Descubriendo a...

Descubriendo a Lucas Albertengo

El delantero de Rafaela fue una de las grandes novedades que dejó el Torneo Inicial 2013.

Por Alejandra Altamirano Halle ·

12 de febrero de 2014
Imagen “NO ME PIERDO un partido del futbol argentino. Es lo que me da de comer. Analizo a los rivales y veo donde puedo sacar ventaja.”
“NO ME PIERDO un partido del futbol argentino. Es lo que me da de comer. Analizo a los rivales y veo donde puedo sacar ventaja.”
Colonia Egusquiza tiene poco más de 400 habitantes y un nuevo ídolo: Lucas Albertengo. Sus tatarabuelos por parte de su papá Rafael –al igual que los de su mamá Claudia– llegaron a la Argentina desde la región italiana de Piemonte y fueron partícipes de la fundación de esta localidad santafesina, que hoy está revolucionada con el delantero de Atlético Rafaela. “La gente de Egusquiza está más contenta que yo por cómo me está saliendo todo”, explica la revelación del equipo de Jorge Burruchaga. 

Hace apenas un año, Burru lo convocó a su primera pretemporada con la Primera. Habían pasado 14 años desde su llegada al club, y malos momentos como el de aquel Domingo de Pascua de 2010, en el que sufrió un golpe durísimo: fractura de tibia y una recuperación que se hizo más larga de lo que esperaba. “Exactamente después de tres años de la lesión, el Domingo de Pascua de 2013, me tocó ir al banco con la Primera. Pasaron técnicos que no me tuvieron en cuenta y Burru se la jugó por mí, por eso le voy a estar siempre cien por ciento agradecido”, explica el delantero de 23 años recién cumplidos (nació el 30 de enero de 1991), hermano de Mauro (24, jugador de Quilmes de Rafaela), Martín (18, defensor de San Isidro) y Gino (10), delantero y su fan número uno. “Es el que está más feliz. Es un enfermo del fútbol, vive para jugar a la pelota y va a tener muy buen futuro. Soy muy familiero y creo que me gustaría quedarme un poco más. No sé si a Gino le va a gustar la idea de que me vaya de Rafaela, porque a él no lo podemos sacar del pueblo, no quiere saber nada con las grandes ciudades”, comenta el jugador que ya está bajo la lupa de los equipos a los que les metió goles en el último campeonato: Estudiantes, San Lorenzo y Boca.

Empezó a jugar en el Club San Isidro, y como si un equipo no fuera suficiente para despuntar el vicio, pasó a jugar en simultáneo en Moreno de Lehmann, un club de una localidad vecina. Llegó a los 8 años a las Infantiles de la Crema y siempre jugó como delantero. “Me gusta aguantar la pelota, y tengo habilidad para eludir rivales. También me sacrifico por el equipo y corro todo lo que sea necesario para ayudar. Si tengo que salir a buscarla, voy. No soy de los vagos que esperan que se la den. Eso sí, me gustaría ser un poco más rápido y cabecear mejor”, argumenta, humildemente, el jugador del pueblo.
 

Por Alejandra Altamirano Halle

Nota publicada en la edición de Febrero de 2014 de El Gráfico