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Niki Lauda: una vida a toda prisa

En septiembre se estrenará Rush, una película dedicada al sorprendente tricampeón Niki Lauda, que en 1976 esquivó increíblemente la muerte, luego se convirtió en multifacético empresario y hoy, siempre dentro de la F1, es hombre de confianza del Mercedes Team.

Por Redacción EG ·

12 de junio de 2013
Nota publicada en la edición de junio de 2013 de El Gráfico

Imagen MIRADAS cómplices entre los campeones Lewis Hamilton y Niki Lauda, que el Mercedes AMG F1 Team logró reunir esta temporada.
MIRADAS cómplices entre los campeones Lewis Hamilton y Niki Lauda, que el Mercedes AMG F1 Team logró reunir esta temporada.
Condimentos para todos los gustos de cualquier argumento de película posee la vida del austríaco Niki Lauda, porque a los 64 años puede decir que tocó el cielo con las manos, al convertirse en tricampeón mundial de F1; estuvo tan cerca de la muerte aquel 1º de agosto de 1976 en Nürburgring que hasta recibió la extremaunción, y como empresario su fascinación por volar lo catapultó a ser dueño de compañías de aviación con su propio nombre. Padre de cinco hijos, pertenecientes a tres madres diferentes, siempre se mantuvo cerca del Gran Circo, a tal punto que el presente lo encuentra como hombre de confianza del Mercedes AMG F1 Team.

Durante septiembre próximo se estrenará la película “Rush”, que lo tiene como protagonista junto con James Hunt, su singular amigo (se conocían de la F3), pero archirrival en pista. El guión está centrado en lo que fue aquella electrizante temporada de F1 en 1976, en la que la Ferrari de Lauda y el McLaren-Ford de Hunt se disputaron el título, con suma atención al gravísimo accidente en el GP de Alemania, a unos 230 o 240 km/h en la curva Bergwerk, casi a la mitad de los 23 kilómetros de longitud que tenía por entonces el infierno verde de Nürburgring. La Ferrari Nº 1 se descontroló al salir de la curva, pegó a la derecha contra el follaje, rebotó y su tanque de combustible estalló en el medio de la pista. Y ya en llamas, para peor, recibió el impacto del Surtees-Ford del estadounidense Brett Lunger, que empujó unos 100 metros al auto de Lauda.

Sin dudas, se trata de uno de los episodios más impactantes en la historia de la F1, porque Lauda fue rescatado con vida del fuego, pero con quemaduras en un gran porcentaje de su cuerpo. Atrapado y consciente cuando llegaron a su rescate cuatro pilotos, sólo el italiano Arturo Merzario arriesgó su pellejo en medio del fuego para desprenderle los cinturones y sacarlo del auto. El austríaco estuvo tan al borde de la muerte, que inclusive mientras se encontraba hospitalizado recibió la extramaunción. Pero con la extraordinaria magia que puede verse en películas, aunque en este caso era absoluta realidad, el inclaudicable Niki sólo se perdió los grandes premios de Austria y Holanda y regresó luego de 41 días a la competencia en el GP de Italia.

Imagen EL OJO CLINICO de Niki Lauda es sumamente valorado por el CEO de Mercedes-Benz, Dieter Zetsche.
EL OJO CLINICO de Niki Lauda es sumamente valorado por el CEO de Mercedes-Benz, Dieter Zetsche.
Los medios periodísticos de todo el mundo se hacían eco de esa asombrosa recuperación para que el campeón estuviera nuevamente al volante. No todos coincidían con la ligereza de su vuelta, por eso se le practicaron numerosos estudios, que enojaron a Lauda, porque él se sentía en condiciones de correr, aunque lo que más le molestó fue que no le avisaron que mientras estuvo internado había cambiado el sistema de largada. Niki esperaba en Monza la señal de inicio, y cuando las luces marcaron el comienzo, él se quedó parado, lo que derivó en que quedara rezagado. Después fue imposible remontar.

Ese volver a vivir de Lauda piloto, tras el episodio de Nürburgring, sólo le despertó temor en las primeras vueltas del regreso en Monza, debido a que el piso estaba húmedo como aquel día de infierno en Alemania. Y a los 8 meses, exactamente el 5 de marzo de 1977, en Kyalami, Sudáfrica, volvió a la victoria. Su talento estaba intacto, aunque tal vez con un modo de manejo menos agresivo y más pensante, que se refleja sobre todo en clasificación, con 21 pole positions antes del accidente y sólo 3 en su ciclo posterior. En victorias la suma quedó muy pareja con 12 frente a 13; en podios se contabilizan 22 antes y 32 después y en títulos mundiales el de 1975 (Ferrari) se repitió en 1977 (Ferrari) y en 1984 (McLaren-TAG). Una inmensa campaña desde donde se la mire, que también incluyó temporadas en las escuderías March, BRM y Brabham para registrar 171 grandes premios en la máxima.

Entre las innumerables anécdotas que giran alrededor de Lauda, surge la de que no fue muy demostrativo que digamos con su salvador Merzario, y que cuando brindó su primera conferencia de prensa tras el accidente en Nürburgring, ni siquiera lo nombró. Es más, el italiano supo contar que cuando recibió, varios meses después, un reloj a modo de agradecimiento, Niki le dijo que era usado, pero muy bueno.
Esa temporada del 76, que se refleja en la película, puede considerarse a todas luces inolvidable, porque Hunt y Lauda lucharon por el título de una manera titánica. Niki con su sobrehumana reaparición y el británico playboy, que ese año brilló como nunca, con triunfos en España, Francia, justamente en la accidentada carrera de Alemania, Holanda, Canadá y Estados Unidos. Y llegó 3 puntos por debajo de Lauda (ganador en Brasil, Sudáfrica, Bélgica, Mónaco y Gran Bretaña) a la última competencia de Japón, en Fuji. Allí la lluvia torrencial complicó al austríaco y abandonó, tal vez por temor porque aún estaba fresco el accidente de Nürburgring o porque no podía parpadear y eso le dificultaba la visión desde su Ferrari. Así, Hunt, al clasificarse tercero, se consagró campeón por apenas un punto de ventaja.

Imagen A 37 AÑOS de aquel tremendo accidente del primero de agosto de 1976 en el GP de Alemania. La Ferrari en llamas hizo temer lo peor, pero increíblemente a los 41 días Lauda regresó a las pistas y extendió su singular vida deportiva.
A 37 AÑOS de aquel tremendo accidente del primero de agosto de 1976 en el GP de Alemania. La Ferrari en llamas hizo temer lo peor, pero increíblemente a los 41 días Lauda regresó a las pistas y extendió su singular vida deportiva.
También se sabe que al austríaco le costó muchísimo insertarse en el automovilismo internacional, porque no contaba, como la mayoría de los pilotos, con el respaldo económico suficiente. Por eso, ofreció la póliza de su seguro de vida para sacar un crédito e inventó la existencia de sponsors para que le permitieran correr. En los tiempos de BRM (1973) tenía a la secretaria de un familiar ayudándole y siempre le hacía la broma de que le avisara enseguida si llamaban de Ferrari. El tema fue que al volver un lunes de una carrera en Monte-Carlo, ella le dijo que habían llamado de Ferrari. La respuesta de Niki no fue muy cortés, creyendo que se reían de él, pero al leer que el mensaje era de un tal señor Luca di Montezemolo de Ferrari, con el número al que debía llamarlo, habló de inmediato y al día siguiente ya estaba en Italia firmando el contrato.

Con el paso del tiempo, el tricampeón se convirtió en un multifacético empresario, sobre todo en el campo de la aviación, una de sus mayores pasiones, con la creación de las compañías Lauda Air y luego Niki. Pero nunca se alejó del Gran Circo y siempre se paseó por el paddock, estrechando relaciones tanto con Bernie Ecclestone como con corredores o sponsors. Por eso, no resulta extraño que en la actualidad integre el Mercedes AMG Petronas F1 Team, codo a codo con los pilotos Lewis Hamilton y Nico Rosberg, como así también con el director de equipo Ross Brawn o el CEO de Mercedes Benz, Dieter Zetsche.
Si hasta el mismo Lauda ofició de vocero de Mercedes cuando se involucró a la escudería en una supuesta “cacería” para lograr el concurso para la próxima temporada del tricampeón Sebastián Vettel. El austríaco relativizó esas versiones aduciendo que Vettel tiene contrato de por vida con Red Bull y que Mercedes cuenta con la mejor pareja de pilotos de la F1.

En suma, Lauda parece el personaje ideal para una película, como ya lo ha sido en la literatura o cuando empezó a trabajar en las coberturas televisivas de la F1. Conoce perfectamente los movimientos del Gran Circo, con sus virtudes y defectos. Y en el plano personal, se resalta su coraje para afrontar injertos de piel, incontables operaciones, trasplantes de riñón y tratamientos físicos y mentales. A los 60 años se convirtió en padre de mellizos (Mia y Max) y vive intensamente el presente y el futuro, sin que el pasado, como aquella curva de Nürburgring que lo marcó a fuego, logre bloquearlo.

Por Walter Nápoli