clave?
-En esa época, la filosofía era otra. El paso a paso fue siempre lo que me tocó vivir. Las de ahora son otras camadas, otras generaciones, y me parece que había que crear algo así para sacar el maleficio de 43 años. Son unos héroes por lo que han logrado.

-Después de eso la descosiste en el Mundial de Gales 99 y te fuiste a jugar al exterior. Eras muy chico. ¿Sentís que te perdiste cosas importantes acá?
-Sí, obvio, perdí un montón. Más allá de experiencias con mis amigos, con mi familia, viajes, giras, lo que más me duele o el momento de mayor sufrimiento fue cuando se murió mi vieja. Estando afuera no pude compartir sus últimos momentos. También se murió mi mejor amigo y no pude estar acompañándolo como me hubiera gustado… Esas son las cosas que más me duelen.

 
Imagen HOY, Corleto es parte de la fundación Botines Solidarios, que intenta utilizar al rugby como herramienta de cambio social.
HOY, Corleto es parte de la fundación Botines Solidarios, que intenta utilizar al rugby como herramienta de cambio social.
-¿Esa decisión, sumar experiencia internacional, es clave para que los jugadores lleguen a ser Pumas?
-Cada vez son más los jugadores de la URBA que pasan a jugar en el seleccionado nacional. Hoy, muchos optan por quedarse a jugar en la Argentina en lugar de irse. Ahora que los Pumas juegan el Rugby Championship, el jugador argentino pasó un poco de moda en el exterior. Y más allá de la moda o no, contratar a un argentino que se vaya dos o tres meses a jugar ese torneo, desgastado y demás, no es redituable para ellos.

-A diferencia del fútbol, los buenos jugadores se quedan en la Argentina. ¿El rugby local debería ser profesional?
-Argentina tiene un problema, que es el mismo para el rugby y el fútbol. Acá tenés la cancha de Racing y la de Independiente a dos cuadras de distancia. En cambio, en Francia, son ciudades que tienen un solo club de rugby y un solo club de fútbol, por eso siempre están llenas. En el rugby argentino tenés a CUBA, CASI, SIC, Hindú, por nombrarte sólo a los conocidos, y hay miles de clubes más... Es imposible que tantos clubes de rugby sean profesionales. Y más allá de que se pueda, yo no quiero que el club de rugby de URBA sea profesional, porque me parece que en este país el club tiene que ser formador. Tenemos que lograr que sean clubes de rugby sociales, un lugar de pertenencia, formadores de chicos. Me gustaría que el rugby profesional sea el de la provincia. Lo que hoy es el Argentino que juegan Buenos Aires, Tucumán, Rosario, Cuyo, Salta… Que ese torneo sea profesional, porque de alguna manera se promovería el deporte en el país. Que los jugadores que quieran ser amateurs se formen, se diviertan y jueguen con sus amigos en los clubes y aquel que, a cierta edad, quiera jugar de manera profesional, pueda hacerlo para una provincia, y que estas se enfrenten entre sí con sponsors apoyando.

-¿Son distintos los valores que transmiten el rugby amateur de Argentina, el de los Pumas y el rugby profesional de Europa?
-Son los mismos valores. El profesionalismo cambia un poco, pero es lógico. Cuando era chico nno me imaginaba que iba a jugar en Primera, ni ser profesional. Uno jugaba al rugby por placer y hoy se sigue jugando por placer. Por ahí un chico, ya a los 10 o 15 años, dice “quiero vivir del deporte, quiero vivir del rugby”, y para mí no hay nada más lindo que eso, y no te va a cambiar los valores. Es un deporte que te enseña a no discutirle al referí, ni en menores de 6 años, ni en menores de 15, ni en Primera, ni siendo profesional, ni en Los Pumas. O que solo no vas a poder ganar un partido.

-¿Es distinto a lo que pasa en el fútbol?
-No me gusta hablar de lo que no conozco, pero me parece que el fútbol no está pasando por un buen momento. Todos los deportes están un poco futbolizados, el rugby sobre todo. Ahora vas a una cancha y hay más puteadas, o hay silbidos cuando patea el rival, cosas que no pasaban antes. También ves padres que insultan más ahora que lo que lo hacían antes, cuando se hacía de una manera más lógica. O se mancha por algunos dirigentes…

-¿La UAR también se futbolizó bastante?
-Cuando hay más plata, lamentablemente hay gente que quiere más poder y hay más intereses. Pasó en todos los deportes. Me parece que los argentinos deberíamos dejar de hablar mal, criticar constantemente y hacer, empujar un poco más, estar convencidos de lo que hacemos y hacerlo bien. Si el otro quiere robar, hacer esto o lo otro, es su problema. Eso es lo que yo pienso, ahora estoy tratando de apoyar a más de cien fundaciones o instituciones en toda la Argentina que trabajan con el rugby como herramienta de inclusión y medio social.

-¿En qué está enfocada la Fundación Botines Solidarios actualmente?
-Creció mucho, estamos trabajando en siete barrios de la Capital Federal, en dos barrios en Rosario, en cinco cárceles y en un centro de menores en la Plata. Ocupa un rol que deberían estar cumpliendo el Estado y la UAR. Si el rugby social estuviese perfectamente enmarcado, si hubiese gente difundiéndolo como debiera ser en la Unión Argentina de Rugby, no estaríamos nosotros. Queremos trabajar con el Estado, con las uniones de rugby nacionales y las del interior. Más allá de que haya gente que apoye esto, tampoco se le puede pedir todo a la gente… Siempre somos nosotros los que tenemos que dar donación, tiempo… Hay unas ochenta mil fundaciones en la Argentina, imaginate la cantidad de gente que hay ayudando. Hay una Argentina que a veces no vemos o no queremos ver, pero también hay una Argentina solidaria, que trata de apoyar, como algunas empresas, que no sólo quieren la foto o decir que están colaborando, sino que se involucran realmente en los proyectos. También trabajamos en conjunto con la Fundación DAD, ellos están desde hace mucho tiempo. Nosotros hacemos rugby y lo tomamos como inclusión social, pero no podemos también ocuparnos de que los chicos puedan ir al colegio y demás. Lo mejor sería articular con una fundación que pueda darles becas, ayudarlos en la parte educativa, en la parte médica y en la parte laboral.

-¿Cómo hacen para que los chicos de la fundación se vinculen al rugby en un país tan futbolero?
-Es difícil, pero a muchos pibes de los barrios les encanta porque no encuentran un lugar dentro del fútbol. Por ahí hay un chico gordo o uno muy alto que en el rugby tienen su lugar. Siempre hablamos del petiso, del alto, del flaco, del rápido, del chiquitito… Los chicos cada vez que juegan se enganchan. Tenemos algo especial en la fundación: ellos mismos se cobran las faltas. Por ejemplo, si se les cae la pelota para adelante y hacen un knock-on, ellos frenan y saben que es falta. O cuando tiran el pase para adelante (pass-forward) o hacen un penal. También hay un moderador, justamente para destacar que ellos mismos tienen que cobrarlo. Es parte del laburo que hacemos en las cárceles y en los barrios, y es espectacular.

Por: Pablo Elias / Fotos: Emiliano Lasalvia