Anónimos reconocidos

Tibabuzo: sueños de camiseta

En su secundaria del barrio porteño de Saavedra, cuando se aburría en clase, Martín Tibabuzo dibujaba camisetas. Un día le dijo a la gente de Adidas que quería diseñar sus productos. Hoy, a los 37 años, vive en Alemania y le ha puesto su impronta a sus dos casacas más preciadas: la de River y la Selección.

Por Redacción EG ·

13 de mayo de 2013
 Nota publicada en la edición de mayo de 2013 de El Gráfico

Imagen MARTIN en Herzogenaurach, el cuartel central de Adidas en Alemania. Allí trabaja con otros tres mil.
MARTIN en Herzogenaurach, el cuartel central de Adidas en Alemania. Allí trabaja con otros tres mil.
Esta historia comienza en uno de esos antiguos bancos de una secundaria de Saavedra. Cuando a Martín Tibabuzo lo aburría la clase, no dibujaba logos de bandas de rock, ni nombres de chicas que le gustaban, ni escudos de clubes de fútbol. Tampoco hacía mención a ningún barrio.

Martín dibujaba camisetas de fútbol. Primero las de River, su club, y después las de equipos de Europa. Y recuerda que al ver la indumentaria Reebok de la Selección Nacional, a fines de los noventa, se convenció de que quería ser diseñador de camisetas de fútbol. A pesar de que la secundaria le brindaba un título de Técnico Electromecánico.

Ahora Martín tiene 37 años, es Diseñador Gráfico, reside en Alemania y hace seis que finaliza los bocetos que comenzó en el banco de la escuela. Pero no lo hace más como hobby. Trabaja para Adidas. Es el diseñador de las camisetas de Argentina, River, Rusia y Colombia. Antes trabajó en las del Milan, Chelsea, Benfica y Schalke 04, entre otras. Y ahora espera ansioso los últimos meses del año. En esa fecha presentará la indumentaria que nuestra Selección utilizará en Brasil 2014.

“En la secundaria me di cuenta de que no quería ser ingeniero”, cuenta por Skype, desde la sede central de Adidas en Herzogenaurach. “Me gustaban las camisetas, y eso que no era como ahora que se ven todas por la televisión. Yo me iba a la calle Florida y compraba la mayor cantidad que podía. Las coleccionaba; no era de usarlas mucho”.

El comienzo, en realidad, fue en la casa de sus abuelos en Palermo. Ellos lo cuidaban cuando era un nene. Y el abuelo era publicista. También pintaba cuadros, por hobby. Martín se quedaba a su lado toda la tarde.
Martín se recibió en la UBA de Diseñador Gráfico y también cursó un año de Diseñador de Indumentaria. Trabajó dictando clases de Laboratorio de Física en un secundario y fue electricista de obra. Antes, a los 14 años, había sido asistente de dibujante técnico. Con unos amigos, mientras cursaba la carrera, armó un estudio de animación para cine y televisión.

El primer contacto para llegar a diseñar camisetas fue con Nike. “Queríamos que nos bancara un libros o revistas que hacíamos sobre camisetas de fútbol. Que fuese nuestro sponsor, y siempre nos corría para adelante. Pero mejor. Si hubiese trabajado en Nike hoy tendría que diseñar la camiseta de Boca y la de Brasil. Y eso sería muy complicado para mí”.

¿Y vos qué harías? ¿Vos qué harías si creciste mirando a tu abuelo pintando cuadros, y en la secundaria te la pasabas dibujando camisetas que imaginabas y un día tenés una reunión con gerentes de Adidas por otra cosa?

Martín hizo lo que hubieras hecho vos, o cualquiera que tenga una mínima chance de cumplir su sueño: diseñar la camiseta de la Selección y la de River, su equipo. Lo que sentía tan lejano estaba un poco menos lejos. Un poco, no mucho. Tal vez hasta menos que poco. Hacía un tiempo que realizaba trabajos freelance artísticos o instalaciones en muestras y eventos de Adidas. A veces le pagaban con zapatillas y ropa. Y en la reunión dijo que quería ser “el diseñador de las camisetas Adidas”.

“Se me cagaron de la risa en la cara”, dice Martín. Y no lo dudó: porque una cosa es decir que uno quiere ser algo, y otra cosa es demostrar ese deseo. Uno puede decirle a una mujer que quiere dejar todo por ella, y otra es hacerlo. Y una cosa es decir “quiero diseñar camisetas”, y otra es prender una computadora y mostrar 500 camisetas diseñadas. Ahí no se le rieron más.

“Lo primero que me dijeron era que estaba completamente loco. Y una de esas personas me dijo que se iba a Alemania en dos días, que le armara un CD con los diseños y que iba a ver qué podía hacer por mí”. El sueño de Martín estaba un poco menos lejos que antes.

“Y al tiempo me llaman por teléfono. Tuve que hablar en inglés después de diez años. Me acuerdo que corté y me temblaban las piernas. No podía parar de caminar por la terraza de mi casa de Colegiales. Tenía 27 años y me decían si podía viajar a Alemania para una entrevista de trabajo”.

Imagen RECIBIO A MESSI y le mostró la camiseta que está diseñando para Brasil 2014, para que nuestro astro se sienta a gusto.
RECIBIO A MESSI y le mostró la camiseta que está diseñando para Brasil 2014, para que nuestro astro se sienta a gusto.
¿Y vos qué harías? ¿Vos qué harías si ya tenés claro que los hechos son más importantes que las palabras? Que las mujeres, o un jefe, prefieren los actos que las promesas. Martín hizo lo que la experiencia le marcó. Lo que hubieses hecho vos, o cualquiera. En medio de la entrevista sacó una camiseta y un short que había cosido con la máquina de su mamá. Estaban mal cosidos, pero no importaba. Eran de River. Mostrar eso era mostrar un deseo. De una manera que con palabras hubiese sido más difícil. Todos volvieron a decir: “Este pibe está loco”.

“En el 2001 me había surgido la posibilidad de radicarme en Roma, por trabajo –aclara–. Y dije que no. Yo no me quería ir del país. La única razón por la que viviría en otra parte del mundo era a cambio de ser el diseñador de las camisetas de River y Argentina”.

Todo se terminó de concretar en 2008. Fue casi un año y medio de reuniones, entrevistas, viajes. Hay sueños que se logran paso a paso. Ahora vive en Nuremberg y trabaja en la sede central de la empresa, que cuenta con 3 mil empleados de 80 países distintos. Mientras habla con El Gráfico comenta que tiene a su alrededor a un belga que diseña los botines de Messi, a un francés que se encarga de los botines Predator y a dos alemanas que trabajan en la pelota del Mundial.

Su primera camiseta diseñada fue la del Milan, usada por Beckham y Ronaldinho. La primera para Adidas; en la secundaria de Saavedra “había dibujado miles de camisetas del Milan”. Después siguió la del Benfica, y al tiempo surgió la chance de hacer la de Argentina, la que se usó en Sudáfrica 2010. Diseñar la camiseta es diseñar también las chombas, remeras de entrenamiento, conjuntos deportivos, todo. Es un trabajo que lleva dos años.

¿Y cómo es crear la camiseta para satisfacer a toda una población futbolera y exigente?
“Es la más difícil, porque ya es linda por naturaleza. Y además hay que dejar conformes a 40 millones de fanáticos. Hay que ser innovador sabiendo que no podés cambiar muchas cosas; innovador con algo que no se puede tocar mucho. Los argentinos somos muy tradicionalistas. Aparte creo que después de la de Sudáfrica 2010, es difícil que me vuelva a gustar tanto una camiseta. Esa la diseñaba mientras miraba Héroes en la pantalla de al lado. La suplente azul estuvo basada en la del 86. Fue mi homenaje al Diego”.
Con la de River le pasa algo similar. Hay gente que se tatúa las camisetas que diseñó. Lo mismo con el último escudo, el redondito, también de su autoría. El año pasado regresó al país y pudo ver a su equipo con su camiseta. Se ubicó en la popu, a la izquierda de Los Borrachos del Tablón, como en las viejas épocas. Fue un 3-0 contra Ferro, en el Nacional B. Sus padres van todos los partidos de local vestidos de arriba abajo con ropa que diseña Martín.

Pero lo fuerte, dice, pasa cuando un ídolo se besa la camiseta. O ver a la Selección en un Mundial vistiendo tu obra. “Es una responsabilidad muy grande, pero es sentir que formás parte del equipo. Yo sé que algo hice por el plantel. Estuve recibiendo a Messi y le mostré la camiseta del próximo Mundial”. Martín ya se imagina el final. Como todos los argentinos. Falta poco para que Leo tenga una nueva oportunidad de consagrarse en un Mundial y el equipo vuelva a festejar tras 28 años de sequía. Con una camiseta que comenzó a ser diseñada en el banco de la secundaria de Saavedra, para todo el mundo.

Por Nahuel Gallota