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El cura de la selección

Juan José Medina está a cargo de la Capilla San Francisco de Asís, ubicada dentro del predio de la AFA. Por allí pasaron, y pasan, los jugadores argentinos en busca de contención espiritual. Aquí, el sacerdote recuerda sus 17 años cerca del fútbol y cuenta cómo es almorzar con Messi y bautizar a alguien de urgencia.

Por Redacción EG ·

01 de marzo de 2014
    Nota publicada en la edición de Febrero de 2014 de El Gráfico

Imagen EL EQUIPO de Sabella merece salir campeón, afirma el padre Medina.
EL EQUIPO de Sabella merece salir campeón, afirma el padre Medina.
“El futbol argentino es muy creyente. Los jugadores son hombres de fe”, afirma el padre Juan José Medina. Su apreciación es certera: el fútbol es un deporte en el que siempre, cuando se necesita, se pide. En casi todos los vestuarios es habitual toparse con la imagen de alguna Virgen o de algún santo. ¿Cuántos jugadores se persignan al ingresan al campo de juego?, ¿cuántos planteles han llegado hasta la Basílica de Luján para cumplir una promesa o para ser bendecidos antes de un partido trascendental? Desde hace años, la imagen de Nuestra Señora de Luján acompaña a la Selección en todos sus partidos y en cada uno de sus viajes. Y en las juveniles, es común ver la figura de la Virgen de la Medalla Milagrosa.

El vínculo entre el fútbol y la religión es tan amplio que en noviembre de 1996, el Cardenal Antonio Quarracino decidió formar El Equipo Pastoral del Fútbol, un grupo compuesto por varios sacerdotes que asistirían a los clubes argentinos. Así como están los curas de las villas, querían a los curas del fútbol. El padre Juan José fue uno de los tres sacerdotes elegidos para cumplir esta tarea. Mediante una carta le pidió una audiencia a Julio Grondona, que se concretó el 7 de enero de 1997. En ese encuentro, el titular de la AFA le hizo un ofrecimiento: ser el principal asesor espiritual de los seleccionados argentinos; función que lleva adelante desde hace 17 años.

Oriundo de Navarro, noreste de la provincia de Buenos Aires, Juan José tiene 55 años. Cuando cumplió 22, ingresó al Seminario Metropolitano de Buenos Aires y 8 años más tarde se ordenó de sacerdote. Sus inicios fueron en la Iglesia Santa Ana de Villa del Parque y hace 6 años que está a cargo de la Capilla San Francisco de Asís, ubicada en el predio de la AFA en Ezeiza.

El Padre nos recibe en la sacristía de la parroquia. Esta pequeña sala, que se emplea para guardar los elementos para las misas, tiene detalles que contrastan con los de cualquier capilla de barrio y donde comienza a percibirse el ambiente futbolero. Hay fotos y cuadros junto a varios futbolistas, desde Batistuta hasta Cambiasso, pasando por Coloccini o Samuel. También se destaca una imagen grupal en la que están varios juveniles, hoy ya consagrados, como Zabaleta, Cavenaghi y un llamativo Mascherano, vestido de cura y con lentes. “Antes de tomarnos esa foto, Javier, me pidió el traje de cura y me sacó hasta los anteojos. Era muy bromista. Hoy tenemos una gran relación”, comenta.

“Cuando los juveniles del Sub 20 salieron campeones, en el 2001 le pidieron a Nélida, la esposa de Julio Grondona, que construyera la capilla”, cuenta. En aquel equipo estaban Nicolás Burdisso, Coloccini, Germán Lux, Ponzio, Maxi Rodríguez, D'Alessandro y Saviola, entre otros. El proyecto fue encabezado por Nélida y la Comisión de Damas de la AFA, y la Parroquia fue inaugurada el 27 de noviembre de 2008.

Imagen JUNTO AL "CURA" algunos juveniles destacados, como Mascherano.
JUNTO AL "CURA" algunos juveniles destacados, como Mascherano.
Antes de su construcción, las misas se hacían en un santuario de la Virgen del Sagrado Corazón que se encuentra en el patio del predio, y en días de lluvias, en sala de conferencias. Actualmente, las ceremonias se celebran los días martes, y sólo asisten los empleados de la AFA, jugadores y técnicos.
El templo lleva el nombre San Francisco de Asís, patrono de los jóvenes. “Le regalé a Nélida un libro de la vida de San Francisco de Asís, y en un viaje que hizo con don Julio a la FIFA, pudo leerlo y quedó entusiasmada con la historia. Cuando regresó me dijo: ‘La capilla se tiene que llamar San Francisco de Asís’. Me pareció una buena elección. Era un muchacho joven que dejó todo para seguir a Jesús. Es un buen ejemplo para los chicos, porque les hace ver que lo material no es todo en la vida”.

Justamente, fue un pibe el que le facilitó su trabajo cuando inicio su labor en el predio. “En aquel momento me ayudó mucho Esteban Cambiasso. Fue alumno mío en la iglesia de Villa del Parque. Me presentó al resto y me abrió camino con sus compañeros, chicos de la Sub 17 que se encontraban entrenándose en Ezeiza”, recuerda.

En estos 17 años, ha estado muy cerca de los más jóvenes, compartiendo sus angustias, dolores, y momentos difíciles; siempre brindándoles apoyo espiritual, moral y humano. “Tuve chicos, por ejemplo, que no jugaban o que no iban ni al banco de suplentes y sufrían mucho por eso. Uno debe contenerlos, decirles que tengan paciencia que ya les va a llegar la oportunidad”, señala.

Su afinidad con los pibes marca por qué uno de los ciclos que recuerda con mayor afecto es al que llama “la época floreciente de las juveniles”, por la era de José Pekerman. “Fue el primer técnico juvenil que conocí y me daba mucha participación. Incluso cuando los chicos dormían acá, manteníamos largas charlas. Aprendí mucho de José. En esa época traíamos a profesores para que dieran clases de inglés, computación y lectura. A él le interesaba la formación integral del jugador”.
Cualquiera podría pensar que el padre Juan José es fanático del fútbol, pero esto no es así. De hecho, reconoce: “Nunca entendí por qué me eligieron para esta función”. Aunque afirma que sí conoce el ambiente desde lo humano y personal.

Fue socio de Boca, iba a los partidos y también visitaba la pensión. “Los jóvenes llegaban al predio y me pedían que los fuera a ver. Sigo siendo hincha de Boca, pero con el tiempo uno pierde el fanatismo. Hoy quiero que le vaya bien a todos, por el aprecio que les tengo a muchos jugadores, como Gago o Pablito Ledesma”, comenta.

Su compromiso excede las casi 50 hectáreas de Ezeiza. Ha bautizado a los hijos de varios jugadores en sus propios pueblos, y ha casado a una extensa lista de futbolistas. “Casé a Samuel, Romero, Burdisso, Mac Allister, al Polaco Arzeno, de quien además soy su padrino de bodas. Resulta que cuando se fue a casar, ni él ni la mujer estaban bautizados. Los llevé a una parroquia para bautizarlos, les salí de padrino a los dos, y después los uní en matrimonio”.

El Padre es una Biblia de nombres de futbolistas. Todo nos lleva a una pregunta: ¿Y Messi? ¿Lo conoce a Messi? “Lo conozco desde hace diez años, desde el Mundial Sub 20 de Holanda. Siempre fue un pibe de bajo perfil, un chico muy cariñoso y respetuoso. La última vez que almorzamos juntos, lo miraba en la mesa y me preguntaba: ¿Cómo vivirá todo el asedio? Un chico se acercó a pedirle una foto y le dije: ‘Sos un privilegiado, yo hace años que lo conozco y no tengo una foto con él’”. Están tan asediados que yo no puedo ponerme en ese papel, el de hincha. Yo cumplo otro rol. No me atrevería a pedirle una foto”.
En tiempos de Diego Maradona como técnico de la Selección, era común que se celebraran varias misas en la capilla, en donde asistían los jugadores y sus colaboradores. “Esta capilla está abierta todo el día gracias a Maradona”, confiesa. En aquel momento, el padre Medina tenía las llaves de la capilla y cuando se iba, la dejaba completamente cerrada. Un día le dijeron que Diego había ido tres veces y no había podido ingresar. Quería rezar y, como no pudo, se enojó tanto que llamó a Grondona. Desde ese día, la capilla permaneció siempre abierta.

Imagen SI ENCUENTRO con el papa Francisco, en el Vaticano.
SI ENCUENTRO con el papa Francisco, en el Vaticano.
Maradona no es el único entrenador que tuvo un estrecho vínculo con esta parroquia. Por iniciativa de Carlos Bilardo, se construyó un camarín dedicado a la Virgen de Luján debajo del campanario. “Bilardo es muy devoto de la Virgen de Luján. Teníamos un espacio, un campanario, yo les dije que consiguieran la imagen y finalmente la pusimos ahí. El siempre viene y le reza”, relata Juan José.

Cuando dirigía la Selección Sub 20, Sergio Batista donó la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Todo comenzó cuando fueron a Ciudad del Este en busca de la clasificación al Mundial y a los Juegos Olímpicos de 2008. Como no pudieron conseguir a tiempo una imagen de la patrona de la Argentina, llevaron la de la Medalla Milagrosa. En el último partido del torneo tenían que ganar o quedaban afuera; el empate no les servía. “Recuerdo que Fantino decía por radio que solamente un milagro los podía ayudar, porque en el tiempo suplementario tenían que hacer dos goles. Finalmente los hicieron, clasificaron, y luego ganaron los Juegos Olímpicos. Entonces, decidieron donar la imagen de la Virgen, que mide 1,30 por 0,40 metros y fue realizada por una familia de artesanos de Luján”, rememora.
Poco antes de concluir la entrevista, interrumpe la charla y saca de un cajón una foto junto al papa Francisco tomada en agosto del año pasado. “Conozco a Francisco desde que era Obispo de Buenos Aires. Viajé a Roma por vacaciones y pude concretar un encuentro. Hasta me invitó a desayunar. Coincidí con la visita de la Selección. Los jugadores me preguntaban si podían visitarlo con sus familias (ese día lo hicieron sólo con el plantel profesional). Cuando lo consulté, inmediatamente llamó a su secretario y arregló todo. Tuve que hacer una lista para pedir las audiencias. De a poco están yendo todos”, relata entusiasmado.

A cinco meses del inicio de la Copa del Mundo, ya recibió la invitación para viajar a Brasil junto al equipo de Alejandro Sabella. “No he ido a ningún Mundial. Debe ser una experiencia muy linda. Iría para acompañar al grupo, para estar si en algún momento me necesitan. En definitiva esa es mi tarea. Aprecio mucho a Sabella y sé que él me quiere también. Es un muy lindo grupo, donde hay mucha humildad, mucha sencillez y sobre todo mucho trabajo”. Y concluye: “Este equipo merece salir campeón”.

Por: Guadalupe Sena/ Fotos: Emiliano Lasalvia