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Federico Fernández: soldado de Sabella

El entrenador lo perfeccionó en Estudiantes, le dio continuidad en Primera y luego lo afianzó en la Selección. El zaguero repasa su historia, es autocrítico con el nivel de la defensa, puntualiza aspectos por mejorar y reconoce que Argentina está “por debajo” de Alemania, España y Brasil.

Por Redacción EG ·

10 de noviembre de 2013
   Nota publicada en la edición de noviembre de 2013 de El Gráfico

Imagen DISTENDIDO. Tras 45 minutos de charla, posa relajado en el predio de la AFA en Ezeiza. La Selección ya estaba clasificada al Mundial de Brasil 2014.
DISTENDIDO. Tras 45 minutos de charla, posa relajado en el predio de la AFA en Ezeiza. La Selección ya estaba clasificada al Mundial de Brasil 2014.
"-FEDE, ¿QUE HACES? ¿No estarás durmiendo?
-Sí, pero no importa (risas)
.
-Bueno, te queremos saludar desde acá porque vos también sos parte de esto.
-¡Qué grande, profe! Muchas gracias".

Federico Fernández resume el diálogo con Pablo Blanco, el preparador físico de la Selección, y sonríe. El llamado –que se produjo al ratito de consumar la victoria ante Paraguay por 5-2 y la clasificación al Mundial de Brasil 2014– no se trató de una simple comunicación telefónica ni de un gesto amable para quedar bien. Ese llamado le dejó una certeza: ser una pieza de valía dentro del grupo del seleccionado.

“Jamás me imaginé que me iban a llamar 15 minutos después del partido. Como estaba suspendido, lo miré en casa y terminó a las 5 de Nápoles (Italia). Me fui a dormir porque me entrenaba con el Napoli durante esa mañana, y ahí sonó el teléfono. Se escuchaban los gritos de los chicos de fondo. ¡Qué alegría! Lo máximo es estar acá –admite en el salón anterior a la sala de conferencia de prensa en el predio de la AFA, en Ezeiza–. Mi primera convocatoria fue con Sergio Batista y empecé afuera del equipo en el ciclo de Alejandro (Sabella). Igual, me sentía importante porque pertenecía al grupo. En la Selección pasan jugadores, cuerpos técnicos, pero lo que importa es la camiseta”.

El crecimiento futbolístico de Fernández está ligado al técnico del seleccionado. Si bien debutó en Primera por decisión de Roberto Sensini en 2008, mientras Estudiantes de La Plata era una caldera, recién se afirmó en el equipo bajo las órdenes de Sabella en 2010. En ese período, participó en la conquista de la Copa Libertadores y en el segundo puesto en el Mundial de Clubes (todo en 2009), y protagonizó el título local, el Torneo Apertura 2010.

“Alejandro me acompañó en mis inicios y me dio la posibilidad de consolidarme. Gracias a su llegada al club (marzo de 2009), maduré como para entrar a la cancha y no salir más”, asegura el defensor de 24 años.

El triunfo frente Venezuela por 1-0 el 2 de septiembre de 2011, en el amistoso disputado en India, representó el estreno de Sabella como técnico del seleccionado y la primera citación pesada para Federico, que reemplazó a Pablo Zabaleta a siete minutos del final. A partir de ahí, el entrenador lo convocó cada vez que pudo y le dio titularidad el 15 de noviembre en el octavo partido del ciclo, en la victoria contra Colombia por 2-1, como visitante, en el despegue argentino en las Eliminatorias.

Para el entrenador, Fernández no sólo era un central correcto y prometedor, que había perfeccionado y que competía en el fútbol europeo, sino también un tipo que cumplía con una de las premisas de su juego. “Cuando tenemos la pelota, siempre quiere que salga del fondo por abajo. Y si el delantero me presiona, me pide que gire para tocar y volver a empezar por el otro costado. Eso ya lo fui aprendiendo desde la época en Estudiantes”, reconoce.

La dupla central junto a Ezequiel Garay no tardó tanto tiempo más en formarse. El tándem pisó la cancha por primera vez el 29 de febrero de 2012, en el triunfo ante Suiza por 3-1 en el amistoso jugado en Berna. “Nunca existió una charla entre nosotros dos y Alejandro. Hubo cambios en el equipo por diferentes circunstancias, nos encontramos con el Negro uno al lado del otro, y el cuerpo técnico nos dio continuidad, lo que nos generó confianza”, explica.

Imagen GANO DE ARRIBA y metió este cabezazo que derivó en el gol de Lavezzi, el primero para el 3-1 de Argentina ante Perú por Eliminatorias.
GANO DE ARRIBA y metió este cabezazo que derivó en el gol de Lavezzi, el primero para el 3-1 de Argentina ante Perú por Eliminatorias.
-¿Qué aspectos aún deben pulir en la zaga central?
-Hablarse y estar bien parados es fundamental. No tenemos que distraernos cuando el equipo ataca para que no quede ningún delantero suelto. Soy de mirar los videos de los partidos y de charlar con el cuerpo técnico para corregir y aprender.

-Si tuvieras que ponerle un puntaje a la dupla central, ¿qué calificación tendría?
-Un 6, porque siempre hay cosas para crecer. Debemos estar conectados, saber lo que va a hacer el otro y jugar cerca. Pero el equipo tiene que seguir mejorando.

-¿Qué sustento la defensa, la línea de cuatro, debe darle al equipo?
-Defendemos los 11. Cuando se pierde la pelota en ataque, los primeros defensores son los delanteros. Entonces, hay que tratar de recuperarla lo más lejos posible de nuestro arco. Habrá veces que podremos, y otras que no. Cuando el rival quiebra la línea de los delanteros y de los volantes, se encuentra con espacios y ahí la defensa tiene que estar bien armada, con los cuatro del fondo más un mediocampista por delante de ellos. La idea es agruparse bien y cerrar los caminos. Pero no es fácil, porque tenemos muchos jugadores que se sueltan y pasan al ataque.

-¿Sentís que todavía se mira a la defensa con cierta desconfianza?
-El potencial que la Selección tiene adelante no se discute, porque nuestros delanteros están entre los mejores del mundo. Y ellos lo demuestran con sus goles, y todos vivimos del buen momento que atraviesan. Los defensores y el arquero hacemos el trabajo más injusto, porque un mínimo error se puede pagar caro. Entonces, llevamos las de perder. Es obvio que si comparamos lo que hay arriba con lo que está atrás, nunca va a ser igual. Por eso, debemos dar nuestro máximo en busca de equilibrio y de seguridad. De todas maneras, habrá momentos que nos tocará sufrir en los partidos. Y no a cuatro o a cinco, sino a los 11.

-¡Qué comparación ingrata esta, entre defensa y ataque! Siempre será así, ¿no?
-Es que no debería existir. Hay que diferenciar las distintas funciones de los jugadores. Acá se busca un equipo. Nosotros hacemos hincapié en el grupo. Frente a Perú, por ejemplo, no estuvieron Messi, Mascherano e Higuain, que son muy importantes; y Lavezzi metió dos goles, Palacio, otro, y Biglia jugó muy bien. Ellos redondearon un gran partido y esto marca que el grupo está bien, que cuando toca jugar, todos demuestran que pueden ayudar al equipo.

SIEMPRE QUISO SER futbolista. De pibe, ya andaba de acá para allá con una pelota en sus pies en su Tres Algarrobos natal, en la provincia de Buenos Aires, a 500 kilómetros de Capital Federal. De padres trabajadores, se inició en el Club Social y Deportivo Tres Algarrobos, donde jugó en cancha de 5, de 8 y de 11, siempre como marcador central. Su fanatismo y pasión por el fútbol tomó una dimensión tan grande que a los 13 años les planteó a sus padres que se quería dedicar a la actividad. Sin desligarse de sus estudios (terminó la secundaria) y sin sentirse presionado por su familia, se probó en River gracias a Carlos, su padre, que vio un aviso en el diario. A partir de ahí, pasó las etapas de rigor en el Interior del país (9 de Julio, Olavarría y Mar del Plata) para desembocar en Buenos Aires. En total, se habían presentado 6000 chicos y Federico fue uno de los 40 que habían quedado con prioridad para ingresar a las inferiores en 2004. Pero nada era seguro.

Como en River no lo habían confirmado, se probó también en Estudiantes (su padre había estudiado en La Plata), donde le levantaron el pulgar en julio de 2003. Por ende, comenzó su camino en el Pincha en 2004, lejos de su familia.

En 2007 se produjo el punto de quiebre. “Me entrenaba con la Reserva por la mañana y me iba corriendo a cursar el primer año del profesorado de Educación Física por la tarde. No tenía tiempo ni para dormir la siesta. Pero veía que podía llegar y entonces le metía con todo. Y así fue: debuté en la Primera en 2008. Como el club me había hecho contrato, frené el estudio”, cuenta.

El resto de su historia en el León es conocida. Al margen de los dos títulos obtenidos y de no haber clasificado con la Selección Sub 20 al Mundial en 2009, hubo un futbolista de renombre que lo marcó: Juan Sebastián Verón.

“Mi carrera estuvo acompañada de su regreso al club en 2006. Cuando empecé a entrenarme con la Primera en 2007, era un sueño aprender con él. Por todo lo que transmite y por su experiencia, fue un líder que tuve cerca hasta que me vendieron a Europa. Se lograron muchas cosas por la manera en la que llevaba y manejaba al grupo. Sebastián estaba en los detalles. Por ahí te agarraba en el gimnasio y te preguntaba si te compraste alguna propiedad, qué hacías en tu tiempo libre; a qué se dedicaban tus hermanos, si estaban bien o necesitaban algo… Y te aconsejaba para no hacer cosas raras, te decía que ahorres la plata para un departamento o que la cuides… Porque cuando uno recién empieza quizás no sabe para dónde salir”, sostiene.

A mediados de 2011, emigró al Napoli y, sin establecerse como una fija entre los titulares, ganó la Copa Italia en 2012. En busca de regularidad, fue cedido a Getafe en el primer semestre de este año. Su buen rendimiento en España y la confianza del nuevo entrenador del equipo italiano (Rafa Benítez) lo condujeron al Napoli otra vez, donde alterna en el once inicial en esta temporada, lo que le permite no perder tanta competencia de cara al Mundial de Brasil 2014.

“Fue clave el respaldo de Rafa. Me aseguró que iba a tener chances, que era importante en el equipo. Más allá de que por ahora no me toca jugar siempre, me entreno para responder a la máxima exigencia porque estamos peleando el torneo local y la Champions League. Yo me siento capacitado para jugar”, enfatiza.

Imagen COPADOS. Lavezzi ya soltó el comentario y Fernández sonríe, al igual que Palacio. Sergio Romero, Rojo y Zabaleta son testigos.
COPADOS. Lavezzi ya soltó el comentario y Fernández sonríe, al igual que Palacio. Sergio Romero, Rojo y Zabaleta son testigos.
-¿Qué clase de jugador eras y qué tipo de futbolista sos?
-En Estudiantes, anticipaba mucho, me gustaba estar siempre cerca y tratar de leer el pase para cortar y salir. En Europa, aprendí a pararme mejor tácticamente, a jugar más en zona, a hacer recorridos cortos y a regular el anticipo porque si fallo, es un problema al ser el último hombre.

-Regresemos a la Selección. ¿Argentina corre con ventaja por Messi o por el circuito de juego?
-Por ambos… Tenemos al mejor del mundo y hay que aprovecharlo. Pero debemos ayudar a Leo para crecer como equipo. Por ejemplo, si le ponen una marca personal, tenemos que utilizar nuestro circuito de juego para crear situaciones de gol y liberarlo también. Naturalmente, él se busca sus espacios y eso está bueno. Pero no hay que darle la pelota con el objetivo de que resuelva todo, sino apoyarse en el circuito de juego para que otros compañeros generen peligro en el arco rival.

-¿Cuántas veces dijiste: “No puedo creer lo que hacen”, por los delanteros?
-¡Ja! Muchas… Nosotros intentamos desde atrás que el pase les llegué rápido y limpio. Y en diferentes circunstancias siempre sentís lo mismo: algo sale. Una pared, una gambeta, un tiro desde afuera… Situaciones vamos a tener. Si estamos en el día justo y metemos todas, mucho mejor.

-¿El equipo ya tocó su pico de rendimiento o todavía no?
-No, nos falta. Queremos tener constancia y ganar todos los partidos. Hay que acostumbrarse a eso, a ganar.

-¿Respecto a otras potencias –Alemania, España y Brasil–, Argentina cómo está?
-Un paso por debajo. Nosotros estamos en un buen momento, pero de cambio, de transición. Para muchos jugadores, como yo, son los primeros años en la Selección. De todas maneras, vamos a pelearla de igual a igual.

-¿Qué significa hacer un buen Mundial? Parecería que no existe el punto medio: sos campeón del mundo o no sirve…
-Hay muchos factores que dependen de eso, de hacer un buen Mundial. Digamos: nosotros en Estudiantes perdimos dignamente la final del Mundial de Clubes ante el Barcelona en 2009, y nadie cuestionó la entrega del equipo. Se jugó de igual a igual y perdimos sobre el final contra un rival de jerarquía. Por la camiseta de la Selección, estamos obligados a pasar la primera ronda y después es ese día, cuando jugás el mano a mano por eliminación directa. Nosotros no podemos perder las ganas ni nuestra idea de juego. Un Mundial es la competencia más grande del mundo y eso lo debemos demostrar en la cancha.

Por Darío Gurevich. Fotos: Emiliano Lasalvia