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Boca: en Brasil, como en la Bombonera

Sufrió pero empató agónicamente ante Fluminense 1 a 1 y está en semifinales de la Copa Libertadores. Al xeneize le resulta cómodo jugar en el país de la samba. Reviví sus mejores momentos en esas tierras.

Por Redacción EG ·

23 de mayo de 2012
La cuestión es tan natural como otras tantas cuestiones naturales que tiene el fútbol: a Boca le sienta cómodo jugar en Brasil. No hay mucho que explicar. Como esos jugadores que siempre convierten contra un rival determinado, el equipo argentino se agranda en esos pagos. Entre aquel primer triunfo por la Copa Libertadores del 78 ante Atlético Mineiro (2-1), a esta clasificación agónica con gol de Santiago Silva ante el Fluminense (1-1) media un pedazo de tiempo abundado por triunfos, o empates, que valieron gritos históricos. A saber: dos Copa Libertadores, el pase a la final de otra y algunas clasificaciones a distintas instancias enfrentando a rivales de peso.

El historial pareciera ir cargándose de sentido a medida que pasan los años, ejerciendo su voluntad, como un axioma de los tantos que tiene este deporte capaz de originar temores y respetos. Ya lo había dicho el técnico del Fluminense, Abel Braga: Boca no era un rival cómodo para enfrentar en cuartos de final. ¿Será la mística, término tan utilizado en estos casos como difícil de ser precisado? ¿Será la esencia de un equipo como Boca, construida en base a tesón y garra, el prospecto adecuado para vérselas con los brasileños en su propia casa? Cualquier argumento calza al molde para explicar lo que no puede ser explicado, para contar por qué Boca, en ese momento del partido en que no pasaba nada, un sinuoso interregno propicio para recibir un cachetazo de los hábiles delanteros del Flu, le hizo un homenaje a la concentración y el orden.

Las imágenes del final, los argentinos festejando y los locales derrotados en el suelo, se han vuelto estampas comunes en la historia reciente del xeneize. Boca sonrió en Brasil, esa sonrisa que le sale tan natural. Repasá algunos de sus momentos más gloriosos por Copa Libertadores jugando en aquel país.

Imagen PRIMER TRIUNFO de Boca en Brasil. Por las semifinales de la Copa Libertadores de 1978, ante Atlético Mineiro en Belo Horizonte. El equipo de Lorenzo ganó 2 a 1 con dos goles del defensor Miguel Angel Bordón.
PRIMER TRIUNFO de Boca en Brasil. Por las semifinales de la Copa Libertadores de 1978, ante Atlético Mineiro en Belo Horizonte. El equipo de Lorenzo ganó 2 a 1 con dos goles del defensor Miguel Angel Bordón.

ATERRIZO EN BELO HORIZONTE

decidido a cambiar la historia, la chapa de campeón de América y el mundo así se lo exigía. Boca nunca había ganado en Brasil, pero tenía la obligación de revalidar el título conseguido en la edición anterior. En el antiguo formato del torneo más prestigioso del continente el ganador se clasificaba directamente a las semifinales del certamen siguiente. Esa instancia se componía de dos zonas de tres equipos que se enfrentaban todos con todos en partidos de ida y vuelta, y el mejor posicionado disputaba la final contra el ganador de la otra llave. El equipo del Toto Juan Carlos Lorenzo integró el grupo A, junto a River y Atlético Mineiro. Luego de empatar el primer partido en la Bombonera 0-0 ante River, viajó a Brasil y consiguió su primer triunfo por copa en ese país. Dos tiros libres del defensor Miguel Angel Bordón sellaron el 2 a 1. Esa noche obtuvo dos puntos claves en su camino al título, que refrendaría posteriormente en la final contra el Deportivo Cali dirigido por Carlos Bilardo.

VOLVER A SER CAMPEON

después de veintidós años y en Brasil. La idea, más que idea un utopía, jamás se le hubiera ocurrido ni al más osado de los hinchas de Boca, que durante principios y mediados de la década del 90 vieron cómo River y Vélez arrasaban con todos los títulos locales e internacionales. El equipo de Carlos Bianchi visitó al Palmeiras en el estadio Morumbi, en San Pablo, y le arrebató la Copa Libertadores del 2000 en la tanda de penales, luego de igualar sin goles en los noventa minutos (la ida en la Bombonera había sido 2-2). Fue la primera coronación fuera del país de un plantel que quedaría en el recuerdo como el más glorioso de la historia xeneize.

VEINTITRES AÑOS NO ES NADA

si la gloria viene en bandeja después de semejante espera. Boca debió aguardar todo ese tiempo para volver a festejar un triunfo en el país de la samba y el carnaval. Los dirigidos por Carlos Bianchi se cruzaron con el duro Vasco da Gama, por ese entonces uno de los dos más peligrosos de su país junto a Palmeiras, en cuartos de final. El partido de ida se disputó en el estadio São Januário de Río de Janeiro. Un juego sin emociones que hubieran hecho merecedor de una victoria a uno u otro. El empate era un negocio visto con muy buenos ojos por los argentinos, que sin embargo se toparon con el triunfo. Luego de un córner ejecutado por Juan Román Riquelme,  Guillermo Barros Schelotto la empujó sobre la línea y venció al arquero Helton. En la revancha, los de Bianchi estirarían la diferencia con un 3 a 0 contundente.

LOS PENALES OTRA VEZ FUERON SU SUERTE

, esta vez sirvieron para llegar a la final. Al igual que un año antes, Boca había igualado ante el Palmeiras 2 a 2 en el partido de ida, en Buenos Aires. Hasta Parque Antártica viajaron Bianchi y sus muchachos, a encontrarse con un rival dispuesto a saciar su sed de revancha. Aquella noche, brumosa noche otoñal de San Pablo, Juan Román Riquelme le adhirió una piedra fundamental a su estatua de ídolo. Fue la figura del partido, propició el primer gol de Christian Giménez y convirtió el segundo luego de aguantar la pelota entre miles de piernas rivales. En el segundo tiempo el local llegó a la igualdad, pero volvió a fallar desde los doce pasos. En el vestuario de Boca, tras la clasificación, los jugadores exhibieron remeras con inscripciones contra la dirigencia por un conflicto de premios y dinero. Boca venció a Cruz Azul en la final (también por penales) y se consagró bicampeón de América.

Imagen EL SANTOS DE ROBINHO padeció al equipo de Bianchi. El xeneize le ganó 3 a 1 a su par brasileño en el estadio Morumbi, y obtuvo la quinta Copa Libertadores de su historia. Ese año también levantaría la Intercontinental, ante Milan, en Japón.
EL SANTOS DE ROBINHO padeció al equipo de Bianchi. El xeneize le ganó 3 a 1 a su par brasileño en el estadio Morumbi, y obtuvo la quinta Copa Libertadores de su historia. Ese año también levantaría la Intercontinental, ante Milan, en Japón.

IARLEY, JUSTO EL

, que meses más tarde coronaría un triunfo sobre River en el Monumental y levantaría la Intercontinental en Japón ante Milan. Antes de llegar a Boca, el delantero brasileño lo amargó en la mismísima Bombonera. Un gol suyo, ese recordado triunfo del humilde Paysandu por 1 a 0 en la ida de la Copa 2003, puso KO el sueño de Carlos Bianchi de ganar su tercera Libertadores con el xeneize. La estadística desalentaba el milagro de clasificar a cuartos: ningún equipo argentino había logrado eliminar a un brasileño habiendo caído en la ida. Como si el peso de la historia no bastara, Boca llegó a una ciudad donde el calor y la humedad agobiaban al mejor predispuesto. Belém, capital del estado de Pará, ubicada bien contra el norte de su país, es una de las principales puertas de entrada a la selva amazónica. Pero este apartado no existiría si los argentinos no se hubieran sobrepuesto a los obstáculos. Porque ni las condiciones climáticas, ni los casi 60 mil torcedores que reventaron el estadio Mangueirao pudieron apartarlo del camino del éxito.. Boca jugó a lo Boca: aguantando en defensa con un Schiavi que ya representaba lo mismo que ahora, el entonces pibe Pablo Jerez casi que homenajeando al lesionado Hugo Ibarra, el mediocampo combativo e inteligente con Cagna, Cascini y Battaglia, y el trío de delanteros que ese día brilló. Carlos Tevez dio una muestra contundente de que en las bravas se agranda, el mellizo Guillermo convirtió tres goles (dos de penal) y Marcelo Delgado hizo el cuarto. El equipo argentino enfrentó a Cobreloa en cuartos de final. Nadie estorbaría su marcha hacia la quinta conquista de América.

COMO MEJOR LE SIENTA

a su esencia, de visitante, en un estadio de esos que impactan por su misticismo, ante un rival que la historia le reserva un estante de lujo. Así, Boca le ganó al Santos de Robinho y Diego en el Morumbí de San Pablo y alzó su quinta Copa Libertadores. Primero Tevez, después Schiavi y por último Delgado (para los brasileños descontó el central Alex) le dieron el triunfo 3 a 1 (5-1 en el global), un lugar definitivo en el altar de los mejores y el pase para disputar ante el Milan la Copa Intercontinental. Fue tercera consagración xeneize en apenas cuatro años de transcurrido el nuevo siglo. Carlos Bianchi festejó este título por cuarta vez en su carrera como entrenador. El presidente del club Mauricio Macri anunció en tierras brasileñas que jugadores e hinchas festejarían el domingo siguiente, en la Bombonera. River ya se había asegurado el Torneo Clausura 2003. Como en la última jornada los de Bianchi jugaban en Rosario ante Central, para que los campeones pudieran estar presentes en la celebración, el técnico envió un equipo integrado por juveniles inexperimentados, la mayoría debutantes, a que afrontaran el compromiso. El único que registraba algunos años en Primera era el delantero Héctor Bracamonte. Mientras los Ratones Paranoicos daban un show musical en La Boca, los pibes xeneizes se comían siete goles ante el Canalla. Luciano Figueroa, quien cinco años más tarde vestiría la azul y amarilla, marcó cinco y terminó como goleador del certamen con 17, superando al atacante de Velez Roberto Nanni, que había anotado 15 veces.

Imagen RIQUELME VOLVIO A BOCA para jugar la Libertadores del 2007. El xeneize, con el diez en un gran momento, se consagró campeón en Brasil, ante Gremio. En global terminó 5 a 0 a favor de los argentinos.
RIQUELME VOLVIO A BOCA para jugar la Libertadores del 2007. El xeneize, con el diez en un gran momento, se consagró campeón en Brasil, ante Gremio. En global terminó 5 a 0 a favor de los argentinos.

LA NOCHE DEL DIEZ

, que había vuelto ese mismo año tras su paso por Europa. El 21 de junio de 2007 Boca ganó su sexta copa con un Riquelme intratable. El enganche fue figura en la noche de Porto Alegre, convirtió los dos goles del triunfo 2-0 de su equipo (el primero un zapatazo que se metió en un ángulo del arco defendido por el argentino Sebastián Saja). En la ida, el equipo que conducía Miguel Angel Russo había allanado el camino con un 3 a 0. Fue el global más abultado en el historial copero entre un argentino y un brasileño.

LA IDA HABÍA

sido escandalosa por el famoso hielazo al juez de línea que partió desde los palcos vip del estadio. Boca viajaba a Brasil para enfrentar al Cruzeiro con la mínima ventaja a su favor por el 2 a 1 conseguido en Buenos Aires. Con incertidumbre por no haber aprovechado las oportunidades que había tenido para estirar esa diferencia. Sabiendo que una resolución de la Conmebol había suspendido su cancha por dos partidos internacionales. Pero en el estadio Mineirao, la historia sería igual que en la Bombonera. El equipo de Carlos Ischia se fue al entretiempo ganando 2 a 0 por un golazo de Rodrigo Palacio y un cabezazo de Martín Palermo. En el complemento descontó Wagner tras una floja salida del arquero xeneize Mauricio Caranta. Boca se clasificó a los cuartos de final para jugar con el Atlas de México. El sueño continental acabaría en semifinales, ante Fluminense, que rescató un 3 a 3 en cancha de Racing y ganó 3 a 1 en Río de Janeiro.

NECESITABA UN TRIUNFO

para reavivar sus chances de clasificar a octavos de final. Sus primeros pasos en la Copa Libertadores habían sido vacilantes, cuatro puntos sobre nueve avivaron los fantasmas de eliminación en primera ronda. Viajó hasta Río de Janeiro sin Juan Román Riquelme, su mejor jugador a lo largo del actual semestre. Con Cristian Chávez como enlace acompañando a Dario Cvitanich y Santiago Silva en la delantera, los de Falcioni consiguieron tres puntos de oro para posicionarse en la tabla del grupo B. Primero Cvitanich y después Juan Sánchez Miño, en el primer y segundo tiempo, le dieron un triunfo inobjetable. Veinte días antes el Flu había silenciado la Bombonera con un triunfo que llenó de dudas al campeón argentino.
Imagen CLASIFIACION CON GOL AGONICO de Santiago Silva. Boca perdía 1 a 0 ante el Fluminense en el estadio Joao Havelange y los penales se imponían como el único camino posible. Pero apareció el goleador y le puso fin a una serie dramática.
CLASIFIACION CON GOL AGONICO de Santiago Silva. Boca perdía 1 a 0 ante el Fluminense en el estadio Joao Havelange y los penales se imponían como el único camino posible. Pero apareció el goleador y le puso fin a una serie dramática.



Por Alfredo Merlo