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¿Le soltaron la mano a Bielsa?

El rosarino atraviesa su peor momento en el Athletic Bilbao. Su equipo tuvo uno de los peores arranques en la historia de la Liga y el Loco no se siente respaldado por la dirigencia. El clima tenso se percibe en las conferencias de prensa. ¿Resistirá?

Por Redacción EG ·

29 de agosto de 2012
Imagen EL BILBAO NO es el mismo de la temporada pasada. Por Liga, perdió los dos partidos que jugó. ¡Y le convirtieron nueve goles!
EL BILBAO NO es el mismo de la temporada pasada. Por Liga, perdió los dos partidos que jugó. ¡Y le convirtieron nueve goles!
La voluntad de no alimentar ciertos vicios del sistema, a veces es vulnerable. Marcelo Bielsa, tan apegado a sus recetas antibióticas para no quedar atrapado entre los virus del ambiente del fútbol, en ocasiones no resiste. Y no por flaqueza de sus convicciones. Es que cuando de resultados se trata, el sistema no negocia. El entrenador rosarino vive hoy sus peores momentos al frente del Athletic Bilbao. El equipo completó uno de los peores arranques de la historia de la Liga. A los rumores sobre un cortocircuito entrenador-dirigencia se suma la versión del descontento generalizado de los futbolistas. El aire cargado se percibe en sus últimas conferencias de prensa, devenidas a cuestiones que se salen del eje deportivo tal como lo advirtió el propio Bielsa; que empieza a quemarse por las brasas de un ecosistema al que prefiere rehusar.

El Loco ya  renunció a su cargo de entrenador. Fue en julio de este año después del conflictivo episodio con el jefe de obra del campo de entrenamiento del club. Su abrupta decisión, rectificada al siguiente día, produjo un bache en la relación con los dirigentes. Enseguida de aquel episodio expuso mediante los micrófonos las causas de su enojo. Acusaba a los empleados de haber hecho mal y a destiempo su trabajo. Aquel contratiempo, creía Bielsa, entorpecía el tramo inicial de la pretemporada del equipo. La dirigencia, lejos de apoyarlo, emitió un comunicado desligándose del conflicto y desautorizando su palabra.

En los últimos días, los alejamientos de Fernando Llorente y Javi Martínez volvieron a sacudir el vínculo con las autoridades. Cierto sector del periodismo había instalado que la decisión de los futbolistas de emigrar se debía a una mala relación con el rosarino. También dijeron que al apartarlos del grupo, el entrenador obraba en nombre de la dirigencia, cuya supuesta intención era presionarlos para que extendieran sus vínculos con el club vasco – hasta ese entonces no habían firmado con otros equipos-. La mentira y el manoseo son profanaciones al manifiesto bielsista. El ex Newells dio la cara en conferencia de prensa y rumbeó su discurso en torno a este asunto. Contó que tanto Llorente como Martínez le habían asegurado que sus intenciones de cambiar de aire no estaban influenciadas por su continuidad al frente del equipo. Y les pasó cuentas a los dirigentes por no haber salido a desmentir, del mismo modo que lo hicieron cuando el conflicto por las obras, las presuntas presiones del presidente Josu Urrutia para marginar al delantero y el defensor.

Su postura sobre las ausencias le valió el recelo de algunos hinchas. El técnico, si bien admite que el club pierde a dos jugadores “superlativos”, considera que en el plantel existe material para reemplazarlo. La venta de Martínez al Bayern Münich le reportó al Bilbao un ingreso de 40 millones de euros. La gran pregunta, ¿qué hacer con el dinero?, divide las aguas entre los que como Bielsa piensan que no hacen falta refuerzos y los que insisten con las contrataciones.
El contexto actual era impensado tres meses atrás. El Athletic llegaba por segunda vez en la historia a la final de un certamen continental y disputaba la Copa del Rey mano a mano con el Barcelona del saliente Pep Guardiola. Aquellas dos derrotas (ambas por 3 a 0) tuvieron el efecto lapidario de una desilusión, cuyas esquirlas castigan con dureza en el arranque de la actual temporada. Por Liga, dos partidos y dos derrotas. La primera, 3-5 frente al Betis en San Mamés. El lunes, un aplastante 4 a 0 contra el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón. Nueve goles en contra y tres a favor. Una performance que no se repetía desde hacía 59 años. Los últimos seis equipos que no sumaron en las dos primeras fechas, descendieron a segunda. Pero tras la alerta por los resultados se esconden las causas de tan bajo rendimiento. ¿Por qué se desangra el equipo de Marcelo Bielsa? Hay quienes insisten en los resquemores de algunos futbolistas que no se sentirían cómodos con el argentino. Son los mismos que aseguran que habrá más fugas como las de Llorente y Javi. Quienes restringen la respuesta al plano puramente futbolístico le critican al entrenador la falta de criterio para rearmar la defensa, el punto más sensible de un equipo que tampoco consigue revalidar sus virtudes en el mediocampo.   

El sistema resultadista penetra hasta en quienes más hacen para no dejarse arrastrar. A Bielsa se lo nota incómodo, como quien ve acercarse un paredón pero no logra dar con el volante para evitar el choque. Ese Bielsa sanamente obsesivo por todo aquello que sirva para consolidar una idea es este mismo que anda a los gritos en las conferencias de prensa, asumiendo responsabilidades, dando explicaciones constantemente, acusando a periodistas por falta de honestidad, lanzando dardos silenciosos a la dirigencia y justificando decisiones tácticas como antes no ocurría. “Mi misión es desenmascarar a quien se maquilla para preguntar”, lo increpó a un periodista que le había preguntado por las no convocatorias de Llorente y Martínez para el partido ante el Atlético de Madrid. La escena describe el momento. ¿Podrá soportar la tensión? ¿Podrá resistir la turbulencia y rumbear la nave hacia sendas despejadas? Con Bielsa nunca se sabe. Su capacidad de resistencia se mide diferente a la tolerancia general. La reglas de su juego interno raramente preanuncian el estallido. ¿Cómo aventurar con un entrenador que después de una caída 4 a 0 admite que la diferencia debió haber sido mayor?

EL COMENTARIO
Diario Deia de Bilbao
 “El equipo, en 180 minutos, sólo ha ofrecido una versión reconocible de sí mismo durante algo más de media hora, período en el cual perdía por tres goles en campo propio. El Athletic ha empezado mal y el técnico necesita acertar, más temprano que tarde, para templar esos nervios que sus jugadores están consiguiendo trasladar a los aficionados”.