(sin categoría)

Idolos en la cornisa

Mike Tyson y Paul Gascoigne brillaron en el boxeo y el fútbol respectivamente, pero hoy están lejos de aquel pasado glorioso. Uno, rehén del show televisivo. El otro, recluido en la soledad de una rehabiltación En el medio, el periodismo, que sabe sacarle jugo a los personajes que fue moldeando.

Por Redacción EG ·

22 de noviembre de 2012
Imagen TYSON, el boxeador más joven en conseguir un título mundial de los pesos pesados. En 1986 se coronó con tan solo 20 años ante Trevor Berbick.
TYSON, el boxeador más joven en conseguir un título mundial de los pesos pesados. En 1986 se coronó con tan solo 20 años ante Trevor Berbick.
El Negro Fontanarrosa, sin más rigor que su memoria fanatizada, les dio palabra a los equipos más trascendentes de la historia del fútbol argentino en una de las últimas obras que dejó antes de morir: No te vayas, campeón. El título remite a un pasado de héroes deportivos, de gestas que alumbraron. Existen en estos tiempos, que también son los tiempos del genio de Fontanarrosa, campeones que se están yendo. Hombres gloriosos a los que el retiro les chupó las prestaciones. Algunos, en esa carrera por no rendirse, desahuciados ya por la impotencia de no poder seguir siendo, se regalan. Se entregan y vulneran sus coronas a cambio de unas últimas luces y unos últimos billetes. Otros, en cambio, no gozan ni siquiera de ese poder de decisión.

Mike Tyson es el paradigma del ex. Desde que se bajó del ring nunca pudo establecerse como una referencia en su anterior especialidad. Tal vez no quiso, o no pudo o económicamente le resultó más ventajoso apostar por el show de la televisión. Porque el excampeón del mundo de los pesos pesados se lanzó a un carreteo farandulero que incluye hasta participaciones especiales en el extranjero. El itinerario mediático tuvo su pico de relieve en enero del 2011, con el estreno de Taking on Tyson (algo así como conquistando o descubriendo a Tyson). Su reality show estuvo al aire en horario prime time durante seis semanas. Preparar a Mike como entrenador profesional de palomas fue la excusa para canalizar las pulsiones intimistas del público televidente. El nacido en Brooklyn, por cierto, siempre les declaró su amor a las palomas. Estos pájaros lo acompañaron durante su infancia, aunque una vez en la gloria los cambió por un par de excéntricos tigres de bengala por los que pagó 150 mil dólares.

En Tyson se observa una conducta repetida en tantos otros casos similares: el derroche. En el año 2003 se declaró en bancarrota; arrastraba una deuda de 30 millones de dólares. Para un deportista de su talla, que facturó a lo largo de su carrera más de 300 millones, no hay déficit que no remita a tiempos de locura y desenfreno. Como con los tigres, que le consumían 1000 dólares mensuales cada uno, el púgil extremó el culto al despilfarro. Fiestas, divorcios millonarios, autos de otra galaxia, mansiones siderales, fianzas con la justicia y un etcétera tan cargado como sus puños de acero le fueron chupando el crédito. Por nombre y porque el negocio de la televisión siempre ofrece la soga del sea como sea, recicló su cuerpo de atleta y se convirtió en un bailarín de corte glamoroso. Buenos Aires fue uno de los polos de su nueva aventura. A la Capital vino en 2005, invitado por la producción de La noche del 10, el programa de Diego Maradona, y regresó el año pasado de la mano de Marcelo Tinelli. En Bailando por un sueño cambió los fallos del jurado por las sentencias telefónicas del público.

Imagen GASGOIGNE, la figura del fútbol inglés durante los '90. Jugó el Mundial de Italia.
GASGOIGNE, la figura del fútbol inglés durante los '90. Jugó el Mundial de Italia.
“Iba caminando por la calle y unos chicos se sorprendieron al verme. Me acerqué. Me preguntaron: ¿'Gazza'? ‘Sí’, respondí. ‘En el periódico ponen que estás muerto’. Y les contesté, ‘¿ah sí? Bueno, no importa. Hay que entender que la prensa nunca va a escribir que Paul Gascoigne está bien. A ellos les interesa vender’ “. El exfutbolista inglés, al igual que Tyson pero por caminos alternativos y por tanto incomparables, terminó ahogándose con las cenizas de su gloria. Introdujo con esa anécdota de los rumores de muerte instalados por la prensa, la cifra que despunta la otra parte de la historia. Porque son los medios los que se encargan de llevar y traer los aires ruinosos que atañen las vidas de esta clase de figuras. Y, es sabido, tanto en la buena como en la mala, la lupa periodística suele desajustarse por el exceso de los condimentos. La figura de Gascoigne, vapuleada por la morbosidad fatal, se vinculó fielmente con la de ese tipo díscolo aficionado a los escándalos de borrachera. Por cierto, Gazza fue protagonista de un par de episodios violentos y es un adicto en recuperación. Pero el preconcepto que le adosaron es una construcción parida en los titulares de los periódicos y en los informes de los noticieros. Difícilmente tanto él como Tyson sean requeridos como panelistas de un programa de fútbol o boxeo. Alguien ya eligió cuáles serán sus aportes al show.

En octubre del 2010 tocó el fondo de su angustia, y esa última caída le dio impulso para seguir. Dijo Paul a The Guardian que caer en tratamiento le ayudó a darse cuenta que debía ocuparse, y preocuparse, para evitar un mal mayor como el suicidio. Aquella vez lo interceptaron conduciendo borracho y lo sancionaron con seis meses de reclusión en un instituto. Hoy, el panorama es más alentador. “He estado lleno de pastillas durante tres años. Cuando al psiquiatra, me preguntaba ¿quién te dio esas pastillas? y si iba a ver a otro me decía que mejor tomara estas otras pastillas y otro, que otras. Para deshacerse de ti, lo único que hacen es recetarte pastillas. A algunos centros de tratamiento les gusta darte títulos, como que tengo un trastorno bipolar y esas cosas. Hubo una época en la que tenía más títulos que Muhammad Ali: eres bipolar, OCD... mientras que lo que realmente soy es un alcohólico. Así que no necesito pastillas. Me siento bien”, contó el exfutbolista, que, jura, desde hace dos años no prueba gota de alcohol y, dice, le debe su recuperación al terapeuta que lo acompaña.
@c1@ Tyson se convirtió en una celebridad televisiva que cobra fortunas por cada participación @cc1@
@c2@ Gascoigne, emblema del fútbol inglés, está casi curado de su adicción al alcohol@cc2@
@c3@ Sus casos ponen en evidencia la actitud de cierto sector de la prensa aficionada a reciclar personajes constantemente@cc3@
No te vayas, campeón. Ya no hay Fontanarrosa para pedidos románticos y nostálgicos como aquel título del rosarino. El show se encargará de traerlos una y otra vez, pero bajo sus moldes televisivos. Tyson y Gascoigne y tantos otros son a la vez víctimas y victimarios. Sus trajes de personajes cada día los distancia más de sus glorias del pasado.

[AM]