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Bielsa: enojo, ausencia y reaparición

El entrenador del Athletic Bilbao retomó los entrenamientos de su equipo luego de tres días. Se había molestado por las demoras en las obras del campo deportivo de los vascos. "Me autodenuncio", dijo en conferencia de prensa.

Por Redacción EG ·

05 de julio de 2012
Imagen SE ENOJO POR la demora en las obras de remodelación del campo de entrenamiento del Bilbao. Se ausentó tres días y dijo tras su reapación: "Esto desprestigia mi trabajo".
SE ENOJO POR la demora en las obras de remodelación del campo de entrenamiento del Bilbao. Se ausentó tres días y dijo tras su reapación: "Esto desprestigia mi trabajo".
Marcelo Bielsa no anda con vueltas. El, tan aficionado a la previsión y el orden; él, tan excesivamente meticuloso, fundamentalista del detalle, no acepta los contratiempos. Y si algo ajeno a su voluntad interfiere en su trabajo, es capaz de emplear cualquier arma hasta que atiendan su reclamo. Es capaz hasta de desaparecer. ¿Cómo? Borrándose del entrenamiento del Athletic Bilbao. Dejando a sus jugadores durante tres días a cargo de sus colaboradores sin hacer uso de una explicación que justificara la ausencia. ¿Por qué? El rosarino se molestó con los encargados de llevar adelante las obras de remodelación en el predio donde entrenan sus dirigidos. Reapareció hoy y avisó: “Me autodenuncio por mi agresión, pero fue una estafa y un robo”.

El lunes llegó al Parque deportivo Lezama como cualquier otro día. Pero enseguida advirtió un movimiento inhabitual: una carretilla, hombres que iban y venían de acá para allá. La escenografía típica de cualquier práctica convulsionada por los empleados que llevaban adelante obras de remodelación en el predio. Entonces reaccionó, se apartó al vestuario con el jefe de la obra y lo reprobó por la tardanza. A su regreso explicaría que tal contratiempo es “un desprestigio para mi trabajo”. Dejaría en claro que él solamente se había tomado una semana de vacaciones para planificar una pretemporada que de movida comenzaba mal. “Estuve reunido 30 horas para solucionar esto. Cuando llegué aquí el domingo sólo revisé un aspecto de las obras. Se hizo mal sabiendo que se estaba haciendo mal. Me indigné y me afectó porque tengo que asumir ante los jugadores las condiciones de trabajo de un plantel que vale 300 millones de euros", agregaría.

Los diarios españoles se hacen eco de su reaparición y su monólogo de veinte minutos con el que explicó las causas del alejamiento. Además del qué debió detallar el cómo: “Discutimos en el vestuario. Dijo que yo le golpeé pero no hizo ninguna denuncia presionado por la empresa para la que trabaja o el Athlétic”.

El Loco está en todos los detalles. Y ratifica día a día esa etiqueta de hombre atado a sus manías obsesivas. No solo sus jugadores padecen sus ataques de locura, ahora también los albañiles y jefes de obra. El ex Newells se toma a pecho la función de la conducción y reparte órdenes en todos los estratos. Démosle rienda suelta a la imaginación: ¿qué ocurriría, por ejemplo, si las duchas de los vestuarios se quedaran sin agua caliente? ¿Litigio con el plomero? O si el césped no está cortado como él lo prefiere. Por algo le dicen Loco y por algo ese Loco suele ocupar las planas de los diarios tanto por sus probadas aptitudes para comandar once jugadores en busca de un resultado deportivo como por “salirse del molde” y sorprender a todos con frases y actitudes ingeniosas. Sus fans, orgullosos. La bielsamanía estalló en Twitter en defensa del entrenador. Alegan que "solamente" un tipo como él es capaz de emprender semejante acto de “honestidad”.