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Presidentes futboleros: cuestión de estado

¿Cuál es el vínculo de los presidentes sudamericanos con el fútbol? ¿Juegan? ¿Van a la cancha? Acá están las respuestas. Conocé al mandatario que dio una charla técnica, al jugador frustrado y al que no tuvo problemas en hacer bromas por Twitter contra su rival de toda la vida.

Por Redacción EG ·

18 de marzo de 2013
  Nota publicada en la edición de marzo de 2013 de El Gráfico

Imagen JUAN MANUEL Santos y Evo Morales, "capitanes" en un amistoso.
JUAN MANUEL Santos y Evo Morales, "capitanes" en un amistoso.
-Muchachos, ese que baja del auto, ¿es el Pepe Mujica?

Los jugadores de Huracán de Paso de la Arena se sorprendieron el año pasado, en una mañana de lluvia cualquiera, mientras se entrenaban en un gimnasio, preparándose para pelear por el ascenso a la Primera División uruguaya.

Y era nomás: el presidente del Uruguay bajaba de su auto para entrar a una ferretería. Los jugadores y el técnico, Carlos Rodao, lo encararon. Encontraron a Mujica con una tapa de inodoro en la mano. En el auto, el Pepe –que no tenía custodia– había dejado a su perra, Manuela, que tiene tres patas porque una se la amputaron por un accidente que tuvo con un tractor, en la chacra de su dueño.

Mujica hizo caso al pedido de los muchachos: fue y dio una charla técnica. “Hay veces que el espíritu humano puede más que cualquier hecho económico”, les dijo. Después, Huracán perdió contra Progreso en la definición por penales y se quedó en la Segunda División. No importó: ningún futbolista se olvidará de ese episodio.

¿Cuál es el vínculo de los presidentes sudamericanos con el fútbol? ¿Juegan? ¿Van a la cancha? Mujica, que tiene 77 años, no lo practica. El Pepe contó alguna vez que es hincha de Cerro por una cuestión barrial, aunque aclaró que debería hinchar por Huracán: “Paso de la Arena fue el barrio donde yo nací, pero cuando yo era botija no existía ese cuadro, entonces me quedó Cerro”, expresó en Radio Arapey, de Salto. En sus primeros días como Ministro de Ganadería, eso sí, fue al estadio Luis Tróccoli, de Cerro.

El mandatario uruguayo jugó al fútbol de chico, aunque le gustaba más el ciclismo. Ya como presidente y fiel a su estilo humilde y austero, opinó sobre el fútbol de su país: “El Real Madrid tiene un presupuesto de 400 millones anuales; yo creo que esa plata no la gastó el fútbol uruguayo en toda la vida. Para la estatura que tenemos, el fútbol uruguayo es un milagro y es gracias a la pasión que tiene nuestra gente”. Además, criticó la presión que ejercen los padres sobre sus hijos: “Ahora inventamos el baby fútbol, que es una cosa bárbara. Pero como los padres se ponen de directores técnicos les amargamos la vida a los gurises y no les dejamos esa etapa de libertad, que me parece que es imprescindible. Esos son los cambios que trae el modernismo”.

Mujica no pudo estar en el Mundial de Sudáfrica 2010. Se perdió el cuarto puesto de su selección porque no estaba bien de salud. Su mujer, la senadora Lucía Topolansky dijo que ella no lo dejaba viajar: “Para ir a Sudáfrica hay que darse 4.025 vacunas, y no es bueno por la enfermedad autoinmune que tuvo Mujica. No tiene mi permiso”, bromeó. Sin embargo, el Pepe siguió de cerca el torneo. Le gustó tanto la labor de Fernando Muslera, que, en una época en la que se preparaba el presupuesto para mandar al Parlamento, sugirió que lo hiciera el arquero.

Sobre la actuación de la Selección, señaló: “Esto es una lección moral, ética, de compromiso. Por eso, gracias Maestro (Tabárez), por la lección que nos ha dado como país. Ojalá que tengamos sensibilidad y memoria”.

Además, cuando en 2011 Luis Suárez fue sancionado en Inglaterra por insultos racistas contra Patrice Evra, Mujica salió a defenderlo: dijo que era “un pibe maravilloso”. Muy Pepe: “Sabemos que no es racista, no lo ha sido nunca y no lo será, e irá aprendiendo a los golpes modales en la relación ante la sociedad”.
Y en octubre de 2012 el presidente inauguró en Montevideo el V Encuentro Latinoamericano de Fútbol Callejero (con chicos de contextos de alta exclusión social). A los pibes les dio un discurso: “No se embalen jamás para conseguir el triunfo fácil, porque todo triunfo significa laburo y sudor. No hay ningún triunfo a la vuelta de la esquina”.

Imagen SIEMPRE con la diez. Evo Morales es el presidente sudamericano más apasionado por el fútbol. Aquí gambetea en Chacaltaya.
SIEMPRE con la diez. Evo Morales es el presidente sudamericano más apasionado por el fútbol. Aquí gambetea en Chacaltaya.
¡QUE JUGADOR!
De los presidentes sudamericanos, el que más cerca estuvo de ser futbolista es Evo Morales, que fue cocalero, panadero, trompetista y ahora es presidente de Bolivia, pero que soñó con ser jugador profesional. No pudo (aunque se probó en San José de Oruro), y ahora se da el gusto cada vez que tiene tiempo: juega en las giras, ya armó partidos con su par chileno, Sebastián Piñera, y con su par peruano, Ollanta Humala. Les ganó a los dos.

El Evo usa la camiseta número 10 y es el capitán del equipo del Palacio Quemado, un selecto grupo que integran hombres de su seguridad, miembros del Ejército y la Policía y que también contó con la participación de ex figuras del fútbol boliviano, como Milton Melgar (ex Boca y River), Marco Antonio Etcheverry y Julio César Baldivieso, entre otros.

Podría decirse que Morales construyó su presente político con base en el fútbol. Es que a los 13 años armó el equipo de su comunidad. Lo llamó Fraternidad: él era el capitán y delegado. Según el libro “Jefazo”, del periodista Martín Sivak, con la lana de las llamas que esquilaba y con los zorros que cazaba, compraba pelotas y camisetas.

Cuando se mudó a El Chapare, salió campeón con el equipo que había formado, Nuevo Horizonte, y lo nombraron Secretario de Deportes del sindicato San Francisco de la Central 2 de agosto. Fue su primer cargo y a partir de allí fue escalando.

Dicen que no juega bien. Pero en los videos que hay en Internet se ve que algo de destreza tiene. En 2008 enfrentó a Diego Maradona en el estadio Hernando Siles con el objetivo de demostrarle a la FIFA que se podía jugar en la altura (además, aprovechó la excusa para ayudar a las 90 mil personas que habían sido víctimas de una inundación). La pelea para que no vetaran jugar en la altura fue una bandera para Morales.

El Evo es fanático del Bolívar. Con 53 años, no deja de ponerse la camiseta y salir a la cancha en cada lugar que visita. Jugó con el brasileño Cafú, con el actor Sean Penn, con campesinos peruanos. Y cuentan que la primera palabra que pronunció de niño fue Tamta, que significa pelota en aymara. “El fútbol es la mejor manera de integración y más en un país pobre como Bolivia”, dijo Morales alguna vez.

Imagen RAFAEL CORREA levanta la Libertadores en el festejo de la Liga de Quito, en 2008.
RAFAEL CORREA levanta la Libertadores en el festejo de la Liga de Quito, en 2008.
SIN FESTEJOS
En Ecuador, Rafael Correa tiene un karma: desde que es presidente, el Emelec, equipo del que es hincha, no logra ganar un título (y eso ocurre desde 2007). Menos mal que no es tan fanático. Correa no suele ir al estadio y además el Emelec juega en Guayaquil, mientras que él reside en Quito. El costado futbolero del presidente se ve en algunos almuerzos que organiza con equipos de fútbol: la Liga de Quito, el Barcelona, el Emelec y las glorias del Nacional campeón de la década del 80 pasaron por el Palacio de Gobierno. Allí, en chiste, pidió la expulsión del país del argentino Gustavo Costas, director técnico del Barcelona, máximo rival del Emelec.

El bromista Correa twitteó cargando al Barcelona, campeón tras 14 años: “Felicitaciones, felicitaciones, ahí le dimos una mano porque iban a cumplir 15 años, 15 años, ejemplo de lo que es ser abstemio, 15 años sin alzar una copa”. Y más: cuando Omar Asad era técnico del Emelec contó que el mandatario le hizo un chiste: “Nos dijo que había que salir campeón o si no ganar la Libertadores”.

Hubo además dos gestos que se tomaron como beneficios para su equipo: en 2007 nacionalizó al arquero argentino Marcelo Elizaga. Lo hizo antes de que el futbolista tuviera dos años de permanencia en Ecuador, requisito para la nacionalización.

La única vez que el presidente Correa se acercó a ver a su selección, en 2007, Ecuador perdió con Venezuela. No volvió más. Eso sí, cuando asumió, se dio un gusto: relató un gol en un programa radial. El audio está subido en YouTube.

Correa jugaba al fútbol de chico, pero después ya no. Prefirió dedicarse al ciclismo. El que sí juega es su hermano Fabricio, opositor de Rafael. Fabricio, que estuvo en la selección de vóleibol, llegó a hacer una pretemporada con el Emelec, como arquero.

En Venezuela, Hugo Chávez tampoco se mostró como un fanático del fútbol porque a él le gusta el béisbol. Aunque su nacionalismo lo haya llevado a arengar a la Vinotinto cada vez que pudo. Si su selección triunfa, el bolivariano escribe en Twitter: “¡Ganó la Patria!”.

En junio de 2011, por ejemplo, en su programa “Aló, presidente”, le dejó un mensaje a España, que estaba por enfrentar a Venezuela: “Españoles, temblad, que de goles os vamos a llenar”. En otra ocasión, mostró un video donde se lo veía jugando al fútbol vestido de civil. Se metió en un partido en el que jugaba su hijo como parte del equipo Centauros, contra la selección de Anzoátegui. “Estoy un poco lento, ustedes comprenderán”, dijo Chávez entre risas. Hizo un gol, lo mostró y pidió que lo repitieran. Y exageró: “Anoche me metí como Me-ssi, gambeteé a uno, al otro”.

Su hermano, Adelis, está vinculado directamente al deporte: es el presidente del Zamora desde 2010. Adelis contó que Chávez se fue interiorizando con los resultados de la Vinotinto y del Zamora. El hermano del bolivariano consiguió que la empresa petrolera estatal PDVSA apoyara económicamente a su club.

Imagen DILMA ROUSSEFF y el puntapié inaugural del estadio de Fortaleza.
DILMA ROUSSEFF y el puntapié inaugural del estadio de Fortaleza.
LOS OTROS
Dilma Rousseff es la presidenta del país que organizará el próximo Mundial. Sin embargo, no es futbolera como sí lo era su antecesor, Lula da Silva, hincha del Corinthians. Dilma simpatiza por el Inter de Porto Alegre, pero no se manifiesta públicamente sobre su equipo. Eso sí: en este último tiempo, en plena inauguración de estadios, le tocó dar más de una vez un puntapié inicial.

En Paraguay, Federico Franco es fanático de Cerro Porteño. De hecho, es socio del club. Y tiene un termo de Cerro, que usa para tomar tereré. Además, es volante por derecha y suele armar picados en la residencia presidencial.

El colombiano Juan Manuel Santos, por su parte, es hincha de Independiente Santa Fe. Y se mostró en acción también: disputó un amistoso con Evo Morales en el marco de la VI Cumbre de las Américas (fue empate) y compartió equipo con figuras como Chicho Serna y Faustino Asprilla. Hasta armó un festejo de gol con coreografía y todo.

En Perú, Ollanta Humala sigue a Alianza Lima. Públicamente, llamó la atención cuando en septiembre de 2012 se enojó con Claudio Pizarro, que había fallado un penal ante Argentina en un encuentro que terminó 1 a 1. “Quiero saber por qué hemos fallado ese penal. Y eso quiero que me lo responda el profesor (Markarián)”, pidió el mandatario. Sus críticos no lo tomaron en cuenta. Humala juega al fútbol, pero poco: virtudes no le sobran. Y cuando lo hace, se ubica de delantero.

 
Imagen CRISTINA agasajó a la España campeona del mundo. Sonríen Villa, Fábregas y Sergio Ramos.
CRISTINA agasajó a la España campeona del mundo. Sonríen Villa, Fábregas y Sergio Ramos.
CRISTINA
La presidente Cristina Fernández de Kirchner es hincha de Gimnasia de La Plata por tradición: su familia materna siempre estuvo cerca del club. De hecho, su madre, Ofelia Wilhelm de Fernández, es socia vitalicia, suele ir a la cancha y llegó a ser parte de una lista en unas elecciones. Y más: cuando Pedro Troglio era el entrenador del equipo en Primera, Ofelia se juntaba a almorzar con él antes de los partidos para charlar sobre fútbol.

“Hace siglos que no voy a la cancha del Lobo”, le contó Cristina en 2008 al programa platense “Lobo está”. Y se acordó de la última vez: había acompañado a Néstor a la tribuna visitante, en un Gimnasia-Racing. Su madre y su hermana estaban ese día en la platea local.

Alguna vez, además, la presidenta expresó que no comprendía el fanatismo de su esposo por la Academia. Dijo que cuando jugaba Racing, no podía cruzarse delante de la TV porque su marido y su hijo, Máximo, se enojaban. “No puedo creer cómo Néstor se desencaja así con un partido siendo tan racional”, le comentó a un allegado. Y siguió diciendo que así entendió la importancia del fútbol.

Por Ayelén Pujol. Fotos: AFP