¡Habla memoria!

Osvaldo Potente

Explosivo y eléctrico enganche, devenido luego en delantero, que jugó en Boca, Rosario Central y The Strongest de Bolivia. Aunque poco portentoso, se lo recuerda por su feroz cabezazo, cruel disparo y letal habilidad en el mano a mano. Patota se ganó un nombre y varios enfrentamientos por su carácter. Un guerrero con todas las letras de su apodo y su apellido.

Por Redacción EG ·

06 de noviembre de 2013
Imagen SEIS AÑOS Y NINGUNA FLOR. Potente tuvo dos periodos en Boca (1971-1975 y 1978-1980) pero no pudo lograr ningún título. No obstante, se convirtió en un símbolo del club.
SEIS AÑOS Y NINGUNA FLOR. Potente tuvo dos periodos en Boca (1971-1975 y 1978-1980) pero no pudo lograr ningún título. No obstante, se convirtió en un símbolo del club.
Hay determinados jugadores que nacen con el apellido indicado para destacarse en un equipo en particular. Ese pareció ser el caso de Osvaldo Potente, que surgió de las divisiones inferiores de Boca para debutar en Primera en la década de setenta, en la que el Xeneize se identificaría definitivamente con el estilo combativo y luchador de Juan Carlos Lorenzo.

Potente, que no tardó en granjearse el apodo de Patota por su irritable carácter, mostró sus condiciones en Boca entre 1971 y 1975. Se destacó por su visión de juego, por su pegada y por su mortífero cabezazo, a pesar de no contar con gran altura. Entre 1976 y 1977 tuvo un paso fugaz por Rosario Central y, cuando se dispuso a volver al Xeneize, una pelea con el mítico Toto Lorenzo lo dejó fuera del plantel. Siguió su carrera en The Strongest de Bolivia, y regresó a Boca, indultado por el propio entrenador boquense, para jugar el Nacional 1978.

Su segundo periodo ya no lo tuvo como figura estelar. Habían pasado los tiempos de García Cambón, Curioni y Ángel Clemente Rojas, sus más íntimos laderos dentro de una cancha de fútbol. Se mantuvo dos temporadas en Boca y se fue del club en julio de 1980, tras un empate ante Central en Rosario, nueve años después de su debut.

Patota Potente es recordado por los hinchas como un enganche talentoso, que también podía jugar de delantero y que absorbió en sí mismo el paradigma de unas divisiones inferiores de Boca que durante los setenta le dieron varias alegrías al club. No obstante, y a pesar de haber sido uno de los máximos verdugos de River convirtiendo siete goles en los Superclásicos, jamás pudo ganar un título con el Xeneize.

Matías Rodríguez