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Mark Webber: el número 2 existe

El australiano, lejos de sentirse eclipsado por el bicampeón Sebastian Vettel, ganó este año en Mónaco y Silverstone y viene bien perfilado camino al título. Amante de la adrenalina, el aire puro y, por supuesto, la velocidad, va por más y sueña, a punto de cumplir los 36 años, con dar un salto de canguro consagratorio.

Por Redacción EG ·

18 de agosto de 2012
Nota publicada en la edición de agosto del 2012 de El Gráfico 

 
Imagen ALTURA. Con su metro 84, el australiano Mark Webber es uno de los pilotos más altos en la actual grilla de F1.
ALTURA. Con su metro 84, el australiano Mark Webber es uno de los pilotos más altos en la actual grilla de F1.
Salvo el eterno Michael Schumacher y el catalán Pedro de la Rosa, nadie más supera en edad a Mark Webber, que el 27 de agosto próximo cumplirá los 36. Jóvenes 36 años, porque lejos parece estar aún del retiro, ya que el Red Bull Racing volvió a confiar en él al renovarle el contrato para el 2013, con dos motivos a la vista: primero, por sus cualidades dentro y fuera de la pista, más allá de alguno que otro cortocircuito suscitado en sus seis temporadas en la escudería (sobre todo por la convivencia como 1 y 2 con Sebastian Vettel), y segundo, para desestimar el insistente rumor en el ambiente del Gran Circo que lo señalaba como futuro reemplazante de Felipe Massa en Ferrari.

La llamativa historia de este australiano que con su 1,84 se escapa de la estatura promedio de los pilotos y nunca tuvo problemas de perder la línea en su físico, debido a que lo moviliza un espíritu inquieto que lo lleva a practicar en cuanta oportunidad se le presenta: desde mountain-bike, kayak o trekking hasta tenis y fitness. Entre tanta acción, alguna vez las lesiones le jugaron una mala pasada, con el inevitable dolor de cabeza de los responsables de equipo que no podían entender que él se arriesgara a perder su butaca de F-1 porque en noviembre de 2008 fue atropellado por un auto cuando formaba parte con su bicicleta, de una carrera del Webber Challenge en Tasmania, donde competía simplemente por orgullo personal.

Tan grave resultó aquel accidente que tuvieron que intervenirlo quirúrgicamente. Y en el 2010 se supo que corrió los cuatro últimos grandes premios de la temporada con la llamada fractura del esquiador en el hombro derecho, porque en una excursión con un amigo se cayó de su bicicleta. En el momento de producirse esa lesión, el australiano se encontraba como líder del campeonato, con una ventaja de 11 puntos sobre Alonso y de 21 respecto a Vettel, a la postre el campeón. Salvo su fisioterapeuta, nadie del equipo se enteró de que él calmaba el intenso dolor con inyecciones.

Proveniente de la Australia que en la F-1 tuvo como abanderados al legendario Jack Brabham, único corredor en la historia que llegó a campeón con un auto de su propia construcción, allá por 1966 en la tercera y última de sus consagraciones; y Alan Jones, el compañero-rival de Carlos Alberto Reutemann, recordado por su título con Williams en 1980 y por aquel desenlace en la lluviosa competencia de Brasil al año siguiente cuando, pese al cartel del equipo que indicaba “JONE-REUT” la desobediencia del Lole lo llevó a la victoria; pero también a un distanciamiento con Frank Williams, que jamás tuvo vuelta atrás.
Y en esa Australia, Webber se inició como la mayoría de los pilotos: en los kartings. Gracias a sus aptitudes saltó a la Fórmula Ford y justo en un festival de carácter internacional convocado por la categoría, alcanzó un tercer puesto que tuvo como premio ser invitado a participar en la Fórmula Ford Británica. Así abandonó Oceanía para radicarse en Inglaterra; y su ascendente campaña lo vio destacarse en Fórmula Ford Europea, Fórmula 3, FIA GT Series y de la mano de Mercedes llegó a Las 24 Horas de Le Mans. Allí se produjo un quiebre en su crecimiento deportivo, ya que sufre en las jornadas del jueves y sábado, precisamente en la misma ubicación de la pista, dos accidentes de los cuales logra salir ileso, aunque el auto quedó destrozado.

Aquellos accidentes bien podrían haber interrumpido su campaña, pero la aparición en su camino de Eddie Jordan y Paul Stoddart lo llevan a la Fórmula 3000, con el equipo Eurobet Arrows. A mediados del 2000, Benetton le ofrece hacer unas pruebas arriba de un F-1 en el circuito de Estoril y, para sorpresa de todos, registra mejores tiempos que pilotos más experimentados como Ralf Schumacher y Giancarlo Fisichella. Y aquel soberbio rendimiento le posibilitó a Webber ser convocado en el 2001 como tester de Benetton-Renault en la F-1, mientras seguía en la Fórmula 3000 en la estructura del Super Nova Racing.

Imagen CONFIABLE se muestra el RB-8, que Webber conoce a la perfección. Esta es su sexta temporada en el equipo Red Bull Racing.
CONFIABLE se muestra el RB-8, que Webber conoce a la perfección. Esta es su sexta temporada en el equipo Red Bull Racing.
 Su ansiado bautismo en la máxima se produjo en el 2002, cuando Minardi lo incorporó como piloto titular. El destino le sonrió en su promisorio debut, porque justamente en Australia se clasificó quinto, cosechando los primeros puntos que sumaba su equipo en cuatro años de participación. El halago de ser considerado Rookie del año le permitió a la temporada siguiente pasarse al Jaguar-Cosworth, con quien alcanzó el décimo lugar en la clasificación final, sumando 17 de los 18 puntos logrados. Continuó un año más en Jaguar y en el 2005 cambió por Williams-BMW y en el 2007 comenzó la historia con Red Bull Renault.

Dos temporadas estuvo en la escudería de la bebida energizante, alternando buenas y malas para afianzarse por completo en el 2009, temporada en la que su talento empezó a reflejarse en los resultados, con ocho podios y dos victorias, la primera de ellas en el desafiante Nürburgring, con pole incluida en su carrera N° 130 en la máxima. Era la confirmación de que podía ganar y se convertía en el tercer australiano vencedor en la F-1, detrás de los reconocidos Brabham y Jones, quien había ganado por última vez 28 años antes en Las Vegas. Y antes de cerrar el año, se anotó otro triunfo en el Interlagos brasileño, y fue segundo en Abu Dhabi.

Por encima de los 30 años, Webber había logrado la madurez necesaria para competir de igual a igual con las jóvenes estrellas como Vettel, Alonso o Hamilton. Con mucha más confianza, el australiano fue por más en 2010; y cuando su auto estaba a punto, consiguió dos victorias consecutivas en España y Mónaco, con tres poles seguidas, ya que se extendió también a Turquía. Allí fue donde estalló la crisis en Red Bull, cuando el toque con Vettel derivó en el abandono del alemán y el camino libre para el 1-2 de los McLaren de Hamilton y Button.

De allí en más, la balanza de preferencias dentro del equipo siempre se inclinó a favor del alemán y su bicampeonato eclipsó los sendos terceros puestos de Webber en la clasificación general en 2010 y 2011. Incluso en la última temporada sumó tres poles y siete vueltas rápidas, pero su único triunfo en Brasil lo dejó muy disminuido frente al avasallante rendimiento de Vettel, con 11 victorias.

 
Imagen CADA PRUEBA, por más exótica que parezca, es bienvenida por el arriesgado Webber.
CADA PRUEBA, por más exótica que parezca, es bienvenida por el arriesgado Webber.
 Y este año, con sus éxitos en Mónaco y Silverstone, Webber está bien perfilado para dar batalla por el título, con el príncipe asturiano Alonso y su compañero Vettel como máximos adversarios. Su salto de canguro en los festejos han dado la vuelta al mundo y si bien no trasluce un talento supremo, se resalta su coraje, entereza y, muy especialmente, perseverancia para seguir adelante en un mundo tan competitivo y muchas veces ingrato como la F-1, donde el respaldo al piloto suele ser tan importante como sus habilidades mismas.

Ya lleva varios años junto a su pareja Ann Neal, con quien se da la particularidad de que además de vivir un romance, ella también se encarga de ser su representante comercial. Sin hijos por el momento, él no duda en completar el cuadro familiar con sus perros Simba y Sombras. Webber nació en Queanbeyan, Nueva Gales del Sur, en Australia, pero está radicado en Buckinghamshire, Inglaterra. A pesar de llevar largo tiempo en el exterior, jamás perdió su identificación australiana y mantiene intactos los lazos con su país, por eso no extraña su fanatismo por el rugby de los Wallabies, la música de INXS y la devoción por la campeona olímpica de triatlón Emma Snowsill.

De chico fue alcanzapelotas del equipo de rugby Canberra Raiders y ya en Inglaterra, se acercó al fútbol al convertirse en hincha del Sunderland, uno de las más modestos integrantes de la Premier League. Por su amor al ciclismo se entiende que tenga por ídolo a Lance Armstrong, pero llama la atención que lo haya cautivado tanto la figura de Cassius Clay (Muhammad Alí) sin ser un ferviente seguidor del boxeo. La razón, al parecer, surge de su placer por la lectura de biografías de leyendas deportivas y cuando la de Alí llegó a sus manos quedó cautivado por semejante vida, arriba y abajo del ring.

Llamativamente, a la hora de expresar su idolatría por pilotos de F-1 se queda con los múltiples campeones Alain Prost y Michael Schumacher, sin mencionar a sus compatriotas Brabham o Jones por una cuestión de edad. De ellos solo tiene referencias por lo que le contaron ya que, al haber nacido en 1976, él era muy chico en el apogeo de Jones. Aunque vale aclarar que cada vez que se lo encuentra en algún circuito acepta de buen modo los consejos del excampeón de 1980, que ahora pinta canas a los 65 años.

Uno de sus más grandes orgullos fue haber puesto en acción el Mark Webber Challenge, que es una convocatoria anual de carácter benéfico. Siempre solidario, él está atento a las necesidades de las fundaciones, como la de la ciclista australiana Amy Gillett, que fue atropellada en la ruta en 2005 mientras cumplía con su rutina de entrenamiento.

 
Imagen DUCTIL. En su undécima temporada en la máxima, el australiano se adaptó con suma destreza a los cambios tecnológicos.
DUCTIL. En su undécima temporada en la máxima, el australiano se adaptó con suma destreza a los cambios tecnológicos.
 Agradecido por formar parte del Gran Circo, resalta el compartir el tiempo con especialistas de una sabiduría increíble sobre el mundo motor, aunque reconoce que los viajes permanentes son un contrapeso difícil de sobrellevar. Como momentos más complicados en su campaña deportiva encuentra los accidentes de 1999 en Las 24 Horas de Le Mans y la embestida de un auto que sufrió en la Webber Challenge de 2008, que lo llevó a una sala de operaciones para salvar la pierna sin saber si volvería a correr.

En cambio, en su campaña se dibujan muchas sonrisas con una escalada de buenos momentos en las categorías preliminares a la F-1. Y ya en la máxima también se destacan el debut en Minardi y cada uno de los 9 triunfos y 32 podios. Webber no suele ocultar su felicidad cuando las cosas le salen bien y la exterioriza para beneplácito de los fotógrafos, con una zambullida a una piscina en Mónaco o pegando saltos impresionantes, bien a lo canguro.

Webber vive con intensidad su condición de piloto, pero no todo en él se reduce a desafiar cronómetros. Sueña con trepar el Everest y aspirar el aire puro en el paisaje más hermoso que tenga frente a sus ojos.
Así se revela entonces este pintoresco piloto, que se ha caracterizado más por aprovechar las remontadas, que por realizar oportunas largadas. El mes último, en el Gran Premio de Gran Bretaña (su segundo triunfo en Silverstone en tres años), aprovechó esa paciencia y tenacidad para doblegar a cuatro vueltas del final a un Alonso que ya parecía ganador. Pero el australiano no se entrega y cuando el auto le responde, se transforma en un rival de sumo cuidado. Como en el 2010, otra vez vuelve a ser candidato al título, por eso habrá que ver que tanto logra aprovechar esa condición en la segunda mitad de la temporada.

Por Walter Nápoli