Fútbol de ascenso

Talleres: creer fue poder

La “T” ascendió a la B Nacional luego de sufrir durante cuatro temporadas en el maratónico campeonato del Argentino A. Se dio el gusto en el año del centenario y ya se ilusiona con reverdecer su pasado de gloria.

Por Redacción EG ·

11 de junio de 2013

 Nota publicada en la edición de junio de 2013 de El Gráfico

Imagen LA FIESTA en la noche del ascenso. El público respaldo al equipo multitudinariamente durante toda la campaña.
LA FIESTA en la noche del ascenso. El público respaldo al equipo multitudinariamente durante toda la campaña.
Sus ojos se le llenaron de lágrimas, vio que en las tribunas había un abrazo mancomunado y eterno, cayó rendido, arrodillado al césped del estadio Mario Alberto Kempes, vio que a su alrededor sus nuevos héroes corrían pletóricos celebrando y comprendió que al fin la pesadilla había culminado. Gritó, se desahogó y lloró como un niño. Un llanto tan distinto a aquel de junio de 2009, ante Quilmes, que decretó el descenso de Talleres al Argentino A. Ya está, terminó, ahora esas lágrimas derramadas son de una felicidad inmaculada. Juan Fanner, ese fanático albiazul, es un ejemplo de esos miles que festejan en el estadio, en la ciudad, en la provincia y en muchos lugares del país. Talleres, en el año de su centenario, dejó atrás cuatro años de sufrimiento para volver a estar cerca de sus sueños de grandeza, cerca de donde la historia lo obliga a estar.

Fueron 1.428 días de pasión. ¿Cómo? ¿En el Argentino A? Sí, en un torneo “injusto y desordenado, donde se sufre mucho”, como aclara Maximiliano Salas, ex futbolista de la “T” y ahora gerente deportivo del club, los fanáticos “tallarines” recorrieron el país demostrando que esta categoría les quedaba muy chica. Con su orgullo herido, peregrinaron midiéndose con rivales a los que nunca habían enfrentado (Alumni de Villa María, Central Córdoba de Santiago del Estero, Defensores de Belgrano de Villa Ramallo, Deportivo Maipú de Mendoza, Ramón Santamarina de Tandil, Guillermo Brown de Puerto Madryn, Juventud Unida de San Luis, Crucero del Norte de Misiones, Racing de Olavarría, San Jorge de Tucumán, y Libertad y Unión de Sunchales). Al comienzo fue muy difícil y el retorno, que algunos creyeron que se transformaría en un trámite, se hizo tan largo, a tal punto que hasta el partido ante San Jorge de Tucumán pasaron más de tres años y diez meses. Cuatro temporadas. Pero esta última tuvo ya algo especial, algo que auguraba que sí, el 2013, por fin, el año del Centenario, sería el del ascenso.

“Yo sabía lo que podía generar la gente de Talleres, pero quizás hay que verlo para creerlo, y es sorprendente. En este torneo viajamos a muchos lugares y en todo el país encontrábamos hinchas de Talleres. Fuimos a Misiones y había una filial con cien o doscientos hinchas en el lugar, y algo similar pasó en Salta, en San Luis, en San Juan. Incluso nos llaman para hacer filiales donde no vamos a jugar nunca. Eso es muy lindo para el jugador", describe Agustín Díaz. Al “Tín”, actualmente de 25 años, le tocó estar presente en las cuatro temporadas que el club de barrio Jardín debió luchar en este campeonato. Debutó con 17 años, puso la cara y terminó en gran nivel, tal es así que se habla de una posible transferencia al Brescia de Italia. Es decir, conoce a la perfección el peregrinaje de la “T” por el Argentino A.

Fanner, aquel que lloró como un niño ante más de 62 mil personas en el Kempes, que es habitué a los entrenamientos de los dirigidos por Cacho Sialle y retrata con su cámara fotográfica los viajes de Talleres, cuenta: “Lo de la gente fue sorprendente. Hubo lugares donde la pasamos mal, pero seguían yendo. En Santiago del Estero la policía nos dio una paliza, había lugares donde nos trataban como delincuentes y en otros, como en Entre Ríos, donde nos hacían sentir bien”.

Y a esos reductos, la “T” cordobesa les hizo frente. En esta temporada, la del ascenso, jugó 33 partidos: obtuvo 20 triunfos, 9 empates y únicamente 4 caídas. De local, una sola derrota (Tiro Federal de Rosario). Arnaldo Sialle fue el encargado de armar este plantel, supo darle una identidad, logró el ascenso, y el fanático albiazul lo ovacionó. Tal fue la importancia del DT, que llegó al club el lunes 14 de noviembre de 2011 y ya había ascendido con Guillermo Brown de Puerto Madryn, que conquistó una marca que muestra el pasado y presente de la institución: primer entrenador en los últimos 15 años del club que superó los 50 partidos al frente del plantel profesional (64). Otro motivo por el cual el lunes 13 de mayo, una semana después de consumarse el ascenso, fue confirmado en el cargo para la B Nacional.

Imagen DEVOCION. La pasión por Talleres, tatuada en la piel de los hinchas. Un apoyo conmovedor.
DEVOCION. La pasión por Talleres, tatuada en la piel de los hinchas. Un apoyo conmovedor.
Del infierno al cielo
René Batán es uno de los hinchas más famosos que tiene el club del barrio Jardín. Cualquier fanático albiazul lo conoce. El Colorado, desde 1969, ha estado en todos los partidos que su querido Talleres ha jugado, menos en uno de este año ante Juventud Antoniana en Salta, debido a que estaba enfermo y su familia le pidió que no viajara. “Viajo siempre”, le dice el Colorado a El Gráfico, y cuenta: “A todos los partidos los vivo de manera apasionada. Me muero viéndolos y no exagero. Incluso, si hace falta que yo me pegue un tiro para que mi Talleres salga campeón, lo hago. Y vivir este torneo fue un infierno. Ahora, con el ascenso, siento que estoy en el cielo. Siento que soy otro tipo en estos días. Hasta mi familia y mis conocidos me dicen que estoy con otro carácter. Los hinchas de Talleres sufrimos mucho, demasiado”.
Tras conocerlo, quién como él para describir lo que fue este año para la pasión albiazul. “Creo que los años anteriores no le agarrábamos la mano al torneo y a los jugadores que llegaban. Ahora llegaron los futbolistas adecuados. No se equivocaron como antes. Había un gran grupo de jugadores y le tenían confianza al técnico. Antes se conocían situaciones de indisciplina, era un quilombo, y Cacho impuso respeto y tuvo cuidado con todo”.

A propósito de “cielo” y de líderes, el 27 de junio del 2012 fue importante para este proceso de la “T”, ya que retornó a la institución Javier Villarreal. El capitán, que en su juventud había dejado barrio Jardín para mudarse a Belgrano, que luego fue al Boca de Bianchi y ganó todo, y tuvo un periplo por Paraguay, volvió con un objetivo: ganarse nuevamente el cariño de los hinchas logrando el ascenso. Lo logró. En charla con El Gráfico, el volante central afirmó: “La presión era muy grande. Pero si la casa busca a Dios, será bendecida la familia. Y pasó. Como capitán lo digo, todo lo que sucedió y va a suceder es porque Dios es fiel”. Villarreal, que comenta sobre fútbol en una radio cristiana de barrio Empalme (FM 102.1), de 7 a 9, pone énfasis en lo espiritual para describir este logro. Los hinchas ya no lo tienen como un “traidor” por haber jugado en Belgrano, ahora lo denominan como el líder del grupo que logró el ascenso. “Villarreal fue un valor fundamental, un tipo que alentaba todo el tiempo a los compañeros, peleaba por ellos, incentivaba a los alcanzapelotas. Junto con (Diego) Chitzoff, cada uno con su estilo, fueron líderes”, explica Fanner; y coincide Batán.

Imagen UNA ESCENA del cruce con Sportivo Belgrano. Talleres hizo pesar toda su jerarquía.
UNA ESCENA del cruce con Sportivo Belgrano. Talleres hizo pesar toda su jerarquía.
Un grupo récord
La madrugada del 7 de mayo estuvo llena de festejos en distintos lugares de la ciudad de Córdoba. El “ferné con cola” corrió en abundancia, y las bocinas sobre la avenida Colón se transformaron en parte del paisaje. Un fanático, de unos 22 años, caminaba por la Cañada junto a un amigo y le contaba que había podido entrar a la cancha al festejo y que había una imagen que lo había marcado. Era el abrazo emocionado de Claudio Francés (1,57 m) a Sialle (1,95 m). A este hincha le llamó la atención debido a que el “Cuni”, promesa de las inferiores albiazules, jugó sólo cuatro partido en todo el certamen.

“El nivel de jugadores todos los años fue el mismo, porque así como hoy está (Gonzalo) Klusener, el año pasado estuvo (Sebastián) Sáez y (Claudio) Riaño, y antes pasaron Walter Ribboneto y Federico Lussenhoff, o Diego Erroz que tuvo tres ascensos. Lo que sí se afianzó este año fue el grupo y no es una frase hecha o de casete. El grupo ganó el campeonato”, analiza el “Tín”.

Este plantel del que tanto hablan tuvo conquistas también en cuanto a números. Por ejemplo, logró cinco triunfos consecutivos de visitante, situación que el club jamás había hecho en su historia. Los derrotados fueron Tiro Federal, Central Norte de Salta, Sportivo Belgrano de San Francisco, Gimasia de Concepción del Uruguay y Juventud Unida de San Luis. A propósito de esos partidos, tanto Martín Sivilotti como Rodrigo Lasaga, ambos fanáticos albiazules, recuerdan ese cruce ante el equipo sanfrancisqueño. Fue triunfo 2-1, con un penal polémico sobre Gabriel Carabajal. A partir de ese momento comenzaron las suspicacias con los penales a favor que recibía.

De local, el equipo tuvo un 78% de eficacia. De los 17 partidos jugados ganó 12, con 32 goles. Goles recordados para siempre. Por supuesto el de taco de Velasco ante San Jorge, que en definitiva fue la conquista del ascenso; pero también están en la memoria los dos goles de Alexis Olivera, sobre la hora, frente a Central Norte. A propósito, Olivera recuerda: “Fue muy emocionante ese día. Me quedó muy grabado por las circunstancias del partido, estaba muy complicado, me tocó entrar y aproveché esos pocos minutos. El último fue un gol muy importante para la hinchada, porque minutos antes se la veía preocupada porque perdíamos. Además, fue uno de los goles más lindos que hice con esta camiseta. Está en la memoria mía y de los hinchas porque nos permitió seguir adelante y ahora, ya con el ascenso en el bolsillo, me emociona recordarlo”.

Claro que, a la hora de hablar de goles, rápidamente la figura de Gonzalo Klusener se agiganta. Marcó 24 tantos en 27 partidos; se transformó en el único futbolista de la historia del club en llegar a esa cifra en un mismo certamen, superó por dos a Alfredo Cachi Zelaya, quien ostentaba ese récord en la B Nacional de 1997-1998. Otro dato que no es menor, cada vez que hizo un gol, el misionero, la “T” no perdió. Fue efectivo ciento por ciento en los penales: los ocho que pateó, los convirtió.

El “Klusegol”, que prometió raparse por una promesa, días después de la conquista donó, con un fin solidario, los botines que usó en gran parte del certamen. El calzado que le brindó tantas alegrías a los hinchas será subastado por el Hospital Pedriático del Niño Jesús y la recaudación estará destinada para esta institución. El artillero ha quedado muy identificado con los fanáticos, y también quedó sorprendido por el acompañamiento del público albiazul: “En todos lados hubo gente de Talleres y nunca lo había vivido. Un día un hincha me dedicó un tango (“El Sueño del Pibe”, de Osvaldo Pugliese), otra vez una mujer me pidió una foto y se largó a llorar, después en la calle siempre me estuvieron alentando”.

Esa gente que hace referencia Klusener, también tuvo otro hito esta temporada. El 11 de noviembre de 2012, celebrando el aniversario 99 e iniciando los festejos del centenario, Talleres estrenó la bandera más grande del mundo desplegada en una cancha hasta ese momento. El telón, exhibido en el estadio Mario Alberto Kempes ante más de 53 mil personas, mide 385 metros de largo por 45 de ancho y ocupa toda la popular Willington y la platea Gasparini. Ese día estuvo en el estadio Javier Pastore, crack del PSG y fanático de la “T” surgido de la cantera del club. El día del ascenso escribió en la red social twitter: “Vamos Talleres viejo nomás. Qué alegría me das. ¡A festejar y disfrutar este gran año! Dale la T, dale la T, hasta la muerte con vos”. Luego contó desde París que Agustín Díaz le prometió la camiseta del ascenso.

Récord fue una palabra que se hizo realidad a través del campeonato, tanto de parte del plantel como de la gente. El partido del 6 de mayo ante San Jorge de Tucumán dio la vuelta al mundo, literalmente, por lo que fue el acompañamiento del público “tallarín”. ESPN publicó la tabla de lo más visto de ese fin de semana y este juego por la Tercera División del fútbol argentino se ubicó en el quinto lugar, por debajo de Borussia Dortmund-Bayer Munich (80.645), Manchester United-Chelsea (75.500), Real Madrid-Valladolid (68.000) y Barcelona-Betis (67.785). No obstante, lo que más llamó la atención es que superó en venta de entradas a los tres clásicos sudamericanos disputados ese fin de semana: Nacional-Peñarol, Boca-River y Universidad de Chile-Colo Colo. Aunque, también, cabe aclarar que la cifra oficial, y que dio a conocer ese informe, sostiene que hubo 57 mil hinchas de Talleres en el Kempes. Sin embargo, según pudo averiguar este medio con gente de la organización, hubo más de 62 mil personas, debido a que existió una sobreventa no reconocida y se pudo apreciar a mucha gente en la zona de las escaleras y los pasillos.

Por cuestiones laborales, Alejandro Kenig vive en Ecuador. Su trayectoria como futbolista refleja que jugó en 15 clubes distintos, entre ellos Talleres (1990 y 1992). Sin embargo, se hizo fanático de la institución de barrio Jardín. Desde allá siguió por internet la campaña e incluso en algún viaje estuvo presente en la cancha. “No me sorprende el fenómeno de masas que mueve Talleres. Siempre lo dije, Talleres es el más grande del interior de la Argentina. Es uno de los equipos que más han sufrido y que nosotros, los hinchas, jamás dejamos de apoyar. No hay en Córdoba una pasión igual a la gente de la “T”. Yo lo viví con la misma intensidad que todos los que han estado en Córdoba sufriendo por Talleres, queriendo salir de ese torneo tan difícil, con la ilusión de volver lo más rápido posible a Primera”, sostuvo desde Guayaquil.

“Ahora el objetivo es volver a Primera División”, destacó a las pocas horas de consumado el ascenso, Rodrigo Escribano, presidente del Fondo de Inversión que administra el club, quien tuvo que pagarle, debido a una apuesta, una camioneta a Sialle y un reloj al defensor Jesús Nievas (futbolista del plantel con más minutos en cancha, 2745). Todos sonrientes. Como Gabriel Carabajal, la joyita del club; capaz de tirar un caño, una gambeta, desequilibrar, generar aplausos y también murmullos de desaprobación. En este chico hay expectativas de venta para generar algún ingreso económico necesario en la institución.

Pasaron los festejos del ascenso y de un año inolvidable, ya que también el 13 de marzo logró ganar el superclásico cordobés ante Belgrano por la Copa Argentina con un terrible golazo de Gastón Bottino. ¡Qué año! Talleres jamás lo olvidará.

La entrañable pluma del escritor Daniel Salzano, también simpatizante albiazul, supo exclamar: “¡Viva Córdoba que se enamora, y que escribe las paredes. Córdoba que se nos cae; Córdoba que se levanta. Viva Córdoba, Córdoba que se la aguanta...!”. Talleres se cayó, sufrió en el Argentino A, pero se está levantando, porque tuvo y tiene aguante.

Por Marcos Villalobo. Fotos: Nico Aguilera