Las Entrevistas de El Gráfico

Héctor Bracamonte, en primera persona

Cordobés de Río Cuarto se exilió en Rusia hace nueve años. Se destacó en FC Moscú, donde metió un gol clave para salvarlo del descenso, y hasta fue jugador y asistente del técnico en Terek Groznyi. Anécdotas sabrosas de una carrera fuera de lo común.

Por Redacción EG ·

24 de julio de 2012
Nota publicada en la edición de julio de 2012 de El Gráfico 

Imagen CENTRODELANTERO de 34 años, desea volver a jugar en la Argentina.Por ahora está sin club.
CENTRODELANTERO de 34 años, desea volver a jugar en la Argentina.Por ahora está sin club.
 ENCONTRE LA tranquilidad en mi trabajo en Rusia, sumado al tiempo para hacer otras actividades que me apasionan. Disfruto con la familia y mis amigos. Me prendo en cualquier reunión y, en especial, puedo ir tocando la guitarra por ahí. Ahora, por ejemplo, formé un dúo con un italiano y hacemos canciones en ruso, italiano, español e inglés. Es totalmente bizarro, pero despunto el vicio.

NUNCA ESTUDIE ruso. Me gustan los idiomas, pero nunca estudié ninguno. Me bajé un curso por internet durante los primeros tres meses aquí y enseguida comencé a hablar sin pensar en nada. Necesitaba comunicarme, en especial en la cancha. Nadie hablaba en español ni en inglés en FC Moscú. Por eso, no tuve alternativa. Y me salvó en muchos aspectos, por el diálogo con los árbitros, los rivales, mis compañeros y la gente en la calle. Hablar en ruso significa respetarlos a ellos y hacerte respetar a vos.

¿COMO ES vivir en un país con secuelas de guerra? Existe una historia bélica importante en Rusia y ellos siempre muestran su poderío por las dudas. El tema no pesa tanto en las generaciones más jóvenes, pero el asunto cambia cuando conversás con alguien de 40 años en adelante. Ahí el dolor es latente y las opiniones, menos tolerantes. Todos tienen a un abuelo que fue a la guerra y que quizás no volvió. De hecho, la mayoría no regresó. Entonces, no son indiferentes; les quedan cicatrices. Por otro lado, ni hablemos de la zona del Cáucaso, donde la guerra es hoy.

JUGUE EN Terek Groznyi, equipo de la ciudad más segura y controlada del Cáucaso. Hay un militar armado cada 50 o 100 metros y paran a cada persona o vehículo al que consideran sospechoso. Entonces, se dificulta cometer un atentado allí, aunque los hay, lamentablemente. Sin embargo, la prensa -que es controlada por el gobierno- tal vez los niega. Nosotros nos entrenábamos y vivíamos en Kislovodsk, un pueblito chiquito pero pintoresco. Salíamos para Grozni cuando faltaban dos días para el partido. El viaje, de 400 kilómetros, era una verdadera tortura: camino pesado, con muchas montañas y camiones, además de rutas en mal estado.

GROZNI ES rara. Fue construida y reconstruida. La gente va armada por la calle de manera natural y es un poco loca en el buen sentido. Yo, igual, me sentí muy bien. Pero no podés vivir con la familia ahí, porque conservan un régimen musulmán ortodoxo. No venden alcohol, cigarrillos en pocos lugares, y las mujeres deben taparse el pelo y vestirse por debajo de las rodillas.

SOY UN tipo famoso en Rusia. Hice algunas fotos para Maxim, otras para una revista como si fuera Gente, y la que rompió los esquemas es la producción de 2007, cuando me eligieron el hombre de mayo de la Cosmopolitan. Ahí muestro la mitad de la retaguardia (risas). Eso fue una vergüenza rockera. Pero me divertí.

Imagen EN FK ROSTOV, su último equipo, que le adeuda seis meses de sueldo; la primera vez que le ocurre en Rusia.
EN FK ROSTOV, su último equipo, que le adeuda seis meses de sueldo; la primera vez que le ocurre en Rusia.
 NO ES como en la Argentina. Acá, en Rusia, podés ser reconocido, pero pasás a segundo plano. La gente te admira, pero son respetuosos, salvo en ocasiones etílicas (risas). El público me conoce por raro, en realidad: mis peinados, mi manera de jugar, toco la guitarra, hago chistes y alguna locura. Y eso les llama la atención, ya que los rusos son estructurados, hasta que se pasan de copas.

ANECDOTAS, HAY muchas. Recién llegados, nos subíamos a los colectivos, al metro, junto al Chavo Pinto y nos perdíamos. Pero siempre descubríamos algo nuevo. Después, pescamos con el Chavito y Pavlovich con 6º bajo cero. Fue de antología. Los peces hacían patinaje sobre hielo. Esa época de adaptación resultó entretenida, porque vivía una aventura al salir de casa.

NOS SALVAMOS del descenso en FC Moscú, cuando el club se llamaba Torpedo-Metallurg. Llegamos con el Chavo Pinto y el equipo estaba casi descendido. Solo faltaba saber quién bajaba con nosotros. Pero ganamos tres partidos seguidos con un poco de suerte; hasta hice goles. Sin embargo, descendíamos en la última fecha. Y a los 40 minutos del segundo tiempo nos cobraron un penal a favor y agarré la pelota. Mis compañeros no se me acercaban ni para el rebote (risas). Y le pegué como aprendí de Giunta: a lo Boca. Le reventé el arco y nos quedamos en la categoría. El equipo, igual, fue otro al año próximo y ya empezábamos a pelear por los primeros puestos.

RAMZAN KADYROV, qué personaje. Es el presidente del Terek, un tipo de 34 años que a los 28 era el más poderoso del Cáucaso; excéntrico y multimillonario. Tiene una residencia terrible, un zoológico propio -mejor que el de Moscú-, un montón de autos de lujo, hasta aviones, y una comitiva de 15 vehículos que lo siguen a todos lados. El conduce su auto a mucha velocidad y los demás se encargan de abrirle el camino, además de escoltarlo.

LA ANECDOTA más loca con Ramzán se produjo en mi llegada a Grozni. Al bajar del avión, me llevaron a conocerlo a su residencia. Hablamos de todo un poco, hasta me contó de su caballo, que lo había pagado una fortuna en Arabia. Después, me invitó a ver a la Reserva del equipo y fuimos a su garage. Era una concesionaria. Ahí agarró su Mercedes, yo me senté al lado de él y un muchacho de seguridad, atrás. El tipo arrancó como si fuera Schumacher; en el medio del camino sacó de su asiento un objeto dorado con piedras incrustadas: ¡era su metralleta! Y me la pasó. Yo, sin saber qué hacer, atiné a meter el dedo en el gatillo y sin querer lo estaba apuntando. El hombre de seguridad levantó la punta de la metralleta y me dijo: “Al presidente nadie lo apunta”. Ramzán empezó a reírse. “¿Esto funciona?”, le pregunté. Ramzán se rió más todavía y me mostró el cargador lleno de balas. “¡Estaba por dispararte; casi te mato!”, le grité después de tirar la metralleta al piso. “¿Quién me iba a pagar el sueldo?”, le repregunté. Y el tipo se reía. Si se me escapaba una bala, ni Rambo salía vivo de ese auto.

¿RUUD GULLIT como entrenador? No tengo un buen recuerdo de él. Me dirigió en Terek. Le gustaban los jugadores sin carácter y poco comprometidos. Entonces, manejaba al equipo pero no le ganaba a nadie. De todas maneras, algunos entrenamientos eran muy buenos porque incorporó el trabajo holandés e italiano. El sólo erraba los domingos. Además, su pensamiento liberal chocaba con los dirigentes del equipo y eso comprometía su metodología de trabajo. Igual, no es fácil dirigir ahí y tampoco fue el único al que le fue mal.

ASISTENTE DEL entrenador y jugador a la vez, eso fui en Terek. A Gullit lo echaron, faltaban tres fechas, y Ramzán me pidió que me sumara al cuerpo técnico. Entonces éramos el técnico, el entrenador de arqueros y yo. Cumplí esa función durante esos tres partidos. No me resultó cómodo ni era ético. El entrenador tiene otras responsabilidades y obligaciones que no son bienvenidas para los jugadores. Si bien casi ni me metía en el entrenamiento, daba mi opinión en temas tácticos. No inventamos nada: jugó el que debía. Si corrías y estabas predispuesto, servías. El equipo salió adelante con carácter.

Imagen TRAVESURAS en FC Moscú de Rusia.
TRAVESURAS en FC Moscú de Rusia.
 ME APRETARON por única vez en Los Andes, un club al que le tengo mucho cariño. Era pibe y jugábamos en la B Nacional. No nos fue bien en lo deportivo, los muchachos de la barra no estaban conformes con los resultados y se produjo una discusión que se nos escapó a todos de las manos. Se podría haber evitado. Sin embargo, me dejó shockeado. Nos acostumbramos en la Argentina, lastimosamente, a no hablar o a dejar pasar ciertas cuestiones por temor o por tomarlas como naturales.

MUSICO FRUSTRADO. Eso soy: un músico frustrado que tuvo que jugar al fútbol (risas). El fútbol me dio alegrías, es mi pasión. Pero al ser mi trabajo también las presiones generan que te escapes un poco. Y ahí me pongo a tocar la guitarra, porque la música amansa a las fieras.

¿EL QUINTO Stone? ¿Si me hubiera gustado serlo? Me hubiera conformado con ser plomo de los Rolling Stones (risas). Igual, quizás no me habrían aceptado en la banda, ¿no?

ME ESCAPE una vez de la concentración de Los Andes para ir a ver a La Renga, que tocaba en el estadio de Atlanta. Estuve ahí con la campera del equipo puesta al revés. Después, junto a Ariel Carreño y a nuestras mujeres, nos fuimos al recital de Los Piojos en el Luna Park. Salimos con las remeras de la banda transpiradísimas y en zapatillas. Terminamos cenando en el restaurante más coqueto de Puerto Madero. Hasta velitas tenían las mesas. Nosotros nos sentimos desubicados. Y por último, en otra oportunidad, salí escondido de la concentración para ir a ver a Bersuit. Pero esa no la puedo contar.

UN BAR con un escenario, donde fueran a tocar los grupos conocidos y aquellos que todavía están peleándola. Eso me encantaría tener en la Argentina. Me gusta toda la música; por eso sonaría rock, blues, tango, folclore. También habría talleres literarios, exposiciones; más que un bar sería un centro cultural expendedor de fernet.

NOS ECHARON de un restaurante. Era el cumpleaños de Fernanda, mi mujer, y los desubicados del lugar dejaron un micrófono en el escenario. De a poco, empezamos a subir. Primero, para hablar y luego para cantar. Y los chicos, Malevo Ferreyra, Chipi Barijho, Fernando Cavenaghi, Clemente Rodríguez, Cholo Guiñazú y Bastía también se animaron, al igual que los padres presentes. El primer premio, el hurón, se lo llevó el padre del Cholo, que se lo ganó al mío. Cantó canciones de la época de mi bisabuela. El hit fue El cachivache, la nena quiere andar en cachivache. Pero en Rusia, los restaurantes cierran a las 12, a la 1 de la mañana a más tardar. Terminaron echándonos a las 3 y nos pidieron que no regresáramos más.

UNA GUITARREADA salió más de una vez en el micro del equipo de turno en Rusia. Generalmente, se daba en las pretemporadas porque siempre llevaba la viola. Me gusta tocar y cantar para la gente, sea en viajes, cenas o asados.

NO GRABE ningún disco, pero sí una canción junto a Osqui Guzmán para una obra de teatro (Las pesadillas de mi vientre), y me encantó. Acá, en Rusia, un tipo hizo una canción y quería que yo la grabara. Fenómeno. Fui al estudio y, cuando la escuché, le dije: “Vuelvo la semana que viene”. Todavía me está esperando (risas). Era una balada pop con una letra onda David Bisbal. Salí corriendo.

Imagen BAJO el sello xeneize. "Bracagol, Bracagol" le cantaban en la Bombonera.
BAJO el sello xeneize. "Bracagol, Bracagol" le cantaban en la Bombonera.
 SENTI COSAS en Boca, que me cuesta explicar: el cantito de “Bracagol, Bracagol” -todavía hoy no me lo creo-, el triunfo 2-1 a River en su cancha, debutar junto a Caniggia, entrenarme con Maradona, y hasta el día que me dijeron: “El lunes te vas a Boca; te compraron”. Nunca me hubiera imaginado vivir todo eso.

AMO JUGAR al fútbol. Voy a hacerlo hasta que pueda. Quizás me verán jugar con 45 años en la Juve de Coronel Baigorria (risas). Qué sé yo… Hablando en serio, no quiero retirarme todavía. Creo que se dará solo. No lo voy a preparar porque, si no, te pasa como a Palermo y al Flaco Schiavi, que la fueron estirando. Yo moriré como la oveja: cuando no dé más lana, que me corten la cabeza.

ME GUSTA demasiado el fútbol como para alejarme. El día que se concrete mi retiro seguiré ligado a la actividad. Tengo varios proyectos en la mente. Uno, por supuesto, es ser entrenador. Pero todavía me quedan algunos añitos más adentro de la cancha. Me encantaría volver a jugar en la Argentina, y quiero regresar. Ya no puedo andar mudando a la familia, en especial por mis dos hijas, que son las que más lo sufren, porque no pueden arraigarse a ningún lugar.

EL FUTBOL me enseñó mucho, adentro y afuera de la cancha. Aprendí que hace falta mucho más que correr y patear bien para ganar un partido. Es fundamental el orden, el compromiso, el profesionalismo. Un equipo funciona cuando tu compañero es indispensable. Yo me fui de chico de mi casa y tuve que vivir solo. Ahí las cosas no salen a veces. Si tenés la valentía de aprender de tus errores, levantarse resulta más fácil.