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Cristian Campestrini y el título de Arsenal: "¿Dónde estaba escrito?"

El capitán lo pregunta con seriedad y buena onda. No solo tuvo asistencia perfecta durante el Clausura, sino que además le puso candado al arco del Viaducto. El análisis de un arquero que la remó siete años en el ascenso, que está hace cuatro en Arsenal y que gritó campeón por primera vez en la A.

Por Redacción EG ·

22 de julio de 2012
   Nota publicada en la edición de julio de 2012 de El Gráfico 

Imagen FELICIDAD: Campestrini, de cuna en el ascenso, no para de sonreír. "Salir campeón es increíble" asegura.
FELICIDAD: Campestrini, de cuna en el ascenso, no para de sonreír. "Salir campeón es increíble" asegura.
 “DEBO CUMPLIR con la promesa. Iré pedaleando hasta mi ciudad, San Nicolás. Nunca había aclarado el punto de partida, así que saldré de Rosario y recorreré unos 100 kilómetros”. Cristian Campestrini lo afirma después de regocijarse con su primer título en la A. El capitán de Arsenal, quien disputó los 19 encuentros del Clausura, blanquea su alegría mesurada con el sabor a miel todavía en el paladar. “No te creía si me decías que íbamos a salir campeones. Estuve siete años en el ascenso, donde pasé momentos hermosos. Lo poquito que soy se lo debo a Tigre y a Almirante Brown, con los que subí de la B Metropolitana a la B Nacional; y a Arsenal, donde estoy hace cuatro años. Pensé que se nos podía escapar el título, porque Tigre seguía jugando. Si bien nosotros ya le habíamos ganado a Belgrano, un equipo duro; como Tigre tenía unas ganas tremendas de salir adelante, sentía miedo. Pero gracias a Dios, la Virgen de San Nicolás estuvo de nuestro lado y nos consagramos -reconoce-. Estoy feliz: entramos en las páginas doradas del club. Somos campeones, pero a no olvidarse de que estuvimos casi cuatro temporadas peleando por no caer en la zona del descenso”. ¿Cuáles fueron las claves? “Contamos con un gran vestuario, un equipo de muchos indios y ningún cacique. En realidad, el único cacique es Julito Grondona (presidente de Arsenal), y Alfaro (el entrenador) viene después. Nosotros somos todos obreros, ninguno se cree figura”. ¿Y en el juego? “La jerarquía de Leguizamón, el sacrificio de Zelaya, el aporte del Marciano Ortiz y la solidez de la defensa. El equipo se armó de atrás para adelante: estuvimos bien ordenaditos, tratábamos de dejar nuestro arco en cero, y convertíamos luego al tener buen pie. Además, intentábamos ser serios: que Burdisso no tirara un caño, que Leguizamón no fuera de arriba con los centrales rivales; cada uno sabía su función, conocía sus limitaciones y no accedíamos a más”. ¿Cuál era tu deber? “Transmitirle tranquilidad al equipo, darle garantías porque eso también es seguridad para los muchachos. Pero todos participaron para cuidar muy bien el arco”. ¿Todavía cuesta creerlo? “Sí. ¿Dónde estaba escrito: Arsenal campeón? Nos caracterizamos por no aparentar más de lo que somos y confiábamos en nosotros. Nos afianzamos en cada pasito y cumplimos nuestro sueño. Demostramos que todo es posible”.
SUS AFECTOS aparecen en primera plana. A Agui, su mujer, y a su hija Catalina, de 2 años y medio, las lleva en su corazón y en su buzo de arquero. Ellas custodian cada uno de sus hombros, donde porta la inscripción de sus nombres. “Son las dos bases de mis 32 años. Agui es una mujer con valores, que siempre tiene la palabra justa. ¿Qué te puedo decir de Catalina? Es un tesoro”, resume. De todos modos, el ida y vuelta de preguntas y respuestas futboleras se rehace. ¿Los respetarán aun más? “Ya nos estaban respetando. Pero ahora sería un poco más, quizás no a la altura de Boca o Vélez. Queremos seguir siendo ese equipo incómodo, difícil para cualquiera”. ¿Qué atajadas ubicás en el podio? “El penal a Matos en el estadio de All Boys; un cabezazo que le saqué a Federico Higuain frente a Colón, y el tiro de Blandi en la Bombonera”. ¿Te molestó que la prensa no los tuviera en carpeta? “No; no nos dieron demasiada importancia en los medios, pero nosotros lo tomábamos con humor. ‘¡Qué bueno que no nos tengan en cuenta!’, nos decíamos”. Cuando escuchás que sos arquero de selección, ¿lo creés, te reís o te sorprendés? “Me río. ‘¿Mirá en qué lugar me ponen?’, me pregunto. Estuve citado para el seleccionado local con el cuerpo técnico de Diego Maradona y lo disfruté. Llegar ahí es lo máximo. Todos los arqueros del fútbol argentino sueñan con ser convocados, aunque sea para ponerte la pilcha y sacarte la foto. Yo, la foto ya la guardé (risas). Ojalá vuelva algún día, pero debo seguir mejorando”. ¿Qué Arsenal te gustaría para el futuro cercano? “Me quedan tres temporadas más de contrato en el club. Me encantaría que siguiéramos creciendo a nivel local e internacional; que continuemos unidos. Quiero al mismo Arsenal que salió campeón, con esa gente, con esa humildad, con ese sacrificio, para disfrutar lo próximo con seriedad”.

Por Darío Gurevich. Foto: Alejandro del Bosco