¡Habla memoria!

Aarón Wergifker

Brasileño de padres rusos, fue un caballeroso defensor que se destacó en River y Platense en las décadas del treinta y el cuarenta.

Por Redacción EG ·

14 de febrero de 2014
Imagen REBAUTIZADO. Wergifker se convirtió en Pérez. En Argentina nadie daba pie con bola con su apellido, y desde el seno del plantel del River encontraron la solución... le inventaron uno nuevo.
REBAUTIZADO. Wergifker se convirtió en Pérez. En Argentina nadie daba pie con bola con su apellido, y desde el seno del plantel del River encontraron la solución... le inventaron uno nuevo.
La familia Wergifker, olfateando quizás el destino de una Europa que comenzaba a hundirse en la Primera Guerra Mundial, tomó sus escasas pertenencias y partió rumbo a Brasil, movilizada por las expectativas de un futuro promisorio. En San Pablo nació el pequeño Aarón y, antes de que este comenzara a dar sus primeros pasos, el clan volvió a trasladarse, en aquella oportunidad con Buenos Aires como destino definitivo. La Argentina del centenario ofrecía una economía pujante y eternas oportunidades para los inmigrantes. Los Wergifker se dejaron seducir por la propuesta y Aarón configuró en su infancia su posterior oficio.

Corría octubre de 1932 cuando Aarón Wergifker hizo, en River, su debut en Primera. En aquellas épocas de incipiente profesionalismo el equipo ya se había ganado el apodo de Millonario, y el defensor de 17 años rápidamente se convirtió en un valor fundamental dentro del plantel.

Sus compañeros, que jamás pudieron pronunciar bien su apellido, pronto empezaron a llamarlo "Pérez". Entonces, Wergifker, de la noche a la mañana, pasó a ser Pérez para todo el mundo. Y Pérez se ganó un puesto en el lateral izquierdo y no salió nunca más. En total jugó 203 partidos en River y ganó cuatro títulos. Además, convirtió dos goles con una extraña salvedad: uno fue ante Tigre en la vieja cancha de Alvear y Tagle y el otro en el flamante Monumental, contra Atlanta.

Pérez -o Wergifker para los pronunciadores más valorosos- jamás se destacó por su técnica o su calidad de juego, pero sí por su caballerosidad y su entrega permanente. Los hinchas de River le expresaron su cariño durante los nueve años en los que, casi ininterrumpidamente, ocupó un lugar en la defensa titular. Sin embargo, el idilio un día se rompió y en 1941 fue dejado en libertad por la dirigencia riverplatense. Las razones nunca fueron especificadas, pero un rumor de pasillo sostiene que el médico del plantel, supuesto defensor de la causa nazi, le inventó una deficiencia pulmonar para dejarlo fuera del club. Su condición de judío, aparentemente, le jugó una mala pasada.

Lejos de desalentarse, Wergifker tomó sus botines y se fue a Platense. En el Calamar fue muy bien considerado y jugó, hasta 1946, 112 partidos y no convirtió goles. Allí acabó su carrera, y nunca más volvió a vincularse con el fútbol, al menos profesionalmente.

Al margen de su pasado cosmopolita Wergifker jugó, entre 1934 y 1936, cinco partidos en la Selección argentina. Su aporte no fue mayor en una época en la que los equipos nacionales estaban muy por debajo de la consideración actual, pero si se ganó un lugar en la historia al convertirse en uno de los tres futbolistas extranjeros que vistieron la albiceleste. Además del gentil Aarón, los otros dos fueron el español Pedro Aricó Suárez, también en la década del treinta, y el paraguayo Heriberto Correa, en los años setenta.

Matías Rodríguez