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Sin dunas que se le resistan: Lucio Alvarez

Con la aventura en el alma, el piloto mendocino se convirtió con su quinto puesto en el Dakar 2012 en el argentino mejor clasificado en la categoría autos en la historia de la competencia. A los 35 años y con 4 hijos, este experto en sortear terrenos difíciles explica qué lo llevó a afrontar desafíos extremos.

Por Redacción EG ·

03 de julio de 2012
   Nota publicada en la edición de junio de 2012 de El Gráfico 

Imagen INTREPIDO vuelo de la camioneta que conduce Lucio Alvarez en el último Dakar.
INTREPIDO vuelo de la camioneta que conduce Lucio Alvarez en el último Dakar.
 “Cuando el Dakar vino en el 2009 a la Argentina, yo me enteré con las inscripciones ya cerradas. Entonces fui como espectador y la carrera me volvió loco. Y para colmo ese año el recorrido pasó dos veces por las dunas del Nihuil, que es como si fuera mi casa, y ahí mismo decidí que al año siguiente lo iba a correr sí o sí. Al principio no me apoyaron mucho, pero como me vieron tan decidido, la familia me dio su respaldo. Y cómo habrá sido la decisión, que en mayo de ese año ya estaba corriendo el Campeonato Argentino en cuatriciclos”, describe Lucio Alvarez el inicio de su fiebre por la carrera motor más exigente del mundo.

-Tus antecedentes revelan un espíritu aventurero…
-Es que donde yo vivo, en San Rafael, es una zona muy apta para el Enduro, mountainbike, 4x4, turismo aventura. A los 13 años ya tuve mi primera moto y empecé a hacer enduro, corrí también en cross y después vendí las motos y me pasé a las 4x4; es decir, siempre estuve relacionado con este tipo de competencias. Cuando el Dakar se corría en Africa me despertaba una gran atracción, pero participar era como una meta inalcanzable. Por eso, al venir la carrera acá no podía desperdiciar semejante oportunidad. En el 2010 me anoté en cuatriciclos y, la verdad, no tenía mucho conocimiento acerca de cómo era la cosa. Con el equipo subestimamos la carrera y en la cuarta etapa ya había roto el cuatri y tuve que abandonar. Pero igualmente seguí dentro de la competencia, mirando todo, estudiando y haciendo contactos para llegar mejor preparado en el 2011. Pensaba en subirme a una moto, pero la familia no quiso saber nada y finalmente me ayudaron para que corriera en auto. Lo hice en un Subaru y terminé 15º, siendo el mejor argentino y sudamericano en la clasificación final.

-¿Tus estrategias fueron diferentes en cuatriciclos y autos?
-En cuatri tenía expectativas porque yo sabía que alcanzaba buen ritmo; y de hecho, el día que lo rompí estaba cuarto en la general, pero en mi primera participación en auto yo solo quería terminar. Y cuando lo logré, me di cuenta de que estaba para más. Por eso tomé contacto con el equipo Overdrive y ellos fueron quienes me ofrecieron que fuera a probar una Toyota a Sudáfrica. Fui con mi papá (Omar) y los dos quedamos encantados. Ni bien volví, la compré y ahí mismo empezamos a prepararnos para el Dakar 2012.

-Y ese pálpito terminó en el histórico quinto puesto…
-Increíble, ¿no? En realidad, yo había terminado sexto, pero resulta que en marzo la FIA se expidió en la penalización sobre Robby Gordon (anomalías en el motor de su Hummer) y pasé al quinto, lugar en el que hoy aparezco en la página oficial del Dakar y hasta me llegó a casa el premio con el famoso beduino, que lo entregan hasta el quinto y del sexto en adelante recibís unas plaquitas.

Imagen EMBAJADOR de la Marca País fue distinguido por el Ministerio de Turismo de la Nación el piloto sanrafaelino.
EMBAJADOR de la Marca País fue distinguido por el Ministerio de Turismo de la Nación el piloto sanrafaelino.
 -¿El vuelco en la décima etapa de Arica te pudo dejar fuera de competencia?
-Sí, aunque el auto cayó apoyado bien con las 4 ruedas. Al bajarnos lo vimos bien estructuralmente, con las chapas un tanto feas, pero no se veía ninguna rueda torcida, nada grave y entonces confiamos en que se podía seguir. Pasamos la inspección de los comisarios deportivos y lo más importante era que Ronnie (Graue, su copiloto) y yo no sufrimos ni un raspón. El vehículo demostró en semejante situación ser muy seguro.

-¿Por qué se produjo el vuelco?
-Lo atribuyo a una falla en la hoja de ruta, uno de los pocos errores que vimos este año, porque creo que esa curva merecía una marca de 3 y tenía una advertencia de 2. Si el copiloto te advierte de una curva 3 frenás con anterioridad, tomás más precaución, pero como me dijo 2 y en principio se veía abierta y larga… El tema es que cuando estábamos a la mitad de la curva vimos que se cerraba y a unos 150 kilómetros por hora no hubo forma de evitarlo.

Imagen UN RECORRIDO por el vivac en zona cordillerana.
UN RECORRIDO por el vivac en zona cordillerana.
 -¿Qué tan importante es la convivencia con el navegante?
-Con Ronnie somos amigos de la vida desde hace mucho tiempo y leemos y pensamos de forma muy parecida. Esta es una carrera en equipo, en la que tienen que sincronizar todos al mismo tiempo, piloto, copiloto y mecánicos. No sirve que el piloto sea brillante y el copiloto no lo acompañe o el equipo no se sienta comprometido. Si eso pasa, lo más probable es que fracasen. Por eso, es fundamental la sintonía entre todos.

-¿Cómo es tu preparación?
-Por ejemplo, terminó el Dakar 2012, descansé 10 días y ya empecé a trabajar para el Dakar 2013. Yo, que lo hago en forma semiprofesional, tengo que prepararme durante todo el año, con un entrenamiento físico bastante riguroso, ser muy metódico, ordenado y estar absolutamente en todos los detalles, porque un tornillo flojo te puede dejar afuera. Este tipo de carreras no es para encararla con un equipo inexperto, porque eso te desgasta mucho. Lógicamente tenés que sentirte fuerte porque se duerme poco, el stress es bastante alto durante los 15 días y convivís con mucha gente. En Toyota éramos unas 50 personas y si hay algún cortocircuito eso repercute enseguida en toda la estructura. Hay que ser un tipo de persona que sepa convivir en grupo y pueda motivar a los que trabajan con uno para que todos se sientan comprometidos. La exposición mediática se la lleva el piloto, pero es indispensable que tenga un gran respaldo.

-¿Qué incluye tu entrenamiento?
-Trabajo mucho en lo físico, con gimnasio, natación, bicicleta, nutricionista... En fin, el entrenamiento propio de un deportista de elite. Si bien correr en vehículo no requiere tanto lo físico como en motos, si estás bien en lo físico te sirve para estar bien en lo mental. Nosotros hacemos una preparación como si fuese a participar en motos. Y dentro del plan para este año surgió la posibilidad de sumarme al calendario internacional de Cross Country en Qatar (abril), Rusia (julio) y Marruecos (octubre); y tal vez haya una cuarta competencia (Faraones). Queremos ir por más, porque sabemos que podemos rendir más. Entonces tenemos que exigirnos. Yo soy fuerte en la parte dunas, donde tengo un gran ritmo, entonces apuntamos a mejorar en la parte de velocidad, para que no me hagan diferencia en esa instancia, porque en la de dunas el que hace la diferencia soy yo.

Imagen CON EL príncipe Nasser Al-Attiyah y su navegante Ronnie Graue en abril último en el Mundial de Cross Country.
CON EL príncipe Nasser Al-Attiyah y su navegante Ronnie Graue en abril último en el Mundial de Cross Country.
 -¿Cómo es ser compañero de equipo del príncipe Nasser Al-Attiyah?
-La relación es excelente y yo aprendo mucho de pilotos como él. La mayoría de los corredores son muy abiertos y no tienen inconvenientes en compartir lo que saben. Con el príncipe corrimos juntos durante una semana en Qatar y fue una experiencia inolvidable. Encima hicimos el 1-2, yo como escolta.

-En el Dakar ¿qué demostración de afecto del público te impactó más?
-En realidad, vamos muy fuerte y concentrados, así que si me gritaron algo o pusieron alguna bandera, la verdad es que no vi nada. Es más, le dije a mi familia dónde tenían que ponerse y ellos estuvieron ahí, me vieron pasar y yo ni me di cuenta. Lo que sí me emocionó fue la amistad que entablé con Alejandro Lombardi, un excombatiente de Malvinas que me pidió en Necochea pegar unos calcos y me dijo que esas imágenes nos traerían suerte. Y vaya si lo hizo; por eso cuando volví, lo llamé y nos encontramos en Balcarce, en una fiesta en la que nos distinguieron a los hermanos Patronelli, Javier Pizzolito y a mí.

-¿Si en el futuro tu hijo Benjamín (3 años) te pide correr el Dakar en motos, lo dejás?
-Seguro, él ya pide las motos y yo no solo lo voy a dejar, sino que lo voy a motivar.

Por Walter Nápoli.