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Pablo Zabaleta: "Leo tiene la suficiente personalidad para ser el gran capitán de la Selección"

Lejos de la amistad que los une, Pablo se refiere a Messi y cuenta cuestiones interesantes sobre el crack. El juego del seleccionado. Su admiración por Zanetti. La herencia no ganadora de Argentina. Su presente dorado en el City. Su faceta personal y una reflexión: “El entorno del fútbol te quema la cabeza”.

Por Redacción EG ·

14 de agosto de 2012
Nota publicada en la edición de agosto del 2012 de El Gráfico 

Imagen DUEÑO DEL lateral derecho argentino a los 27 años, una edad de plenitud para un futbolista de elite.
DUEÑO DEL lateral derecho argentino a los 27 años, una edad de plenitud para un futbolista de elite.
LATERAL DE corte y confección, de un ida y vuelta interesante, en la cancha y en su vida privada. Pablo Zabaleta comprende de qué se trata ir y venir. De chico, realizaba el tramo que comprende de Arrecifes, ciudad en la que se crió, a Capital Federal, donde se entrenaba en las Inferiores de San Lorenzo. De grande, lleva a cabo otro camino en un continente distinto. La referencia no parte de lo que aplica por el costado derecho de la cancha en el City, sino que apunta a la distancia que existe entre Manchester y Barcelona; un recorrido que ilustra la ruta del amor al lado de su pareja, Christel, la catalana que le robó el corazón. “Nos conocimos cuando yo jugaba en Espanyol. Ella está con su familia y tenemos casa en Barcelona. En los tiempos libres o en estos momentos que estoy de pretemporada, ella se queda acá. Yo vuelvo a Manchester para establecerme cuando arranca la Premier. De lo contrario, voy y vengo”, explica el futbolista. En consecuencia, el argumento de por qué conversa desde la mencionada ciudad española encuentra razón. Si bien no denota encasillarse con frases de cabecera, regala una sin desperdicio en la previa al -justamente- ida y vuelta futbolero. “Uno va madurando y la misma fortaleza te guía hacia tu propio destino. Cuando uno arranca en su profesión, el sacrificio, la entrega y el afán de querer superarse están y te llevan a conseguir cosas importantes”, dice. Interesante.

-¿Dónde te sentís más cómodo: de tres, de cuatro o de ocho?
-En San Lorenzo, empecé como volante y terminé como lateral, siempre por derecha. En España, alterné en las dos posiciones y, como agregado a mi juego, me paré de tres. Y en el City, igual. No tengo problema para adaptarme. La polifuncionalidad es útil. Hoy llevo más tiempo jugando de lateral por derecha y quizá sea la posición en la que más confianza me tengo.

-No hay tantas chances de rotar en el seleccionado, ¿no?
-El lugar donde más se probó fue en la defensa, durante este último tiempo. Se buscaron alternativas y nos falta una consolidación mayor a la que podamos tener de mitad de la cancha hacia adelante. Normalmente jugué de cuatro, puesto en el que Alejandro Sabella me tiene más en cuenta.

-¿Te considerás el cuatro de la Selección?
-No, para nada. Mi etapa se empezó a consolidar hace poco, con Sabella como entrenador. Estuve convocado en ciclos anteriores, pero no jugué muchos partidos. La Selección es exigente y tiene una historia muy grande, donde se requiere responsabilidad.

-¿Cuál es la identidad del equipo?
-Pasa por nuestra capacidad individual. El mayor potencial está arriba. Ahí contamos con muchas variantes de jerarquía. Si tomamos los últimos partidos, el juego colectivo es lo que todavía buscamos. Queremos ser un bloque sólido y defender bien. Si los atacantes crean cuatro o cinco situaciones de gol, se convierten dos o tres. Por eso, debemos lograr ser un buen bloque defensivo cuando no tenemos la pelota.

-¿Cómo están de mitad de cancha para atrás en el retroceso, ya sea bien plantados o rearmándose en pleno contragolpe?
-Siempre buscamos sabiendo de nuestra capacidad ofensiva. Cuando perdemos la pelota, no nos pueden sorprender. Quizá ese sería el mayor error. Si todos queremos atacar o hacer goles y nos volvemos locos, tendremos problemas al entregarla mal. Si debemos realizar marca hombre a hombre -los dos centrales con los dos delanteros rivales, los dos laterales con los dos que vengan por afuera, uno de los dos cinco presiona al volante central de ellos-, si los dos laterales no podemos pasar al ataque, porque la prioridad es estar bien parados para que no nos sorprendan cuando la perdemos, lo haremos. Si podemos darle una solidez defensiva al equipo, creceremos mucho.

-Qué bravos son los pelotazos a las espaldas de los laterales, y más cuando debés retornar rápido por una pérdida. Porque también sos un ser humano para volver.
-Es así. Si un lateral tiene la ayuda de un cinco o del volante que se le para adelante, es muy bueno porque genera una cierta seguridad. Vos sabés que si el atacante se te va para un costado o para adentro, habrá un compañero que lo cubra. Sin embargo, no les podemos pedir a los delanteros que ataquen y vuelen a defender, debido a que no tendrían oxigeno para atacar después. Si los del fondo debemos tomar más riesgos y jugar mano a mano, adelante. Si llega la ayuda de un volante externo, mejor. Pero siempre intentamos que los cuatro defensores y los dos volantes centrales estén bien parados para no recibir ninguna sorpresa.

Imagen VUELTA A la calma, tras el exigente entrenamiento con la Selección.
VUELTA A la calma, tras el exigente entrenamiento con la Selección.
 LA SELECCION. Se lee en negrita de nuevo en la continuidad del trayecto del cuestionario. Se planteó hace tiempo en el debate mediático cómo debía desarrollarse el diagrama táctico argentino y quiénes tendrían que ser sus intérpretes, a partir de una premisa: ¿el equipo debe girar alrededor de Lionel Messi? Pablo responde sin dejar entrever su enorme relación con el crack. “Leo es el número uno, el que te hace la diferencia. Tenerlo te simplifica las cosas y nos da seguridad, porque resuelve jugadas increíbles. Pero no todo debe pasar por él; sería un error pretender que él haga todo. Ahora, también hay otros jugadores importantes arriba que te pueden definir un partido. Y siempre querés rodear a los buenos jugadores con otros de categoría, para que todos ayuden al grupo -cuenta-. Leo se sintió cómodo y logró asociarse con los de arriba en los últimos partidos, ante Ecuador y Brasil. Cualquier equipo desea utilizar bien a su as de espadas. Tenemos que aprovecharlo al máximo”.

-¿Qué visualizás, de cara al Mundial de Brasil 2014: hay material para armar a un campeón del mundo?
-Seguro que sí. Debemos saber también que hay otros seleccionados que tienen un presente muy bueno y que pueden ser mejores. Uno trabaja con ese deseo y con la ilusión de llegar a un campeonato y dar el máximo para ganarlo. Pero puede haber otro equipo que te supere.

-Argentina no gana un título en mayores desde la Copa América 1993. ¿Te corresponde cargarte con esa herencia?
-No es cargarse. Somos responsables y entendemos que la Selección tiene grandes jugadores. El anhelo de ganar cosas importantes está, y más con lo competitivos que somos los argentinos. Siempre queremos triunfar. Pero la mochila se hace cada vez más pesada con el transcurso del tiempo. Esto es cuestión de trabajo. Los logros llegarán.

-Los argentinos no toleramos un resultado posible: perder, por la frustración que genera. ¿Coincidís?
-Totalmente. Muchas personas crecen a través de los fracasos. En el fútbol, hay otras selecciones que trabajan bien hace años, bajo una idea y buenos conceptos. Entonces, todo ese trabajo que se realiza desde abajo se refleja en la mayor. Así consiguen una buena y competitiva generación de futbolistas que los llevan a obtener títulos.

-Al margen del seleccionado, ¿el entorno del fútbol te quema la cabeza?
-Sí, el entorno del fútbol te quema la cabeza. Te desgasta aquello que envuelve al fútbol a medida que pasan los años. Hay circunstancias que provocan este desgaste. Al final, uno trata de estar metido en lo que le interesa; que es trabajar, hacer las cosas bien para el equipo y mantenerse en un buen nivel.

-¿Qué es lo que más le molesta al jugador en ese contexto?
-Quizás presiones o intereses de un montón de cosas, partiendo desde problemas que uno puede tener con los representantes, la familia, hinchas, la prensa. Siempre hay cuestiones del entorno en cualquier aspecto de la vida que te afectan en tu trabajo. El fútbol es un deporte en el que los protagonistas se transforman en personajes públicos y eso te lleva a tener que aguantar muchas más cosas que otra persona.

LIONEL MESSI, su amigo entrañable más que el mejor del mundo en esta época. Pegaron buena onda en el seleccionado Sub 20, donde obtuvieron el Mundial de Holanda 2005, y terminaron de sellar una amistad de acero cuando ambos defendían colores catalanes: Pablo, los de Espanyol; y Leo, los de Barcelona.
-Compartimos mucho. Yo siempre viví en Barcelona; y él, a 30 kilómetros de la ciudad, en la montaña, arriba de todo. Una vez salimos de un boliche y él se durmió en el auto, mientras lo llevaba. Supuse que iba para su casa. Bárbaro. Cuando llegamos, después de una hora de viaje, me dice que debía ir para la casa de su hermano, que estaba a 15 minutos de la mía. Lo quería matar (risas). Al final, lo dejé en el destino correcto. Pero hay más. Nos juntábamos seguido a comer asado. Al principio, lo cargaba porque no sabía dónde estaban los platos, los cubiertos y los chocolates en su propia casa (más risas). Fueron unos lindos años.

-Mientras jugabas en Espanyol, ibas a verlo junto a Martín Posse al Camp Nou. Después del partido o en esas comidas, ¿había alguna crítica constructiva para Leo?
-¡No! Nunca. De todas maneras, le decía que se quedara un poquito tranquilo cuando jugaba con él, para que no empezara a correr para todos lados. Se fastidia con él mismo a veces. Quizás no le sale algo en un partido y se enoja, como todo el mundo. Eso es normal. Leo no es una persona de carácter difícil o fastidioso en su vida; al contrario.

-Hoy, viéndolo adentro de la cancha, ¿sentís lo mismo que en aquel Sub 20 cuando agarraba la pelota?
-Sí, idéntica sensación. El la dominaba y sabías que algo diferente haría. No cambió nada.

-¿Intuías que construiría semejante carrera en ese entonces?
-Difícil imaginarlo. Todo lo que consiguió es increíble. Sí se veía que era un chico que se convertiría en un crack cuando empezara a jugar. Ya se observaba que triunfaría desde aquel Sub 20. Pero todo lo que ganó en tan poco tiempo, más lo que le queda por ganar, cuesta imaginarlo. Pero lo tiene bien merecido.

-Dada tu experiencia como capitán en los seleccionados juveniles, ¿no le aconsejaste sobre cómo llevar la cinta en la mayor?
-Nunca. Leo tiene la suficiente personalidad para ser el gran capitán de la Selección. Maduró muchísimo respecto a siete años atrás, cuando lo conocí en la Sub 20. Todas las cosas que vivió lo hicieron un chico más fuerte. Además, sigue siendo el mismo desde lo humano. Eso, incluso, lo hace más grande.

A Pablo le costó insertarse en el circuito del seleccionado mayor. Javier Zanetti, sin querer queriendo, le clausuró el andarivel derecho de la defensa. Sin embargo, Zabaleta supo recoger el legado de Pupi, incluso, tras haber compartido plantel con él. “Siempre lo admiré muchísimo. Lo tomé como una referencia en mi puesto. Desde el primer contacto que tuve con él, en el Mundial de Corea-Japón 2002, al que fui como sparring, hubo buena relación -afirma-. Me acuerdo de que le pedí una camiseta suya de ese Mundial y me la regaló. Fue un gesto enorme, el mejor recuerdo que guardo de él. Es una persona predispuesta al diálogo y al trabajo”.

-¿Qué conversaban en cuanto a los conceptos de juego? ¿Te guió en ese sentido?
-El momento en el que más hablábamos de ese tema fue en la Copa América del año pasado, donde él jugaba de lateral por izquierda y yo, por derecha. Y charlábamos acerca de cómo cumplir nuestras funciones; entendíamos que si uno pasaba al ataque, el otro debía cerrar; y otras cosas respecto a eso.

Imagen AL PISO. Zabaleta así también juega. Wayne Rooney lo sufre en el clásico de Manchester: City vs United.
AL PISO. Zabaleta así también juega. Wayne Rooney lo sufre en el clásico de Manchester: City vs United.
 CAMPEON DE la Premier League. Zabaleta acreditó su cuarto título en clubes a sus 27 años. Tomen nota: Copa Sudamericana 2002 (con San Lorenzo), Copa del Rey 2006 (con Espanyol) y FA Cup 2011, más la mencionada Premier 2012 (con Manchester City). “Si tuviera que elegir un torneo que gané, el título de la Premier es el que más disfruté. El campeonato es una especie de maratón de 38 partidos en la temporada, donde se valora lo bueno que hiciste durante el año. El mismo día no caíamos en lo importante que había sido. Conseguir una Premier es especial, único -revela-. Afrontaremos cuatro competencias en esta campaña. Pretendemos realizar otra vez lo mejor que hicimos en la temporada pasada y retener el título”.
Jugador de rol por excelencia, capaz de llevar a cabo el trabajo sucio -léase sacrificarse para que se luzca otro compañero-, describe cómo lo catalogan en suelo británico: “No me siento una estrella del City, ni tampoco quiero salir en todos los diarios, porque no es mi estilo. No soy un jugador que gane o cambie un partido sólo, como sí lo pueden hacer otros cracks del equipo. Los grandes conjuntos tienen cinco o seis cracks que son la columna. El resto, rota. Pienso que soy un jugador importante, con una buena consideración. De hecho, fui capitán mientras Kompany estuvo lesionado”.

-El City te fichó en 2008. ¿Era más complicado jugar en ese entonces, cuando había menos inversión de dinero en el club?
-No, no. Reconozco que no estábamos a la altura de los grandes de Inglaterra. Pero se empezaba a formar un lindo equipo con las contrataciones de Kompany, Robinho, Elano, Wright Phillips y yo. Hoy el plantel es totalmente distinto. Aspiramos a conseguir otro título. Pero hace cuatro años no pensábamos igual.

-¿Carlos Tevez y Sergio Agüero qué aportan?
-Carlos le dio mucho al club desde que llegó. Fue el referente durante los primeros dos años, se ponía el equipo al hombro. Si bien este año fue particular para él, su presencia en el último tramo resultó importante. Y el Kun, lo mismo. Rindió muy bien en su primer año acá, marcó un montón de goles y tuvo frialdad para definir y ganar la Premier. Me enorgullece compartir el plantel con ellos.

-¿A Tevez lo ves renovado en sus ganas para volver a la Selección, si es convocado?
-Siempre después de un parate, uno tiene tiempo para replantearse diferentes cosas, cargar pilas y encarar la temporada de una manera diferente. El está trabajando muy bien durante la pretemporada. Lo veo con ganas.

PABLO ES el mismo que cuando todavía no era Pablo Zabaleta. Conserva a sus amigos de Arrecifes, no varió su gusto por la lectura -elige libros en los que se cuenten vivencias concretas relacionadas con el deporte, sea desde un enfoque deportivo o psicológico-, y mantiene el cariño de siempre por Soldaditos, banda de rock que derivó de La Tuerca -en honor al costado fierrero de Arrecifes-, grupo donde el propio Pablo oficiaba de guitarrista. “La banda se formó entre amigos para ir a los Bonaerenses en Mar del Plata. Uno hacía lo imposible para irse una semana a Mar del Plata en ese momento. Nos anotamos en fútbol con Obras Sanitarias de Arrecifes dos o tres años; y con La Tuerca en Cultura, en una oportunidad. No clasificamos a los Bonaerenses en San Nicolás, tras superar a otros grupos. En Mar del Plata, no pudimos ganar, pero nos divertimos un montón -asegura-. No agarro la guitarra hace rato. Me compré una linda Fender y todavía la tengo en casa. Como ya dejé de tocar, solo me acuerdo de algunos acordes. Pero me falta para sumarme con la banda”.

Cabezón, como buen vasco, muere con la suya. “Suelo ser un poco porfiado en algunas cosas”, resume. Temeroso a la muerte porque “Es lo único que no se puede prever”, según sus palabras, lleva con orgullo su tatuaje, una especie de marca de vida que porta en su pecho, a la altura del corazón. “Es la cara de mi mamá (Laura). Me lo hice el año posterior a su fallecimiento, en 2000, para tenerla presente de alguna manera. Como toda mamá, fue un pilar importante para mí. Ella me llevaba de Arrecifes al entrenamiento de San Lorenzo, por ejemplo, hasta que me pusieron en la pensión -confiesa-. Estoy orgulloso del sacrificio que hicieron mis padres”.

Aún repasa con ganas aquellos viajes en colectivo, tras jugar en las Inferiores del Ciclón, para ir en busca de sus afectos en su pago. Es estrictamente una copia calcada de aquel pibe que tenía un buen revés a una mano al jugar al tenis. No cambió, ni por ser el lateral derecho de la Selección, ni por triunfar en la Premier inglesa, ni por haber cruzado la frontera del anonimato. Sigue en su palmera y acuña viajes de ida y vuelta, fiel a su filosofía y por obra del destino.

Imagen EL PODIO del oro olímpico en el 2008; Zabaleta es el primer sentado de la izquierda.
EL PODIO del oro olímpico en el 2008; Zabaleta es el primer sentado de la izquierda.
 UNA VIDA LIGADA A LA SELECCION
Conoce e predio de la AFA en Ezeiza a la perfección. Así como se sumergió en las mieles de la cantera de San Lorenzo a los 12 años, ingresó en el circuito juvenil de la Selección dos años después para la Sub 15. A partir de ahí, subió los diversos escalones (Sub 17, Sub 20 y Sub 23 -en los Juegos Olímpicos-) hasta llegar a la mayor. “La adaptación a la mayor nunca es fácil, por más que conozcas el ambiente desde pibe. La Selección se rige por momentos, donde hay poca disponibilidad de tiempo de trabajo y encima todo ese trabajo, de cara a un partido se simplifica en cuatro o cinco días previos al encuentro. Por eso, la preparación para un compromiso del seleccionado es más exigente que otro que se juegue con el club”, asevera.

Su perfil de líder lo llevó a ser el capitán de la Sub 20, cuando el equipo se consagró campeón del mundo en Holanda 2005. Pablo sumaba allí su segunda estrella con la Argentina. La primera había sido el Sudamericano 2003, también Sub 20. “Los títulos con la Sub 20 fueron lo mejor que me podía pasar en aquel momento. Pero los Juegos Olímpicos resultaron únicos (compitió en Beijing 2008). Para cualquier deportista, ganar una medalla dorada en los Juegos es impresionante”, admite. Pablo, ¿te acordás cuándo trabaste con la cabeza en esa Copa del Mundo de 2005? “Sí (risas). Fue en las semifinales, frente a Brasil. Me caí, la pelota estaba ahí, un defensor de ellos la quiso rechazar y justo trabé con la cabeza. Hubo un poco de instinto en ese momento. Antes de ese partido, en la charla, cuando me tocó hablar como capitán, dije que se me presentaba aquella oportunidad en mi último Mundial Sub 20 y no la quería dejar pasar. A mí me había tocado quedar afuera de las semifinales del Mundial anterior, en Emiratos Arabes 2003, justamente también ante Brasil. Por eso, había que dejar la vida en aquel encuentro y hacer lo imposible para ganar”.

Si bien Gabriel Rodríguez lo marcó como entrenador en las Inferiores de San Lorenzo, jamás pierde el registro de cómo José Pekerman y Hugo Tocalli incidieron en su vida. “Trabajaban muy bien en cuanto a la formación del futbolista juvenil. Ellos, junto a Rodríguez, me marcaron. La formación significó la etapa más importante de mi carrera, porque me dieron la posibilidad de armarme como persona y como jugador”, afirma.

Más allá de algún período de inestabilidad en el plantel de la mayor, Zabaleta es un abonado a la Selección desde chico. “El secreto es el trabajo en el club. Esa es la clave para conservar una cierta regularidad; lo más importante para que uno pueda ser convocado. Cada fin de semana afrontamos partidos importantes, finales digamos, que son exámenes en definitiva”, sentencia.

Por Darío Gurevich. Foto apertura: Alejandro Del Bosco