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Julio Alsogaray: Yo sí puedo

Aunque intentamos limitar las expectativas con respecto a medallas, Julio Alsogaray no nos deja. Diploma olímpico en Beijing 2008 y número 3 del mundo en la categoría Laser, uno de los referentes del yachting argentino redobla la apuesta: “Depende de mí terminar entre los tres primeros“.

Por Redacción EG ·

20 de mayo de 2012
 Nota publicada en la edición de mayo de 2012 de El Gráfico     

Imagen JULIO lucha contra las condiciones climática. Si no hay viento es difícil navegar.
JULIO lucha contra las condiciones climática. Si no hay viento es difícil navegar.
El viento no sopló como para navegar durante la segunda semana de abril en Buenos Aires. Julio Alsogaray, en consecuencia, se vio obligado a cederle protagonismo a su rutina física. Se conformó con ir al gimnasio y pedalear, ida y vuelta, desde su departamento en Recoleta hasta el Puerto de Frutos en Tigre. Sin embargo, no deja de pensar en el máximo desafío del año. Ahí, en el cofre donde descansan sus sueños, figuran los Juegos Olímpicos de Londres, su segunda experiencia en la cita de los cinco anillos.

“El proceso rumbo a los Juegos es lindísimo. Ser olímpico ya no me causa satisfacción, lo que me generará eso será conseguir el resultado deseado. Voy a dar lo mejor. Me resulta extraño ponerme como favorito. No importan los demás; depende de mí. Si corro de manera sobresaliente, terminaré entre los tres primeros. Si lo hago muy bien, entre los cinco; si tengo un desempeño regular, entre los siete”, revela. No obstante, la ilusión por superarse parece desconocer límites. “El diploma ya lo tengo en mi casa. Iré a competir por las medallas; soy capaz de ganar una. Para mí es natural querer finalizar entre los mejores”, asegura el hombre de San Pedro, provincia de Buenos Aires.

No vivió un cumpleaños más el pasado 11 de abril. Sus 32 años trajeron un regalo que reflejan sus actuaciones: Alsogaray es número 3 del mundo en Laser, clase en la que saldrá a escena en las aguas de Weymouth Bay, sede olímpica del yachting. Disfruta de su ubicación en el ranking, pero no se despega de la cita olímpica. “El Mundial de este mes, en Alemania, será un buen filtro, de cara a los Juegos. Pero es ahí adonde quiero llegar diez puntos para alcanzar el pico de rendimiento. Seremos 48 participantes y hay 12 o 13 con chances de medalla. Estará reñido en los primeros puestos, por eso no habrá que realizar ninguna mala regata”, afirma.

ALSOGARAY NO ES un paracaidista que recién comienza en el yachting. Empezó a abrazarse con la actividad en la escuelita náutica debido a que sus padres, Carlos y Alicia, decidieron mandarlo junto a sus hermanos a modo de recreación. “Nos enganchamos. De a poco me apasioné, y luego competí en Optimist hasta los 15 años. Cuatro años después, en 1999, me compré el Laser para establecerme en esa categoría. Trabajé como profesor, en un astillero, desarmando buques con mi papá y arreglándoles barcos a chicos”, cuenta. Su podio de mejores resultados arranca con el segundo puesto mundialista en 2008, prosigue con la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 y con el diploma olímpico en Beijing 2008, producto del séptimo puesto. “Hice el clic en mi cabeza durante 2007 y 2008 -sostiene-. Venía realizando buenos campeonatos, pero me faltaba un paso para meterme entre los diez mejores. Y en el Mundial de Australia, a principios de 2008, canalicé toda mi energía después de haber sido descalificado del Sudamericano en Mar del Plata. Fue importante esa medalla plateada, especialmente porque se dio en un año olímpico. El oro en los Panamericanos resultó una satisfacción enorme por cómo se produjo. Gané dos regatas antes del final. Me había mentalizado cinco meses para esa competencia; pensaba en las regatas, en esa cancha, en la escasez de viento, y le dí durísimo al barco. Hasta tuve que bajar tres kilos, porque no necesitás tanto peso para contrarrestarle el poco viento a la vela. Eran fundamentales el manejo del barco y la estrategia de carrera”.

El Mundial de Australia, en 2011, habilitó su pasaje olímpico. “Sabía que iba a clasificarme. Quedé 18º en lo personal, 12º a nivel país, y los primeros 33 países se metían en los Juegos. Había una plaza por nación”, explica. Su presente, sumado a su experiencia, lo ubican en un pedestal digno de admiración para aquellos que surgen. “Soy el referente de muchos chicos que recién empiezan. Algunos intentan copiarme”, admite.

-¿Qué condiciones climáticas se estima que existirán durante los Juegos?
-El campo de regatas será de vientos medios a fuertes. Igual, pueden tocar vientos leves. Habrá que prepararse para cualquier situación, en especial desde lo físico, porque se debe aguantar la carga de las regatas.

-¿Cuánto modifica tu planificación el viento que haya durante la competencia?
-El yachting se trata de ser el que mejor se adapte y lea las circunstancias climáticas. Es importante interpretar de manera correcta los cambios de viento, la corriente. Y tener en cuenta que los Juegos no empiezan ni terminan en la primera regata.

-¿Sentís que tus rivales te valoran?
-Sí, me respetan. Ellos hacen todo lo contrario a lo que hacía yo cuando empecé. Yo no preguntaba contra quiénes competía, ¡a ver si todavía me asustaba! (risas).

La ceremonia de apertura en la capital inglesa será lo más emocionante que depararán los Juegos, previo a que los deportistas saquen a relucir sus espíritus amateurs. Sin embargo, Alsogaray desconfía de la posibilidad de revivir aquello que sintió en la edición olímpica pasada. “Fui a la inauguración de Beijing, pero a esta no creo que pueda ir porque tengo la primera regata muy encima de esa fecha. De todas maneras, intuyo que los ingleses no serán tan emotivos como los chinos. Hubo mucha energía en la fiesta inaugural de Beijing”, recuerda.

Campeón Centro Sudamericano durante este año, su trajín se compondrá de tres visitas a Weymouth Bay, dos a la Argentina y una a Francia (participará en el torneo europeo) antes de presentarse en Londres 2012. El foco, de todos modos, no se aleja del 6 de agosto, cuando se largue la carrera por las medallas en la que competirán los diez primeros regatistas. “Ahí se define -se entusiasma-. Ganar una medalla significaría cumplir un sueño; superaría todo”.

SU FAMILIA lo espera con ansiedad en San Pedro. Si tuviera que fantasear con un festejo posible, lo situaría ahí. El recorrido, más allá del paseo por sus pagos, desembocaría en Juana Macana, el bar de sus hermanos. No obstante, Julio Alsogaray propone un freno. Entiende que es capaz de transformar su deseo en realidad, pero sabe que hasta entonces deberá navegar mucho.

Por Darío Gurevich. Fotos de Emiliano Lasalvia