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D’onofrio: “No soy un timorato”

Arrasó en las elecciones, convocó a todas las fuerzas, propició el regreso de ídolos proscriptos y generó un entusiasmo que no se palpaba desde hace muchísimo tiempo en el club. Una entrevista para conocer mejor al flamante presidente de River, y una frase que desmiente el espíritu tibio que algunos le adjudican.

Por Redacción EG ·

16 de enero de 2014
  Nota publicada en la edición de enero 2014 de El Gráfico

Imagen EN SU DESPACHO, durante su segundo día como presidente. A los 66 años, se impuso en su segunda elección.
EN SU DESPACHO, durante su segundo día como presidente. A los 66 años, se impuso en su segunda elección.
Al despacho lo conocía. Ya había estado sentado allí. Del otro lado del mostrador, como está el periodista ahora. Escuchaba y preguntaba. Como vocal opositor N° 1, voz cantante de la minoría en la Comisión Directiva, le explicaba a José María Aguilar por qué era un disparate firmar ese acuerdo con el Locarno y vender juveniles por docena, como si fueran medialunas. Eran dos señales inequívocas de que River comenzaba a deslizarse por un tobogán enjabonado que no podía conducir a otro sitio que al abismo. Faltaba un par de años para consumarse el descenso, pero el club ya había tomado una senda y no conseguiría desviarse. La segunda vez que entró a ese despacho, River estaba en el Nacional B. Daniel Passarella había armado la parodia del arrepentido y de que escucharía a todas las fuerzas políticas para convocar a la unidad. Puro blef. Ya sabemos cómo terminó la historia.

Rodolfo Raúl D’Onofrio, bonaerense de Ramos Mejía, 66 años, socio vitalicio de River, hijo del ex interventor de la AFA en el período 1971-73, recibido en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, ex presidente de empresas como La Caja ART, sabe que afronta una oportunidad única y que no puede errarle. Es miércoles 18 de diciembre, apenas lleva 30 horas como presidente de River, y ese breve período le ha servido para confirmar que su eslogan “Salvemos a River” no era una frase vendedora de los creativos del marketing de su Comité de campaña para sumar votos, sino una cruel realidad. Las estanterías peladas nos entregan una doble sensación: que aún no ha tenido tiempo de acomodarse en su nuevo hábitat y que no le dejaron ni los adornos. Y el ingreso y la salida frenética de Jorge Brito, Andrés Ballota y Guillermo Cascio, tres de los integrantes del nuevo gobierno encargados de atrapar los cheques voladores que no aterrizan en Aeroparque, sino un poquito más acá, nos hablan de que será un gobierno de puertas abiertas y de acción en equipo.

-¿Ya cayó?
-(Piensa unos segundos)... Sí, sí, porque me llegaron todos los cheques que me dejaron… caí muy rápido –responde con una sonrisa cargada de resignación.

Dijimos: es miércoles 18 de diciembre. Esta edición de El Gráfico cerrará en dos días y saldrá a comienzos de enero. No preguntaremos demasiado por la rigurosa actualidad, los nombres de refuerzos por caso, porque 13 días hasta la salida de la revista es demasiado tiempo para que nazcan, se hundan y refloten distintas negociaciones; sino por el espíritu que animará su gestión, por sus pilares de gobierno, por sus objetivos.

Se respira un aire de optimismo en River, a pesar de la gravísima situación financiera e institucional. Se palpó con claridad en la asunción de las nuevas autoridades del martes 17, en un sitio poco habitual para semejantes actos: la confitería. Allí se vio a viejas glorias, también a candidatos derrotados en la elección como Antonio Caselli, a ex presidentes como Alfredo Davicce, a veteranos y a gente joven. La unidad tantas veces mentada y tan pocas veces concretada es una convocatoria real y palpable.

Imagen CON FAMOSOS DE RIVER, como Amadeo Carrizo y el Beto Alonso.
CON FAMOSOS DE RIVER, como Amadeo Carrizo y el Beto Alonso.
-¿Por qué asumió en la confitería?
-Mirá, el día que llegamos me informaron que estábamos por gastar 70 mil pesos por unos aires acondicionados para hacer el evento en el Gimnasio y dije que no: vamos a la confitería, y nos ahorramos esos 70 mil pesos.

-¿Qué se siente ser presidente de River?
-Siento una gran alegría porque los socios entendieron que había que venir a comprometerse: se acercaron más de 18 mil en un día en que no había partido, con muchísimo calor, y ese compromiso me gusta, es fundamental.

-Se palpa mucha euforia e ilusión, ¿no siente un poquito de carga en la espalda?
-Ehhh, mirá: a los socios hay que darles información y contarles la realidad. Eso vamos a hacer. Yo estoy acostumbrado a tomar decisiones como presidente de empresas grandes y a enfrentar situaciones bajo presión, pero mi gran ventaja es que tengo un equipo de gente que tomará decisiones a la par mío.

-River siempre fue muy presidencialista...
-Creo que uno de los motivos por los que ganamos es que la gente estaba cansada del personalismo y vio que acá había un equipo.

-¿Cómo calificaría los 8 años de Aguilar y los 4 de Passarella?
-Justamente yo entré en la política de River porque veía una tendencia que no me gustaba en la gestión de Aguilar ya desde los primeros cuatro años, por eso me presenté en una lista opositora en el 2005, con Davicce como candidato. Ya en ese momento veía que iba a tener inconvenientes económicos.

-¿Cuándo marca el inicio de la decadencia?
-Y... es difícil. Me parece que a River le ha ocurrido no tener políticas de gestión. Han sido ineficientes, se manejaron sin cuidar los gastos, no se generaron ingresos con la marca. En la gestión Aguilar, por ejemplo, el gerente de marketing era un arquitecto, no entendía nada. Y todo eso terminó repercutiendo en el primer equipo: no se compraron jugadores de calidad y los chicos del semillero se fueron enseguida. El tesoro hecho tesorería muy rápido, sin poder disfrutar de ellos. A Mateo Musacchio, que juega en el Villarreal y puede ir al Barcelona, ni siquiera lo vimos debutar en Primera.

-Boca le sacó mucha diferencia a River en el marketing, ¿no?
-En el marketing nos sacaron años luz. Tuvieron un proyecto y profesionales del área.

-¿Cómo se vuelve a ser River?
-Primero, teniendo un equilibrio en todas las cuentas. Es decir: ninguna institución puede funcionar teniendo la pérdida operativa que tiene River, de 12 millones de pesos por mes, eso hace un desajuste total. Luego, hay que volver a recuperar la filosofía River de fútbol. Hemos perdido nuestra identidad. Hoy, cuando vas a verlo, no juega a lo que jugó siempre. Entonces hay que apostar a bajar ese mensaje a las divisiones inferiores, desde chicos tienen que estar mostrando realmente cuál es el estilo del club. Lo que hace hoy el Barcelona es lo que hacía River históricamente. Y, luego, recuperar la parte social y deportiva acá adentro. Es decir: que la familia esté, que haga deportes, que tengan la contención que corresponde, que la parte cultural del club se desarrolle.

-¿Escuchó la frase: “D’Onofrio es De la Rúa”?
-No.

-No sé si por el parecido físico, o porque lo notan quizás timorato...
-Si hay algo que no soy es timorato, justamente cuando tengo que ponerme duro, me pongo duro, pero antes trato siempre de buscar la unidad y el acuerdo.

Para entender mejor al nuevo presidente, vale hurgar en sus orígenes, porque allí suelen encontrarse las bases que sentaron su modo de conducta. A D’Onofrio le gusta recalcar la influencia que ejerció en su formación el paso por el Nacional Buenos Aires: “Allí se privilegiaba la meritocracia. A diferencia de la elite, se valoraba cuando uno se destacaba por su capacidad, por su empeño, existía la competencia por ser el mejor. Ahí, el vivo que tiraba la tiza se quedaba afuera. Mi paso por el colegio me dejó como valor la conducta de esfuerzo y dedicación, me marcó de por vida. Y lo curioso es que no éramos una elite que veníamos de cuna rica. Yo era de Ramos Mejía y me iba en tren todos los días, tenía compañeros cuyo padre era verdulero y otro que vivía en Barrio Norte, una mezcla, y a la vez tenía compañeros que eran católicos, otros judíos, también musulmanes y hasta un sintoísta, eso también me permitió una cultura general, digamos transversal, que me marcó mucho en mi vida. En la campaña política, por ejemplo, yo le dedicaba dos horas por día a la gestión de River, porque si ganaba no quería llegar al club y decir: ‘Uy, ¿y ahora qué hacemos?’. Bueno, por suerte ganamos y sabemos qué tenemos que hacer”.

El teléfono móvil de D’Onofrio no para de reptar por la mesa. Es un bicho hambriento de información. Efectos colaterales de una campaña política: todos los periodistas tienen su número, porque justamente el candidato lo ofrece para hacer llegar sus ideas.

-Atienda si quiere…
-No, no quiero mirar, si no me vuelvo loco…

-¿El canje nació para favorecer la reventa?
-El canje es una sanción que le aplicó una fiscalía de la ciudad a River por el partido con Belgrano de la Promoción: ese día entró al estadio más gente de la que debería haber entrado, y fue un peligro, realmente, así que se trató de una sanción lógica. Luego, River no logró revertir esa medida. Bah: no sé si no logró o no quiso lograrlo. Es cierto que el canje provocó más reventa que nunca y una dificultad tremenda para los socios. Yo ya estuve reunido con el Ministro de Seguridad y con la gente de la fiscalía. Le llevamos un proyecto para que el próximo campeonato no haya más canje.

-¡Revendían entradas hasta en la puerta de la iglesia, sobre Udaondo!
-La reventa estuvo peor que nunca. Está claro que la situación se prestó para el clientelismo político: les das entradas a tus filiales, a tus punteros, a quien sea, y sumás adhesiones
.
-¿Por qué el hincha de River puede confiar esta vez?
-Nosotros le diremos lo que vamos a hacer y después mirará los resultados. El socio vio el proyecto, quizás el hincha no tuvo acceso, pero ahora lo va a ver. Aquí deberá aparecer primero el equilibrio de las cuentas, porque eso es lo que permite que a la larga se pueda mantener un plantel profesional sin tener que malvender a los cracks de las inferiores, por ejemplo.

-Y no robar, lo más importante, ¿no? Lo mismo que la gente le pide a los dirigentes políticos en el país...
-No, bueno, bueno, bueno (sube el tono), ese punto… Si hay algo que caracteriza la trayectoria de mi vida es la honestidad y la transparencia de todos los actos. Y el equipo que me acompaña es toda gente con trayectoria de honestidad.

-Recién entra, pero ¿qué es lo más difícil?
-Lo más difícil es que muchas veces dependés de los resultados deportivos, porque por ahí la pelota pega en el palo y sale y no es lo mismo. En la gestión iremos ordenando todo, pero el resultado deportivo te soluciona muchas cosas.

Imagen LA FORMULA: D'Onofrio y sus dos jóvenes vices. Jorge Brito (34), izquierda y Matías Patanian (44), a la derecha.
LA FORMULA: D'Onofrio y sus dos jóvenes vices. Jorge Brito (34), izquierda y Matías Patanian (44), a la derecha.
-¿Se va a meter en el fútbol o dejará todo en manos de Francescoli?
-Yo voy a estar involucrado en las negociaciones, por supuesto. Hoy estuvimos reunidos con el técnico. Falta que terminemos de arreglar las condiciones con Enzo, supongo que no habrá problemas; él hará un asesoramiento a los miembros de la Comisión Directiva pero no tendrá la decisión, la decisión será nuestra.

-Enzo, Alonso, Fillol, Gancedo, Ortega, Crespo, ¿no es complicado congeniar tantos egos?
-No, no, lo que pasa que ustedes son los que agregan nombres. A ver, esto es así. Amadeo será el presidente honorario, Alonso será asesor de Matías Patanian y encargado de las relaciones públicas. Francescoli cumplirá una función en la secretaría técnica, nos apoyará a nosotros, no le dará instrucciones a Ramón Díaz; Gancedo nos interesa en el fútbol juvenil, Fillol quizás ocupe algún lugar en capacitación de arqueros y después nadie más.

-¿Cómo lo vio a Ramón Díaz?
-Muy bien, con gran esperanza, con muchas ganas de trabajar. Yo no lo conocía, nunca lo había tratado. Me parece un hombre que ama a River, que tiene ganas de llegar al éxito y que está convencido de que lo va a lograr.

-¿Le preguntó por la frase “hay un candidato que no me quiere”, que él dijo en la campaña? Obviamente era por usted.
-Le pregunté, sí, y me dijo que a él le había llegado información de que yo no quería que fuera el técnico, pero le estaban dando una información errónea.

-Lo más importante es tener el club ordenado en lo económico, ¿se puede pensar en ser campeón en 2014 o es apresurado?
-Lo hablé con el técnico: River tiene un equipo para pelear el campeonato ahora.

-¿Y para una Libertadores hay que pensar a muy largo plazo?
-River tiene un futuro grande por las inferiores, tenemos muy buenos jugadores y yo creo que en estos cuatro años existe la posibilidad de campeonar acá y en la Libertadores. No me propuse una cantidad de títulos determinada pero sí que River vuelva a ser River. Y eso, sin dudas, significa salir campeón acá y luego ir a ganar la Libertadores.

-¿Va a ir a la cancha?
-¡Por supuesto, si voy siempre! Lo he hecho todos estos años con mi mujer y mis hijos, y como presidente estaré más aún.

-¿De visitante también? Sabe por qué le pregunto...
-Lo acompañaré, pero no tendré yo solo el protagonismo, sino que habrá otros directivos. Repito: ¡esto es un equipo! Es la única manera de salir adelante. ¡Un equipo!

POR: Diego Borinsky/ FOTOS: Gernan Pepe