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Fernández Lobbe: "Ojalá quedemos en la historia"

En medio de la primera participación de Los Pumas en el prestigioso Rugby Championship, su capitán siente orgullo: “Cuando estás corriendo y tus compañeros se tiran de cabeza, te explota el corazón y te dan ganas de seguir metiendo”

Por Redacción EG ·

09 de octubre de 2012
    Nota publicada en la edición de octubre de 2012 de El Gráfico 

Imagen CORCHO muestra la guinda con la que Los Pumas juegan en casa durante el Championship.
CORCHO muestra la guinda con la que Los Pumas juegan en casa durante el Championship.
RELAJADO, SENTADO en la cancha auxiliar del San Isidro Club, detrás del ingoal más cercano a la confitería, no parece que fuera la misma bestia que arriesga en las alturas para ganar cada line. El semblante que ofrece, distendido, en medias y con la ropa de entrenamiento, se contrapone con aquel en el que se torna una máquina de tacklear, jugar y motivar con vincha a medida, vendajes por encima de las rodillas y botines puestos. Juan Fernández Lobbe se aleja de la fiera de 1,90 que asusta al embestir con sus 106 kilos en situaciones de juego y se aferra al tipo sencillo que camina por la vida en jeans y zapatillas, al margen de que su trabajo lo vista de traje y corbata por el prestigio conseguido. Comprende que es el mismo de siempre, aunque acredite 30 años. Pese a ocupar un lugar de privilegio, conserva su esencia.

“No soy un ilustre en Liceo Naval. Me formé como jugador en el club y lo amo. No tiene nada que ver que sea el capitán de Los Pumas, soy uno más. Cuando estoy en la Argentina, disfruto de los entrenamientos y de las comidas de los jueves con el plantel. Bromeo igual que antes. No hay que confundirse nunca; hay que recordar de dónde venís y no creértela. Si me hubiese salido de mi línea, supongamos, mis viejos y mis hermanos me habrían corregido -asegura-. No se debe perder la humildad. Para eso son clave la educación recibida en casa y la gente que te rodea. Si pensás que sos más de lo que sos en realidad -un simple jugador de rugby- te vas a dar un buen golpe contra la pared”.

La puerta de acceso a su intimidad comienza a abrirse lentamente. Ingresar en su dimensión más preciada, sin forzar la cerradura, atrae. Conocer al octavo desde su costado más humano, seduce. Pero antes se lo debe llamar como corresponde. Juan, a decir verdad, no es Juan en la atmósfera del rugby. Su apodo, Corcho, cobró más valor que el primero de sus dos nombres. “Cuando era chico, tenía cuerpo pequeño y cabeza muy grande. Mi familia, entonces, me empezó a decir Corcho, por el corcho del champagne (risas)”, afirma.

Amante del orden, no puede con su genio si no tiene todo planificado. Fijar horarios para sus actividades se establece como ley en su paradigma. “Soy de la ciencia exacta”, admite. La música no figura como prioridad en su vida. Si tuviera que elegir rápido un tema para que suene, se le complicaría. "Es así -confirma-, porque escucho de todo, mucho de lo que está de moda. Me gusta la música en inglés, pero también el rock nacional. Tuve etapas de U2, de Los Fabulosos Cadillacs, aunque puedo poner cumbia o dance y está todo bien. Mi espectro es amplio. Pero no soy de tirarme en casa a escuchar música".

Si bien lo apasiona el deporte que practica desde su infancia, tiene un fanatismo que excede al rugby. Su debilidad es el fútbol americano. “Me encanta, por lo atléticos que son los jugadores y el show que provoca ese deporte; por el nivel de sofisticación que existe y por cómo se piensa cada movimiento, debido a que hay un porqué para todo. Tengo primos que viven en New Orleans y, por eso, tuve la chance de ir a un entrenamiento de los Saints. Fue bárbara la experiencia. Es espectacular ver cómo tienen todo planificado. Pero mi equipo son los Patriots, por lo que significan, porque leí un libro de su entrenador sobre la dinastía que generaron -explica-. Estoy esperando ir a ver un partido. Ojalá pueda presenciar, aunque sea una vez, un SuperBowl“ (el partido final de la National Football League, campeonato estelar de fútbol americano de los Estados Unidos).

-¿No pensaste en probarte en la NFL?
-Cuando fuimos a entrenarnos a Pensacola con Los Pumas, podría haber aprovechado para hacer algunos pases y ver qué onda (risas). Lo disfruto, pero nunca lo pensé. El fútbol americano me vuelve loco, pero no creo que me dé para jugarlo profesionalmente.

Imagen FERNANDEZ LOBBE, pelota en mano, intenta pasar a Ruan Pienaar. Esa tarde, en Mendoza, hubo empate 16-16.
FERNANDEZ LOBBE, pelota en mano, intenta pasar a Ruan Pienaar. Esa tarde, en Mendoza, hubo empate 16-16.
EL PROGRESO de Corcho se produjo a través de los años. Liceo Naval y los seleccionados juveniles argentinos representaron sus plataformas primarias. Luego apareció el grato estreno en Los Pumas: ante Uruguay, el 28 de abril de 2004. “Mi cambio de mentalidad fue antes de ese debut. Empecé a ver a mi hermano (Ignacio) jugar en Los Pumas y mi sueño por estar ahí parecía más cercano. En 2001, 2002, me dije: ‘Quiero llegar a esto’. Comencé a entrenarme y a cuidarme de otra manera. Cuando llegué, intentaba ser un poquito mejor cada día para que nadie me robara mi lugar. Todavía tengo ese deseo por superarme a diario. Ponerse la camiseta de Los Pumas es una responsabilidad enorme. Uno tiene el compromiso de entregarse al máximo -reconoce-. Al principio, en el seleccionado, entrás y sos un simple soldado que agacha la cabeza, al que le ordenan: ‘Rompete el coco contra una pared’, y lo debe hacer. Después, por antigüedad, empezás a adquirir otro rol”.

Si bien lo marcó lo aprendido en el rugby inglés -fue capitán de Sale Sharks- y en el francés -es subcampeón del Top 14 con Toulon-, jamás olvidará sus experiencias con Los Pumas, que lo fortalecieron para la eternidad. Pasó de todo: supervivencias, entrenamientos al límite, alegrías y frustraciones deportivas desde el tercer puesto en el Mundial 2007, pasando por la rotura de ligamentos cruzados de su rodilla izquierda en la Copa del Mundo de 2011, hasta desembocar en la capitanía al promediar este año.

-El de 2007 fue un grupo sólido que realizó un proceso de ocho años, en el que algunos jóvenes nos fuimos integrando, y terminó de explotar en el Mundial. Se logró algo histórico, el tercer puesto. Se les ganó a rivales muy importantes. Me digo, con el tiempo: "Puta madre, lo que conseguimos". Todavía miro el video y se me pone la piel de gallina. Cuando tenga 50 o 60 años, si me cruzo con alguno de los chicos con los que compartí ese proceso, le daré un fuerte abrazo. Nadie se guardó nada y eso estuvo buenísimo. Fue una evolución constante mi disfrute en Los Pumas. El honor de que el entrenador y el staff me elijan como capitán es impresionante, pero lo más importante es el respeto y cómo te ven tus compañeros. Si sentís que ellos están contentos con lo que das en la cancha, bárbaro. Eso es lo que más me llena.

-En la cancha, conmueven por el despliegue. Vos, ¿tenés tiempo para emocionarte en el campo de juego?
-Ahí estás concentrado en lo que hay que hacer, en el detalle, en saber cuál es tu rol cuando se canta la siguiente jugada. No podés distraerte. Pero sí me digo: "¡Cómo estamos jugando!". Cuando estás corriendo y tus compañeros les vuelan las piernas a los rivales y se tiran de cabeza, te explota el corazón y te dan ganas de seguir metiendo. Eso se disfruta un montón.

-¿Qué decís durante las arengas?
-Refresco cosas importantes, pero hay varios del plantel que pueden hablar en un vestuario. Este grupo está muy bien, no hay que meterle inflador anímico a nadie.

QUE DIFICIL es hacerle entender al futbolero medio la invalorable actuación de Los Pumas en el Rugby Championship. ¿Cómo un empate ante Sudáfrica es un resultado histórico? ¿Por qué perder ante Nueva Zelanda por 16 puntos no se transforma en una catástrofe? Los argumentos, aquí y ahora. Anoten: 1) De visitantes, Los Pumas les jugaron de igual a igual a los mejores del mundo, en la primera experiencia en el torneo de selecciones más complicado del universo. 2) En cuatro jornadas, ni los Springboks ni los All Blacks ni los Wallabies consiguieron punto bonus ante Argentina. 3) El gran nivel exhibido en un contexto de jerarquía confirma el salto de calidad. Más allá de que sea ley tacklear y tirarse de cabeza sin medir riesgos al defender, el seleccionado no se olvidó de lastimar en el ingoal rival. 4) El empate frente a Sudáfrica (16-16 en Mendoza) es histórico, porque se había perdido ante ese rival en los 14 encuentros anteriores. Sin embargo, Los Pumas pudieron haberlo ganado. El error de Marcelo Bosch que derivó en el try sudafricano y dos patadas posteriores a los palos -que resultaron fallidas- decretaron la igualdad. Conclusión: el equipo no está para participar, sino para competir. 5) La mentalidad superadora es envidiable. El plantel no se conformó con aquel empate ante los Boks.

“Fuimos muy afortunados, merecimos perder. Los Pumas van a estar arriba en dos o tres años”, le comentó a este cronista un hincha de los Springboks en la puerta de un bar irlandés pasadas las 2 de la mañana del domingo 26 de agosto. Fue en Mendoza, horas después del intenso empate. La visión de ese fanático no difiere de la que tiene el capitán argentino.

-El objetivo es llegar arriba lo más rápido posible. Habrá que aprovechar estos seis partidos para que seamos un mejor equipo a partir del 7 de octubre (el Championship culmina un día antes).

-¿Qué es ser un mejor equipo?
-Corregir falencias de un partido a otro. Por ejemplo, no habíamos salido bien desde nuestro campo en el primer choque ante Sudáfrica, pero progresamos en ese aspecto en el segundo. También se trata de seguir siendo agresivos en defensa, mejorar en la obtención. Cada día debemos tener más confianza en lo que hacemos, sentirnos más fuertes y alcanzar un mejor juego para conseguir buenos resultados. Se busca evolucionar.

-Ustedes le hacen honor al sentido de pertenencia y de grupo. ¿Por qué?
-Nuestro juego no depende de un jugador, sino de un equipo. Es importante tenerle confianza al grupo. Fue una desazón que se lesionara Juani (Hernández), pero estuvo buenísimo que Nico (Sánchez) ingresara y jugara como si tuviera 60 años de rugby encima. Es vital que todos banquemos al equipo. Si queremos existir en este nivel, tenemos que ser un grupo sólido que no se quiebre nunca. Si no, sería imposible sostenerse.

-Dame una línea sobre ese animal interminable: Rodrigo Roncero.
-Te puedo dar una página (risas). Es un ser increíble que representa todos los valores de este deporte: entrega, esfuerzo por el equipo y humildad. Y siempre lo hace con alegría. Lo admiro muchísimo. Es un ídolo.

-¿Ustedes van a perdurar en la historia?
-Ojalá quedemos en la historia, especialmente por lo que vendrá. La idea es que la historia de Los Pumas sea cada día más rica. El deseo es ser lo mejor que se pueda. Nuestra actitud desconoce de límites y por eso nos esforzamos para superarnos.

Imagen AGUSTIN PICHOT, de traje y bufanda, conversa con Fernández Lobbe.
AGUSTIN PICHOT, de traje y bufanda, conversa con Fernández Lobbe.
LA PRESENCIA DE PICHOT
La imagen podría ir a la última página de El Gráfico, porque vale más que mil palabras. La cámara de Alejandro Del Bosco retrató este instante de antología al finalizar el histórico empate 16-16 frente a los Springboks, en el Malvinas Argentinas de Mendoza. Agustín Pichot, líder de Los Pumas de ayer, representante de la Unión Argentina ante la International Rugby Board y quien más empujó para que la Selección ingresara en el Rugby Championship, le habló al oído a Juan Fernández Lobbe. “Agustín me comentó que estaba muy contento por lo que hicimos y me pidió que felicitara al grupo por el partido que jugamos. Igual, le respondí: 'Fue una lástima porque estábamos para ganarlo'", afirma el octavo.
Pichot prefirió no realizar declaraciones públicas en la zona mixta después de aquella actuación inmensa de Los Pumas. “Entrevisten a los jugadores, que son los verdaderos héroes”, pidió. Así como había recibido la camiseta de Juan Martín Hernández luego de la derrota en la primera jornada ante los Boks, Ficha se guardó en la retina otro partido para el archivo.

Por Darío Gurevich. Fotos: Emiliano Lasalvia y Alejandro del Bosco