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Genios y figuras: Arsenal campeón del Clausura 2012

Luciano Leguizamón, Lisandro López y Cristian Campestrini son los puntales de Arsenal, el campeón del fútbol argentino. Crónica de un título que empezó a figurar en los planes de los propios futbolistas, y también del pueblo futbolero, en el epílogo del Clausura. “Todavía no caímos”, admiten entre risas.

Por Redacción EG ·

22 de julio de 2012
   Nota publicada en la edición de julio de 2012 de El Gráfico

 
Imagen Leguizamón, López y Campestrini de Arsenal campeón del Clausura 2012
Leguizamón, López y Campestrini de Arsenal campeón del Clausura 2012
 PRIMERA ESTRELLA en la máxima categoría del fútbol argentino. Arsenal la alcanzó, aunque se vive de la misma manera que antes en el club, a un día de semejante acontecimiento. El distendido clima no varió. Aquellos que trabajan en la institución, anónimos que también son partícipes de esta estrella, desarrollan sus tareas con normalidad. Lucas Peinado, uno de los utileros -junto a Mario Siciliano-, coproductores para El Gráfico al prestar la indumentaria de los futbolistas en tiempo y forma, acomodó el vestuario sin excusas. Parece un día más, pero no lo es ni lo será. El campo de juego se encuentra repleto de los papelitos celestes y colorados de la consagración. Algunas partes del escenario, donde Campestrini levantó el trofeo, están desparramadas en el corner, en el que empezó a escribirse la historia con el envío de Leguizamón y el remate de Lisandro López, para la explosión de un pueblo. El presente se torna una construcción que nace en el pasado, en el marco de un proceso.

Gustavo Alfaro armó una columna vertebral que respondió a destajo: Campestrini sacó pelotas para sumar puntos; la joven zaga central compuesta por López-Burdisso jugó como si acumulara 200 partidos; el doble cinco entre Ortiz y Marcone funcionó de manera excelente -incluso El Marciano hasta aportó cuatro goles clave para vencer a Godoy Cruz, Banfield, Lanús y Olimpo-; y el tándem ofensivo integrado por Leguizamón y Zelaya regaló alegrías eternas. De hecho, Zelaya hizo olvidar al nueve bravo de Sarandí, Mauro Obolo, a base de entrega y 6 goles para el recuerdo. Además, también habrá que visualizar a los laterales y carrileros, en especial al colombiano Carbonero, que le dieron contención y agresividad a un equipo molesto de enfrentar.

Este es Arsenal, el mismo que se moldeó para gambetear el descenso y que terminó acariciando la gloria; el mismo que empezó mal el Clausura (tres empates y una derrota) y que lo culminó empachado de felicidad (11 triunfos en 19 encuentros); el mismo que dio un paso al costado en la Copa Libertadores, después de vérselas negras, para priorizar su buena salud en la competencia local; el mismo que se sentía derrotado en el entretiempo del triunfo ante Belgrano, porque sabía que ganaba Tigre y que se forzaba un desempate; el mismo que se filtró en la conversación por el título y que realizó un memorable cierre (tres victorias en cadena, entre ellas el 3-0 a Boca en la Bombonera, que también peleaba el campeonato), mientras otros se distraían; el mismo que estaba expectante al consumarse el 1-0 ante El Pirata, porque El Matador no podía -y no pudo- liquidar a Independiente; el mismo que, junto a sus figuras, eligió continuar la caravana de los festejos en el corazón de la revista El Gráfico.

YA NO TODO pasa en Sarandí. Los futbolistas que posan en la foto, en representación del plantel, lo saben. Quedarán en el archivo dorado del Viaducto. Simplemente, se convirtieron en genios y figuras para hoy y para siempre.

SER CAMPEON NO TIENE PRECIO
"Estas son las cuestiones que realmente se disfrutan. Trabajamos en silencio, nos comprometimos y el destino terminó dándonos la mano con la conquista del campeonato. El equipo enhebró cinco victorias consecutivas; eso nos generó confianza, una seguridad que nos permitió crecer, y nos fortaleció. Encima, ya teníamos adquirido el sacrificio, por haber peleado para no caer en la zona del descenso en su momento. Después del triunfo ante Independiente, nos convencimos de que ya nos habíamos recuperado del bajón que soportamos. Al partido siguiente, ganamos 4-1 en San Juan y sentí que la posibilidad de obtener el título era una cuestión certera. Igual, faltaban etapas por superar.
Los jugadores me dieron una mano tremenda. Me sorprendió el aplomo que tuvieron en los momentos críticos, porque este es un equipo integrado por demasiados jóvenes y no resultaba sencillo manejar las presiones y las ansiedades. Pero ahí estaban los más grandes, que no tenían tantas chances de jugar: el Gato Esmerado, Danilo Gerlo y Adrián González. Ellos eran los primeros que sumaban y hasta aconsejaban a los más chicos.
Soy un agradecido a mi familia que me permite hacer realidad mi sueño. Mi mujer sacrificó su carrera por seguir la mía. Por eso, le debo todo.
Es difícil mantener la coherencia y la cordura. Las situaciones no son obra de la casualidad, sino causales. Yo hablé con Julito Grondona -el presidente de Arsenal- antes de consagrarnos y le dije que no me gustaría pasar por lo mismo que le ocurrió a Falcioni después de ser campeón en Banfield o lo que sufrió Argentinos luego de salir campeón. Cuesta mucho llegar hasta acá y construir un equipo sólido; destruirlo solo demora un abrir y cerrar de ojos. Arsenal no se puede permitir eso. Y seguramente no lo hará. Debe capitalizar este enorme éxito para crecer aún más." (Gustavo Alfaro)

Por Darío Gurevich. Foto: Alejandro del Bosco